Citroën ha creado este prototipo eléctrico para dar una idea de un vehículo hecho para la ciudad y que sea «accesible sin carné de conducir», a partir de los 16 años de edad. Está ideado para su uso «bajo demanda», es decir, para viajar en él sin ser necesariamente el propietario del coche.
El uso se haría a través de una plataforma de coche compartido como las que ya existen en muchas ciudades, que cada usuario gestionaría desde una aplicación móvil. Su carrocería mide 2,50 m de longitud y 1,50 m de altura (no hay información sobre la anchura), por lo que es unos 20 centímetros más corto que un smart fortwo, y tiene capacidad para transportar a dos pasajeros. Las llantas son de 18 pulgadas de diámetro. Las puertas se abren asimétricamente, una hacia delante y otra hacia atrás.
Según Citroën, el uso del vehículo se podría reservar desde para un trayecto de cinco minutos hasta para un alquiler de cinco años de duración. Los intervalos de uso vendrían a gestionarse así:
- Entre 5 minutos y 5 horas: el vehículo es recogido en el punto donde esté localizado a través de la plataforma Free2Move siguiendo unos sencillos pasos.
- Hasta cinco días: mediante un alquiler de corta duración, haciendo la reserva por internet a Citroën's Rental&Smile.
- Hasta cinco meses: con acceso sin compromiso de compra para un periodo de uso menor al típico de un propietario convencional.
- Hasta cinco años: a través de un programa de alquiler de larga duración que incluiría mantenimiento de la batería, aparcamiento y la elección del punto de entrega, bien en el hogar, bien en el concesionario elegido.
El sistema multimedia del vehículo cuenta con aplicaciones que se pueden manejar tanto desde su propia pantalla como de manera remota, desde un dispositivo móvil. Así, el conductor puede acceder tanto a información relativa al vehículo, como a la planificación de su trayecto, empleando servicios como el de reserva de aparcamiento o el de localización de puntos de recarga.
Las prestaciones del Ami One Concept son modestas, claramente ideadas para el uso en ciudad. Alcanza una velocidad máxima de 45 km/h y tiene una autonomía de hasta 100 km. Citroën no dice qué capacidad tiene la batería, que está situada bajo el piso y es de iones de litio. Sí dice que, conectando el coche a una estación de carga doméstica de hasta 7.3 kWh (tipo «Wallbox»), necesita dos horas para una recarga completa. Para que los peatones detecten su presencia al acercarse, emite un sonido que no es el zumbido habitual de los coches eléctricos, sino uno formado por voces humanas.
El acceso al coche se hace mediante el móvil, leyendo un código QR que hay bajo la maneta de la puerta. Una vez el conductor accede al habitáculo y sitúa su teléfono en un área de recarga inductiva o «Drive-Pod», la interacción con el vehículo comienza. El uso de un asistente personal se activa con dos botones en el volante, uno para dar órdenes vocales y otro para navegar por el menú de aplicaciones. La instrumentación aparece en una pantalla de cinco pulgadas y se complementa mediante información proyectada en el parabrisas. La interfaz tiene graficos «humanizados» mediante unos ojos que transmiten emociones. A la derecha del «Drive-Pod» se encuentran el botón de arranque, el de los intermitentes de emergencia, el selector de marchas y un altavoz Bluetooth con el control de volumen.
El color naranja de la carrocería se llama Orange Mécanique. Algunas molduras protectoras están pintadas en gris oscuro y otras, las denominadas Airbump que Citroën presentó en el C4 Cactus, en azul Out of the Blue. El techo es retráctil y se abre manualmente. En el habitáculo hay superficies en acabado esmaltado. Los asientos también tienen una colocación asimétrica, con el del conductor en una posición adelantada para, según Citroën, mejorar la anchura disponible para los pasajeros a nivel de hombros. Entre los elementos curiosos para almacenar pequeños objetos, está una mochila blanca frente al copiloto.