Alfa Romeo Stelvio (2017) | Impresiones del interior
Alfa Romeo ha puesto atención desigual al habitáculo del Stelvio. La presentación general es buena pero no excelente. Hay detalles de acabado muy buenos, como la calidad que transmite el cuero que recubre los asientos, el metal y el tacto de las levas del cambio tras el volante o la madera que adorna algunas zonas del interior. Por el contrario, los plásticos tienen calidades y ajustes dispares. Los más blandos, que recubren la zona superior del salpicadero y de las puertas, ajustan bien pero son de una goma frecuente en coches más baratos. Los duros, son buenos en la parte inferior de las puertas y no tan buenos en la consola central. Por ejemplo, dan sensación de fragilidad los mandos del sistema multimedia, la palanca del selector de marchas o el cajón que hay bajo la consola central.
El techo está tapizado con una tela de tacto más suave que el que Mercedes-Benz emplea en el GLC, con la unión a los pilares delanteros bien rematada pero con un ajuste deficiente en la zona que rodea el plafón de luces trasero, porque es fácil descolgarlo con la mano. El techo solar panorámico está dividido en dos y solo la parte que está sobre los asientos delanteros se abre (imagen).
Un mismo conductor va sentado en el Stelvio 19 centímetros más alto que en el Giulia. Estos son datos oficiales y no sabemos qué asientos se han tomado como referencia. Nosotros hemos probado los de serie con reglajes eléctricos y tapicería de cuero y los opcionales deportivos (imagen), también con reglajes eléctricos y tapicería de piel. Estos segundos le gustaron más a Alfonso Herrero (yo no los he probado), porque dice que sujetan más y porque van situados más bajos, lo que hace que el volante y los pedales queden en una posición que será más del gusto de algunas personas.
Con los asientos más sencillos, la distancia entre la columna de la dirección y la banqueta era demasiado reducida para que Alfonso Herrero (que mide 1,95 m de estatura) pudiera pasar las rodillas. Yo, que mido 1,72 m, no tuve ese problema. No sabemos si esta diferencia de altura entre unos asientos y otros ocurrirá en todas las unidades así como también en aquellas que carecen de regulaciones eléctricas, pero creemos que conviene fijarse para elegir el que sea más adecuado para cada uno.
A diferencia de lo que ocurría anteriormente en Alfa Romeo, por ejemplo en un 159, que tenía el botón de apertura del maletero en el plafón de luces, en el Stelvio los botones y otros mandos están colocados en los lugares que son más o menos habituales en la mayoría de marcas, por lo que la adaptación a este modelo si se viene de otra marca es rápida. Lo único que puede costar encontrar por primera vez es el botón de arranque, que está en el lado izquierdo del volante (imagen). Este, tiene ajustes en altura y profundidad y la posibilidad de ser calentado.
La información que recibe el conductor se reparte entre el cuadro de instrumentos (de indicadores de aguja complementados con una pantalla, que puede ser de 3,5 o 7”; imagen) y la pantalla del sistema multimedia (también disponible en dos tamaños, 6,5 u 8,8”; imagen de la más grande). El climatizador tiene sus propios mandos (imagen), por lo que su utilización apenas requiere una mínima distracción. Este detalle no nos parece nimio en un momento en el que hay coches en los que casi todo se maneja desde una pantalla táctil, convirtiendo en complicado (e incluso peligroso) lo que se puede hacer de manera sencilla.
La pantalla del Stelvio no es táctil y para navegar por sus menús hay que utilizar un mando rotatorio y dos botones colocados entre los asientos (imagen). Tiene, a mi modo de ver, dos grandes defectos: un formato muy apaisado y una calidad que no está a la altura de lo que Alfa Romeo pide por el coche (ni de las pantallas de otros modelos con los que compite). La forma de la pantalla dificulta la lectura de información al usar el navegador porque los mensajes de guiado se superponen sobre una parte importante del mapa. La interfaz es intuitiva y fácil de manejar.
Las tres plazas traseras son válidas para dos adultos. La central es incómoda, principalmente por la molestia que supone el abultado túnel que hay en el piso (mide 22 cm de anchura y 15 de altura). Si se colocan dos sillas infantiles sujetas con ISOFIX (cuyos enganches van cubiertos por una tapa y son fáciles de utilizar) el espacio que hay entre medias es menor que en un Ford Edge o un Mercedes-Benz GLC.
El techo no desciende de forma muy pronunciada en la zona trasera, pero la silueta de la puerta sí lo hace, lo que complica el acceso al interior a personas altas y, seguramente, colocar a un niño en una sillita. Donde sí perjudica la caída del techo es en el maletero. Hasta la cortina que cubre el equipaje —formada por dos piezas, una rígida unida al portón (imagen) que se quita y pone con dificultad y otra enrollable en un carrete (opcional, la de serie es rígida)— la capacidad de carga es buena (525 litros). Pero por encima de esa zona el espacio es prácticamente inaprovechable si se necesita meter objetos voluminosos. El portón tiene, de serie, apertura y cierre automatizados.
El maletero tiene formas regulares, dos puntos de luz bien situados (imagen e imagen) y una toma de corriente (12 V), dos ganchos para colgar bolsas y unos tiradores para plegar los respaldos traseros (que están divididos en tres secciones: 40/20/40). Debajo del piso no hay espacio adicional; ahí van colocados los elementos necesarios para reparar un pinchazo. En el lateral izquierdo hay un hueco (imagen) que desparece si el equipo de sonido tiene altavoz de graves (imagen). La terminación es correcta porque Alfa Romeo ha tapizado toda la superficie con suficiente esmero y con materiales que aparentan buena calidad.