El Alpenglow es un vehículo monoplaza cuyo motor de combustión está alimentado por hidrógeno. Según Alpine muestra el futuro de la marca por diseño, tecnología e innovaciones. Está pensado para que pueda adaptarse tanto a un uso en carretera, como a determinadas competiciones.
Mide más de cinco metros de longitud, dos de anchura y menos de un metro de altura. Es decir, tiene unas proporciones que no se encuentran en coches de producción, sino más bien en los de carreras. De hecho, el coche que Alpine homologará en la categoría LMDh de carreras de resistencia estará inspirado en el Alpenglow. Este prototipo, a su vez, toma ideas del pasado, en concreto de la parte trasera alargada y con alerones prominentes del Alpine A220 de finales de los años 60.
El diseño también está condicionado de alguna forma por los dos depósitos de hidrógeno (que pueden almacenar este producto a 700 bares) situados a ambos lados del habitáculo y que alimentan el motor de combustión situado en posición trasera. Según Alpine «el motor híbrido de hidrógeno es una solución que concilia el respeto al medio ambiente con el inimitable placer de conducción que proporciona este tipo de motor: potencia, ligereza y riqueza de emociones sonoras» (no obstante, el próximo Alpine A110 será eléctrico). Esta tecnología de hidrógeno está desarrollada por Alpine y HYVIA.
Muchas de las piezas de su estructura están hechas con fibra de carbono (en algunos casos reciclado), material que también se utilizará en algunos coches futuros de Alpine, para «garantizar su ligereza».
El interior está pensado para que el conductor tenga una intensa sensación de deportividad y, a la vez, transmita ligereza. El volante tiene selectores integrados para variar algunas de las funciones, al estilo de los coches de Fórmula 1 o de la categoría LMP1 de resistencia; también hay un botón de «adelantamiento» para conseguir más potencia. En el volante también está la ranura donde se introduce la llave que pone en marcha el vehículo.