Las puertas del i8 se abren pivotando hacia arriba desde su parte delantera (imagen). Como están hechas de fibra de carbono, aluminio y plástico pesan poco y levantarlas no requiere un esfuerzo reseñable.
Una vez abiertas, entre el exterior y el asiento hay un tabique ancho y relativamente alto que forma parte del chasis de fibra de carbono. Sortearlo supone el que creo es el mayor problema funcional del coche. El grado de dificultad que supone sentarse en el asiento depende de la complexión y agilidad de cada uno. Yo, que mido casi dos metros de estatura, le cogí el truco pronto y no me parecía una complicación grande pero a todo aquel que se subía por primera vez le resultaba complicado.
Lo que no me parece un movimiento sencillo en ningún caso es la salida, sin duda más complicada que la entrada, porque requiere levantar las piernas por encima del chasis para sacarlas fuera y luego levantar todo el cuerpo sin tener los pies apoyados en el suelo (yo utilizaba el asidero interior de la puerta como punto de apoyo para hacer fuerza con el brazo y ayudarme a levantar el cuerpo).
Sin duda esta particularidad es la que, desde mi punto de vista, más puede condicionar la decisión a la hora de elegir un i8 o un coche con puerta y chasis convencionales. Como siempre, lo mejor es probarlo varias veces y formarse su propia opinión, ya que la nuestra no tiene porqué coincidir con la suya.
Las ventanillas no bajan del todo, el cristal sobresale unos tres centímetros de la puerta. Eso está muy bien para evitar conducir como no se debe, con el brazo colgando por fuera, pero resulta incómodo si lo que se quiere es apoyar un rato el codo para descansar el brazo.
El puesto de conducción es menos futurista que el exterior, y menos que el del BMW i3. Una pantalla hace de cuadro de instrumentos y una segunda, en la consola, similar a la que tienen el resto de modelos de BMW, muestra las informaciones relacionadas con el equipo de audio, el navegador (que a mí me parece uno de los mejores, si no el mejor, por lo bien que se ven los mapas y su facilidad de uso), el ordenador de viaje y los menús de configuración. Ambas pantallas se ven perfectamente incluso cuando incide sobre ellas directamente la luz del sol.
Inicialmente abruma la cantidad de información disponible. Con el tiempo, en vez de abrumar, uno acaba pensando si no hay una forma de simplificar todo. Mi compañero Enrique me decía que él cree que la gente no consulta todas las informaciones como sí hago yo. Es posible, pero también es posible que quién lo haga se acabe haciendo la misma pregunta.
Entre lo que se puede consultar están los datos de consumo —de gasolina y de electricidad, medios o instantáneos—, la autonomía —conjunta y eléctrica—, la carga de la batería —en porcentaje—, el flujo de energía —en un gráfico muy bonito pero que cuesta más de visualizar que el simplón de un Toyota Prius de segunda generación— y todos los datos habituales en un coche. El problema, desde mi punto de vista, es que todo está disperso. Parte se visualiza en el cuadro (que genera gráficos de diferentes formas y colores en función del modo de conducción activado; imagen) y parte en la pantalla del salpicadero, pero en distintos menús (imagen). Esta crítica no quita mérito a que BMW ofrezca tanta información.
También se ve en el parabrisas la velocidad, distintas indicaciones del navegador y otros avisos. Estas informaciones las proyecta sobre el cristal un sistema oculto en el salpicadero. Este elemento opcional resulta muy cómodo, útil y aporta seguridad al no tener que desviar la vista a las pantallas, pero tiene un precio elevado (1692 €) para una información redundante.
En cualquier caso, conducir el i8 no tiene, desde el punto de vista del conocimiento, más complicaciones que un coche «normal». Tan sólo conviene entender el funcionamiento de los distintos modos de conducción (los explicamos en la página de impresiones de conducción).
El puesto de conducción está bajo, pero sin llegar a una altura extrema que dificulte sobremanera la visibilidad. Ésta es aceptable en todas las direcciones salvo en las intersecciones. A mí el pilar delantero, que va muy tendido y queda cerca de la cabeza, me complicaba mucho ver en los giros si había algún peatón cruzando la calle. Es posible, no lo sé, que a un conductor de estatura normal o baja, que llevará la cabeza más lejos del techo, no le ocurra.
Los asientos delanteros son cómodos y sujetan bien el cuerpo en las curvas pero tienen menos ajustes que en otros modelos de BMW (por ejemplo no se puede variar la superficie de la banqueta). Hay una pieza por la que se puede pasar el cinturón de seguridad (imagen) para que quede más cerca de la mano. Si no se pasa por ahí, el pilar de donde sale queda muy retrasado
A las plazas traseras les ocurre lo contrario que a las delanteras. Si éstas son amplias y acogen sin problemas a ocupantes de casi dos metros de estatura, las traseras solo sirven para llevar puntualmente a un adulto si no queda más remedio porque son estrechas, hay poca altura hasta el techo y el respaldo, incómodo ya de por sí, es vertical. Sí puede ir bien unos niños, siempre que los ocupantes de las plazas delanteras sean de poca estatura y puedan adelantar sus asientos para dejar sitio a las piernas de los niños. Se quepa bien o se quepa mal, siempre resulta útil poder contar con esas dos plazas, que también son prácticas para dejar ahí el bolso o los abrigos.
He echado en falta una luz que ilumine estas plazas traseras. Tampoco hay luz en los parasoles, que sí tienen espejos de cortesía. Esta falta de alumbrado contrasta con el sistema de luz ambiental que recorre puertas y diversas partes del salpicadero, configurable en tres tonos (blanco, azul y naranja).
El maletero está en la parte trasera del coche, tras el motor de combustión. Se accede a través de un amplio portón de cristal que hay que abrir mediante un botón que hay en la puerta del conductor o con el mando a distancia. El espacio disponible es escaso, 154 litros dan para una maleta pequeña y poco más. El fondo tiene forma trapezoidal, con el lado más largo de 80 cm. La anchura es de 31 cm y la altura de 38 cm. Lo que se deja ahí queda oculto por una bandeja rígida.
He echado en falta lugares donde dejar las cosas que habitualmente se llevan encima. Los únicos que hay son un un par de huecos con tapa en la consola, que son poco profundos (imagen), y la guantera (imagen). También hay una redecilla junto a los pies del pasajero delantero (imagen), donde se puede meter una agenda, un móvil u otro objeto pequeño.