La batería, fabricada por BYD, tiene 82,5 kWh de capacidad y es de fosfato de hierro y litio (LPF), una solución que BYD utiliza en otros de sus modelos como el Dolphin o el Atto 3. La potencia máxima a la que se puede cargar es de 11 kW en corriente alterna y de 150 kW en continua. Según la marca, para pasar del 30 al 80 por ciento son necesarios 26 minutos. Dispone de V2L, con lo que la batería puede alimentar dispositivos externos con un consumo de hasta 3 kW.
La batería va integrada en la cuna del chasis y forma parte del mismo, con lo que se convierte en un elemento estructural. Este diseño (llamado Cell to body o CTB) también permite —según BYD— que la carrocería sea más baja (sin perder altura libre al suelo) y que el interior sea más amplio. La rigidez torsional del Seal es de 40 500 Nm/grado, la misma que tenía un Mercedes-Benz Clase S de 2014 o un Rolls-Royce Phantom.
El coeficiente aerodinámico del Seal es 0,22, que es un buen valor, aunque no tanto como el de un Ioniq 6 (0,21). Una solución que BYD ha tomado para mejorar la eficiencia aerodinámica ha sido enrasar los tiradores de las puertas en la carrocería (se despliegan automáticamente cuando se desbloquean las cerraduras).