El C4 Cactus carece de elementos de equipamiento y funcionalidades disponibles en la mayoría de modelos que se comercializan de precio similar. No tiene ajuste en profundidad del volante (sólo hay de altura), ajuste en altura de los cinturones, ni asideros en el techo. Además, las ventanillas traseras no se bajan sino que tienen apertura de tipo compás y es necesario utilizar la llave de contacto para abrir el tapón del depósito de carburante. Los botones para accionar los elevalunas eléctricos delanteros no tienen la función de un toque (hay que mantenerlos pulsados para bajar o subir completamente las ventanillas) y la guantera no tiene cerradura, ni iluminación o refrigeración. Los parasoles tampoco están iluminados (y el del acompañante no tiene espejo) y tampoco hay plafón de iluminación para los pasajeros de las plazas posteriores.
Citroën dice haber tratado de eliminar lo superfluo para que el cliente no pague por cosas que habitualmente no utiliza. Esa afirmación parece arriesgada porque cada cliente tendrá sus preferencias y necesidades. Por ejemplo, hay quien usa los asideros del techo (en especial personas mayores) para entrar o salir del coche o para viajar más cómodos. Todos nosotros hemos echado en falta un plafón de luz para los ocupantes de las plazas traseras y, en general, una iluminación interior más potente para ver bien de noche o en aparcamientos subterráneos con poca luz.
Esa falta de equipamiento no hace que el interior del C4 Cactus dé la impresión de barato o desfasado. Al contrario, parece un coche moderno, algo que en parte se debe a las dos pantallas del salpicadero. La que hay en la parte superior central (imagen) es la de mayor tamaño y la misma que utilizan el Citroën C4 Picasso y el Peugeot 308. Su manejo y funcionamiento es idéntico al de estos dos modelos (sobre este tema hay mucha información en las respectivas secciones de Sistema Multimedia del C4 Picasso y del 308). Al carecer de botones que se puedan reconocer al tacto, es necesario consultarla cada vez que se desea elegir una u otra función, algo que ocurre muy a menudo pues aglutina casi todas las funciones del coche. Una de las pocas cosas que sí se pueden hacer sin mirar la pantalla es manejar el sistema de sonido, puesto que hay unos mandos situados en el brazo derecho del volante.
La calidad de esta pantalla central y de su sistema de gestión es mediana, pues no siempre reacciona con total fluidez a las órdenes que se dan con los dedos (en especial, cuando se consulta el manual en formato digital que tiene integrado) y porque la calidad gráfica, por ejemplo del navegador, es bastante sencilla si la comparamos con la de los mejores sistemas del mercado. Detrás del volante hay otra pantalla de menor tamaño que hace las veces de instrumentación (imagen). En esta pantalla no hay cuentarrevoluciones, según Citroën porque «no es un elemento importante para el cliente del C4 Cactus» ni indicador de la temperatura del líquido refrigerante. Las dos pantallas se leen con facilidad incluso con mucha luz ambiental.
Debajo de la pantalla central de 7 pulgadas hay una tira de botones (imagen) para activar funciones como el desempañado del parabrisas y la luneta o el sistema automático de ayuda al aparcamiento. Debajo de estos hay dos salidas de aire y, un poco más abajo, una toma de corriente de 12 V y otra USB. Hay otra toma USB en la guantera para conectar el sistema de acceso a internet, así como una entrada AUX (imagen).
Los asientos delanteros se amoldan bien al cuerpo y la postura de conducción es correcta en términos generales, a pesar de que el volante no tiene regulación en profundidad, solo en altura (esto puede ser un problema para algunos conductores, conviene probarlo con detenimiento). Enrique Calle dice que, de haber tenido esa regulación, hubiera separado el volante unos centímetros más del salpicadero para que su cabeza se quedase más lejos del punto de unión entre el parabrisas y el techo. En el C4 Cactus, esta zona está cubierta con un guarnecido muy abultado con el que se golpeaba de vez en cuando. A él le gusta ir relativamente cerca del volante (mide 1,80 metros) y en la posición intermedia de altura que permite el asiento. Yo que mido más de metro noventa no he tenido esa sensación, seguramente porque voy sentado más alejado del volante y en la posición más baja.
