He conducido un Flying Spur V8 S equipado con un listado de opciones cuyo valor conjunto supera los 70 000 euros. Es una unidad que transmite una sensación de lujo muy grande, tanto a la vista como al tacto e, incluso, al olfato.
El cuero es el material predominante en el interior. Cubre las partes altas y bajas del salpicadero y de las puertas, así como el total de los asientos y del techo. Es un cuero de tacto fino, que deja muy buena impresión y que desprende un olor que contribuye a crear una atmósfera de lujo. También abunda la madera, que ocupa grandes extensiones del salpicadero y de las puertas.
Muchas de las piezas que brillan son metálicas, como las salidas de aire y el pomo del cambio (hay otras que no, como los embellecedores plateados de las palancas de los limpiaparabrisas y de las luces largas). El accionamiento de algunos mandos es muy agradable por la sensación de solidez y suavidad que transmiten, como el tirador metálico que abre y cierra las salidas de aire. El espesor de las alfombrillas es superior al corriente y los pies se hunden en ellas con una sensación placentera.
En este ambiente de gran lujo hay elementos que contrastan por ser obsoletos dentro del Grupo Volkswagen y que están fuera de lugar en un coche de más de 200 000 euros. Uno de ellos es el sistema multimedia, que es el mismo que Volkswagen utilizó, por ejemplo, en la generación pasada del Golf (el Golf VI, que dejó de comercializarse en 2012) y que ya no se ve en ninguno de sus modelos actuales. Es un sistema anticuado y esto se aprecia en la calidad de sus gráficos (mediocre), en su velocidad de procesado (mediocre) y en otros funciones como la cámara de visión trasera, que da una imagen de calidad también mediocre. No tiene capacidad para funcionar con Android Auto ni Apple CarPlay, aunque sí tiene un disco duro de 30 Gb en el que se puede almacenar canciones.
Otro elemento obsoleto en el Flying Spur es el selector del cambio, que es mecánico y muy parecido, por no decir idéntico, al que Audi utilizó, entre otros, en el A6 de 1998. Bentley ha introducido en su modelo más moderno, el Bentayga, un sistema multimedia más avanzado y compatible con las dos tecnologías móviles citadas en el párrafo anterior (imagen), así como un mando de tipo eléctrico como selector de cambio (imagen; el Mulsanne también tiene un selector de este tipo).
Los mandos que hay en la consola central están dispuestos de tal manera que resulta sencillo recordar su posición y manejarlos sin apenas distracción. Hay tres que están un poco más escondidos, por detrás y a la derecha del volante, pero que no realizan funciones que se utilicen con asiduidad (poner a cero el cuentakilómetros, desconectar los sensores de ayuda al aparcamiento y desconectar el ESP). Estos tres botones son de plástico y son los de peor calidad del habitáculo.
El mullido de los asientos es muy confortable. Todos los posibles ajustes de los delanteros se hacen mediante motores eléctricos, incluido el de la altura del reposacabezas y del cinturón de seguridad. El recorrido de las regulaciones es amplio y para mí ha sido muy fácil encontrar una postura de conducción cómoda al volante (el volante también tiene ajuste eléctrico, en altura y profundidad). Se pueden guardar hasta tres posiciones de asiento y volante. Otras funciones que pueden tener son calefacción, ventilación y masaje. Esta última es agradable, aunque no es posible elegir, como por ejemplo en un Mercedes-Benz Clase S, entre distintos tipos.
Los asientos traseros también pueden tener calefacción, ventilación y masaje, además de ajustes eléctricos, aunque estos son más limitados y cuentan dos posiciones de memoria. En la unidad que he probado se podía ajustar el apoyo lumbar, variar la altura de la banqueta y deslizar esta hacia delante, lo que hacía que el respaldo se inclinase hacia atrás. No se podía ajustar la banqueta y el respaldo de forma individual (de hecho, el mando que supuestamente controlaba el respaldo era falso, no se movía). La plaza de la derecha tiene además la posibilidad de mover el asiento del acompañante para así poder incrementar el espacio para las piernas. Los reposacabezas han de moverse a mano y los cinturones no se pueden regular en altura.
La fila trasera puede estar configurada para dos o tres personas. Si es para dos, hay una consola central fija separando los asientos laterales (imagen). En la configuración de tres pasajeros, la plaza central es estrecha e incómoda (imagen). En cualquiera de los casos hay salidas de aire en los laterales (colocadas en los pilares; imagen) y en la consola central. Bajo las salidas centrales hay un mando extraíble (imagen) con diversas funciones. Sirve para manejar el sistema multimedia de la plazas delanteras y el de las plazas traseras, para ver información como la velocidad a la que circula el vehículo y los datos del ordenador de viaje, para controlar la calefacción y ventilación de los asientos posteriores o para subir y bajar la persiana trasera.
El sistema multimedia de las plazas traseras es opcional. Consta de dos pantallas de 10 pulgadas tras los reposacabezas de las plazas delanteras (imagen), dos consolas con distintos puertos de entradas en los respaldos de estas plazas (hay un USB, un HDMI, una ranura para tarjetas SD y un lector de CD), un disco duro de 60 Gb y dos auriculares inalámbricos (imagen). Las pantallas no son táctiles y se han de manejar con el mando extraíble citado en el párrafo anterior.
Para acceder a la nevera hay que abatir el reposabrazos central trasero y pulsar un botón para que una ventana de cristal se deslice hacia abajo. En el frontal de la nevera hay un espacio para guardar dos copas y detrás está el hueco en el que se puede guardar, por ejemplo, una botella de vino de tamaño estándar (75 cl). La nevera tiene un impacto importante en el maletero, ya que ocupa una parte importante de este y hace que el área de carga disponible sea más difícil de aprovechar. Sin la nevera, el volumen del maletero es 475 litros.
La tapa del maletero tiene accionamiento eléctrico. Es posible abrir la tapa desde el interior pulsando un botón, pero no cerrarla. Todas las paredes del espacio de carga están tapizadas. Hay una alfombrilla de gran grosor en el piso que cubre la tapa que da acceso a la rueda de repuesto, que es de tamaño inferior al resto y que sólo puede utilizarse durante unos 200 km a una velocidad máxima de 80 km/h.