La unidad que hemos conducido del Continental GT Convertible V8 tenía plástico negro piano por el salpicadero, la consola y las puertas. La buena noticia es que es una opción (en el W12 es de serie). Parece de mayor calidad que el que se encuentra en coches más corrientes (no tiene ese brillo tan intenso y «plasticoso»), pero las motas de polvo se depositan sobre él como en el más barato de estos plásticos. Y eso en un coche que es descapotable, cuyo interior se ensucia más que en uno que no lo es, es un problema adicional, salvo que no importe llevar el coche con un aspecto sucio o se esté dispuesto a limpiarlo con mucha frecuencia. Recomendamos dejar la madera de serie (en el caso del V8) u optar por las otras once posibilidades que ofrece Bentley, entre las que hay distintas maderas de nogal, eucalipto, acacia koa, aluminio y fibra de carbono.
Y hasta aquí todo lo mundano del interior del GT Continental Convertible. Casi todo lo que se ve está recubierto de piel, y también gran parte de lo que no (como la tapa de la guantera, los laterales de la consola o las zonas inferiores de las puertas. Lo que no es negro piano o no está tapizado, está cromado. En general, diría que casi todo lo demás es de plástico, aunque tengo dudas con piezas como el bisel de las salidas de ventilación que son unas opcionales que tienen un tallado decorativo y que, si no me equivoco, son metálicas.
Todos los mandos tienen muy buen tacto. Los botones acompañan su movimiento al presionarlos con un clic que deja claro que se ha pulsado correctamente. Las ruedas para manejar el sistema multimedia, el climatizador y el cambio son robustas y rotan por pasos, para que el ajuste sea preciso. Son pequeños detalles que van marcando las diferencias.
Los asientos delanteros son cómodos. No tienen ningún ajuste especial (salvo el de la longitud de la banqueta, que es menos habitual, aunque se encuentra en muchos coches), todos eléctricos. Pueden estar calefactados, ventilados y dar masajes. Entre el reposacabezas y el respaldo hay una salida de aire que lo expulsa, caliente, hacia el cuello de los pasajeros (los delanteros). Es una función muy agradable cuando se conduce descapotado en días frescos. El volante también tiene calefacción. He echado en falta un botón que permita subir y bajar las cuatro ventanillas a la vez, algo que es habitual encontrar en otros descapotables.
En las plazas delanteras hay espacio suficiente para ocupantes de un poco más de metro noventa (si se sientan de la manera adecuada, es decir, con el respaldo cerca de la vertical). Detrás hay menos altura pero, sobre todo, falta espacio para colocar los pies de manera confortable salvo que conductor y acompañante sean de poca estatura y lleven los asientos bastante adelantados.
Cuando los pasajeros delanteros se sientan, un brazo mecánico les acerca el cinturón al hombro, para que no haga falta estirarse hacia atrás para alcanzarlo (el cinturón sale de la carrocería, no del asiento). Entre los dos asientos traseros hay una pieza de plástico con dos portabebidas, una toma de 12 V (ocupada por un mechero) y una única toma USB. También es la única de tipo USB normal, las otras dos (que van delante, en el cajón del reposabrazos, junto a otro mechero y una zona de recarga inalámbrica (opcional) en la que un teléfono Samsung S20 entra por los pelos) son de tipo USB C.
Los espacios para vaciarse los bolsillos no son numerosos ni grandes. Y, sorpresa, no todos están tapizados o tienen un fondo de goma: los de las puertas son de plástico. De buena calidad, pero plástico. Un detalle que me ha parecido llamativo.
Las puertas son grandes, como es habitual en los cupés para que dejen un espacio amplio de acceso a las plazas traseras, pero tampoco en exceso. Son pesadas y no tienen un sistema que las deje fijas si el coche está aparcado en una pendiente (aunque sea pequeña), lo cual hace que la salida del coche no sea en ocasiones todo lo elegante que uno podría desear, además de lo incómodo que resulta sujetarla.
El maletero es pequeño (235 litros) y, sobre todo, irregular. Ancho al principio, estrecho de mitad hacia el final y con poca altura (entre 31 y 25 cm). Todas sus paredes están enmoquetadas, tiene un punto de luz y una toma de 12 voltios. La tapa tiene un motor para la apertura y el cierre. Desde el mando a distancia se puede abrirla, pero no lo contrario. Eso solo se puede hacer desde un botón que hay en el tapizado.
El cuadro de instrumentos es una pantalla cuya configuración resultará muy familiar a quien tenga un Audi. Muestra la información habitual y no tiene nada de especial ni de exclusivo. La otra pantalla, la del salpicadero, responde rápido a las pulsaciones con la yema de los dedos, pero algunas transiciones de gráficos tardan un poco en ejecutarse. El equipo multimedia es compartible solo con Apple CarPlay. Ambas pantallas se ven bien con el techo descubierto en un día soleado.