En función del cambio de marchas —manual o automático— cambia lo que hay entre los asientos delanteros. Así, en las versiones con cambio automático, existe una pieza alargada de plástico recubierta con la misma tela y motivo decorativo (imagen) que los asientos. La idea, según Citroën, es dar sensación de continuidad, «como si fuera el sofá de casa». Esta pieza de plástico es plana y fija, es decir, en ella no hay ningún hueco ni posibilidad de dejar objetos. Esta distribución ha sido posible porque las versiones con cambio automático no tienen palanca —en su lugar hay tres botones bajo las salidas de ventilación centrales (imagen)— y la palanca del freno de mano va más adelantada. En las versiones con cambio de marchas manual, no hay esa pieza decorativa entre los asientos (imagen) y sí un pequeño receptáculo para depositar objetos y una palanca de freno de mano tradicional.
En términos generales, el habitáculo tiene un tamaño correcto para las dimensiones exteriores de la carrocería (tabla comparativa de mediciones del interior). En la fila delantera hay mucho espacio para la cabeza (salvo para quien se siente cerca del volante, como hemos comentado anteriormente). Detrás, sin embargo, el espacio para la cabeza es reducido, pues una persona de 1,80 metros de estatura que se siente medianamente erguida, tocará con el techo ya que está muy abultado en esa zona, al menos en los C4 Cactus que tienen techo de cristal. En cambio, en las plazas delanteras, la ausencia de cortinilla ha permitido que el marco del cristal del techo quede enrasado con el tapizado y no reste espacio para la cabeza, como sí ocurre en otros coches con techo de cristal.
El techo de cristal del C4 Cactus es fijo (imagen) y no tiene cortinilla para cerrar el paso a la luz solar porque está compuesto por cuatro capas de materiales que aíslan del calor y de las radiaciones ultravioletas. Las tres primeras son dos capas de vidrio que encierran una capa de PVB acústico (butiral de polivinilo), tratados para reducir la transmisión de la luz. La cuarta es una capa de baja emisividad térmica. Nos ha parecido que, efectivamente, estas capas cumplen bien su función, pues el interior no se calienta apreciablemente, ni entra demasiada luz cuando el sol de verano cae de plano.
El hueco para las piernas en las plazas traseras es similar al de un BMW Serie 1, un Citroën C4 y un Renault Mégane. Por anchura, tres adultos de complexión normal no viajarán con comodidad (además, el suelo tiene una elevación en la zona del pasajero central). En esta fila no hay un reposabrazos central, pero sí tres reposacabezas regulables en altura y tres cinturones de tres puntos de anclaje. La banqueta trasera no se puede desplazar en sentido longitudinal. En los dos asientos laterales hay fijaciones ISOFIX. Con respecto un Peugeot 2008 o un Renault Captur, el Citroën C4 Cactus es el que tiene más anchura para los hombros y el que tiene menor altura libre al techo en las plazas posteriores
Tanto en las plazas delanteras como traseras hay numerosos huecos para vaciarse los bolsillos y para dejar cosas que habitualmente se llevan en los coches, como un mapa de carreteras. Algunos de esos huecos tienen un fondo de goma para que no se muevan los objetos.
El maletero tiene un volumen de 358 litros, un valor similar al de vehículos como el Citroën DS4 (359 litros), el MINI Countryman (350 litros) y Toyota Auris (360 litros). Sus formas son regulares, por lo que parece sencillo aprovechar todo el espacio disponible. Un detalle que no nos ha gustado es que las argollas del maletero que sirven para asegurar la carga van colocadas en la pieza que separa el maletero del espacio reservado para la rueda de repuesto (o el kit de reparación de pinchazos), en lugar de ir sujetas a la carrocería. Es decir, se trata de unos puntos de fijación poco sólidos y poco fiables. En los laterales del maletero hay ganchos para colgar bolsas.
El borde de carga del maletero está a 77 centímetros del suelo, un inconveniente si se quiere cargar objetos pesados. Debajo del piso puede haber un kit de reparación de pinchazos (de serie) o una rueda de tamaño 185/65 R15 (opcional). Si se pide la rueda, no queda espacio para meter objetos a su alrededor.
Desde diciembre de 2015 el respaldo de los asientos posteriores puede abatirse por partes —un tercio y dos tercios— en todas las versiones de la gama (antes lo hacían en bloque). Cuando se abaten no forman una superficie plana con el suelo del maletero, sino que queda un pequeño escalón (imagen).