El Q3 Sportback trae de serie una suspensión más firme que la del resto de la gama Q3. Con ella, el Q3 tiene una calidad de rodadura buena, pero no mantiene perfectamente aislados a los pasajeros del perfil del asfalto. No es tan duro como un BMW X1 xDrive25e con la suspensión deportiva (no lo hemos conducido sin ella), pero sí más que un Mercedes-Benz GLA 250 e.
Con esta suspensión la carrocería va bien sujeta, los apoyos son casi inmediatos y se puede hacer una conducción decidida. Es decir, es una versión que se desenvuelve bien en carreteras de curvas. En ciudad, donde más molesta la firmeza es en los pasos de peatones sobreelevados, que conviene pasar despacio para evitar ser sacudidos.
El sistema híbrido tiene 245 CV, potencia máxima que no es la suma aritmética de la potencia de los dos motores (150 CV el de gasolina y 116 el eléctrico). Cuando la batería tiene carga y funcionan ambos motores, la aceleración de 80 a 120 km/h requiere 4,5 segundos. Con la batería teóricamente descargada (0 km de autonomía) hemos medido 5,2 segundos para completar la misma maniobra. En cambio, si se acelera utilizando solo el motor eléctrico, el tiempo aumenta hasta 11,6 segundos. Son tiempos parecidos a los que hemos medido a un BMW X1 xDrive25e de 220 CV (125 + 95 CV):
Híbrido CON carga en la batería | Híbrido SIN carga en la batería | Eléctrico | |
Audi Q3 Sportback 45 TFSIe | 4,5 s | 5,2 s | 11,6 s |
BMW X1 xDrive25e | 4,7 s | 5,5 s | 11,6 s |
Lo que no muestran esos datos es una diferencia importante: mientras que los tiempos del Audi son constantes en cada una de las seis pasadas que hacemos para tomar cada medición, en el BMW existe un empeoramiento muy evidente conforme las hemos ido haciendo (hay diferencias de hasta 6 segundos).
Hay otras diferencias. El BMW responde con más inmediatez al acelerador, de hecho, da la sensación de que es más potente que el Audi. Esto es así siempre que no se pise el acelerador a fondo; si se hace, la entrega de potencia del Audi es contundente y es necesario sujetar con fuerza el volante para que avance recto sin zigzaguear (me recuerda a un Fiat Uno Turbo i.e que tuve). En ambos casos, la puesta en marcha del motor térmico se hace con mucha suavidad, algo que no ocurre en el Mercedes-Benz GLA 250 e, en el que se nota tanto por el ruido como por la brusquedad con la que se produce el arranque a veces. Una característica del Audi respecto a los otros dos es que su motor de gasolina hace un ruido mucho más agradable.
Por defecto, si la batería tiene carga, el Q3 Sportback 45 TFSIe arranca en modo eléctrico (EV). Y sigue así salvo que se pise el pedal a fondo, se agote la batería o se seleccione el modo híbrido. En modo eléctrico, la velocidad máxima es de 140 km/h (en el que hemos probado se quedaba en 136 km/h de marcador). Al funcionar en conjunto los dos motores, la velocidad máxima es de 210 km/h.
En el modo híbrido (Auto-Hybrid), si hay batería, avanza en modo eléctrico a velocidades inferiores a unos 70 km/h, salvo que la demanda de aceleración exceda la que puede suministrar el motor. A más velocidad, aunque haya carga, el motor de gasolina se pone en funcionamiento y es el principal encargado de mover las ruedas. En esta situación, el consumo depende por completo del tipo de uso: por ciudad, apenas se gasta combustible, mientras que si se va por carretera, el consumo eléctrico es muy pequeño. Cuando el nivel de carga de la batería marca 0, no queda otra que quemar gasolina para mover el coche.
Además, hay otras dos funciones adicionales que se pueden seleccionar a través del sistema multimedia: Battery Hold, que sirve para conservar la carga a un nivel determinado, y Battery Charge, que utiliza el motor de combustión para recargar la batería.
Para comprobar las diferencias de funcionamiento he hecho un mismo recorrido tres veces, dos en modo híbrido —una vez con carga y otra sin— y la última activando la función que recarga la batería mediante el motor de gasolina. En la página siguiente —Consumo y recarga— doy más detalles sobre ello y otros aspectos relativos a esos dos conceptos.