El interior del 159 transmite mayor sensación de solidez que de calidad. Con esto no quiero decir que los materiales sean malos, sino que no parecen tan ricos como los que emplea Audi o Lexus. Los ajustes son correctos.
En la mitad superior del salpicadero, Alfa Romeo ha utilizado un plástico con un acabado acolchado. La otra mitad es de plástico duro pero con un acabado superficial que le da buena apariencia. La consola y parte del volante están hechos de aluminio con un ligero tono azulado y un relieve rayado.
La posición al volante es mejor que la de otros Alfa Romeo, como el 147 o el modelo al que reemplazó este 159, el 156. Es mejor porque hay más espacio para las piernas, más anchura y más altura, y sobre todo porque los ajustes del volante (vertical y horizontal) son más amplios.
Los conductores altos son los que más notarán estos cambios, ya que es posible ir sentado más atrás, con la distancia adecuada hasta los pedales, y que el volante no quede lejos. También hay más espacio para las piernas por debajo del volante que en un 156.
Los asientos de la unidad que hemos probado estaban tapizados de cuero y tenían los ajustes manuales, incluidos uno de apoyo lumbar y otro de inclinación de la banqueta. Para variar el ángulo del respaldo hay un mando giratorio en el lado exterior del asiento. Permite una regulación más precisa que una palanca, pero hay poco espacio para accionarlo y está muy duro. Opcionalmente se pueden pedir reglajes eléctricos con memoria.
Para un uso normal, los asientos delanteros me han parecido cómodos por el relleno, que no era excesivamente duro ni blando. La superficie de contacto de la espalda con el respaldo es amplia, aunque la parte superior de éste queda algo alejada y hay que adoptar una posición ligeramente forzada para descansar por completo sobre él. A pesar de que la piel suele resbalar más que otros tejidos, la sujeción que proporcionaban los asientos me ha parecido suficiente para un uso normal.
Detrás sólo pueden ir cómodamente dos personas. Los laterales de la banqueta y del respaldo presentan una inclinación que impide ir sentado aprovechando ese espacio. Que el asiento trasero se pueda abatir (en dos partes) es una opción.
Los asientos delanteros tienen reposacabezas de tipo activo. En las plazas traseras laterales hay dos fijaciones Isofix para sillitas de niños. Todos los 159 vienen con siete airbag: dos frontales (60 y 120 l para acompañante), dos laterales para las plazas delanteras (12 l), dos de cortinilla que protegen a los ocupantes de las dos filas de asientos y uno de rodillas para el conductor. Opcionalmente, también está disponible este airbag para el acompañante.
Hay lugares suficientes para depositar los pequeños objetos que habitualmente llevamos en los bolsillos, como las llaves, el móvil o la cartera. Algunos de estos huecos tienen tapizado el fondo para evitar ruidos. Lo que no hay es sitio para guardar objetos más voluminosos, como un bolso pequeño o una botella de agua. De hecho, las bolsas rígidas de las puertas no tienen anchura suficiente para meter un botellín de 33 cl. En todo el coche hay un único porta botes.
La iluminación interior del habitáculo es suficiente, con dos plafones y cuatro luces de lectura.
El maletero del modelo de 2005 sólo se podía abrir desde un pulsador que hay en el interior (en el plafón de luces delantero) o desde el mando. Desde 2008 se puede hacer también presionando en el logotipo trasero. Tiene una capacidad de 405 l, que es poco; de entre los de su tamaño, tan sólo el Lexus IS lo tiene de menor volumen. La boca de carga es pequeña. El interior está iluminado y hay cuatro argollas para sujetar una red y una cinta con velcro para agarrar algún objeto pequeño, o el asa de una mochila, o una bolsa. La rueda de repuesto es de emergencia y está guardada en un doble fondo que hay en el maletero.
El maletero del 159 Sportwagon está cubierto por una cortina enrollable y tiene un sistema para que se pueda desmontar con comodidad. Hay guanteras con tapa en ambos lados maletero; dos están situadas justo debajo de la cortina y otras dos en la base del maletero. Debajo del piso va alojada una rueda de repuesto de emergencia, aunque opcionalmente podrá llevar una rueda de repuesto de la misma medida que las otras cuatro. Además, hay una toma de corriente de 12V y cuatro argollas (sin pintar ni cromar) para sujetar la carga. Opcionalmente, podrá tener una red que se puede fijar a las argollas.
Desde el punto de vista de la funcionalidad los aspectos menos positivos del maletero del 159 Sportwagon son el plano de carga alto (79 cm) y que entre el fondo del maletero y el borde donde encaja el portón hay un escalón de unos 25 cm. Se echan en falta ganchos para colgar bolsas.
El maletero tiene una longitud máxima de 100 cm; la anchura máxima es 106 cm y la mínima 94 cm (determinada por los pasos de rueda). La altura desde el piso hasta la cortinilla que cubre el maletero es 54 cm. Lo que determina que un objeto pueda entrar en el maletero es el tamaño del portón trasero, porque no tiene una forma muy regular.
El portón trasero se abre desde un mando en el plafón de luces de las plazas delanteras o desde un botón dispuesto en el mando a distancia. No tiene un asidero o un lugar cómodo desde donde abrirlo (ni apertura automática, como un Honda Accord). Para cerrarlo sí dispone de un asidero en su parte interior.
El respaldo de los asientos traseros se pueden abatir en porciones 60/40; cuando se hace, queda un escalón entre el piso del maletero y el respaldo de los asientos
Para poner en marcha el motor hay que introducir el mando en un receptáculo que hay en la consola, a la derecha del volante, pisar el pedal del embrague o freno y mantener pulsado un botón hasta que arranca. No encuentro ninguna ventaja de tipo funcional a este sistema frente a un mando con llave. No puede tener un sistema de entrada y arranque sin llave.
Tras el volante, con mandos para manejar el equipo de sonido hay tres palancas, dos a la izquierda y una a la derecha. Las dos primeras sirven, una para manejar las luces, intermitencias y la configuración de algunos elementos (sensor luz y aviso velocidad en nuestro caso), y la otra para el programador de velocidad. La de la derecha es la de los limpiaparabrisas y el ordenador.
En el cuadro de instrumentos hay un velocímetro, un cuentarrevoluciones y la pantalla del ordenador; en la consola, que está orientada hacia el conductor, hay indicadores del nivel de combustible, de la temperatura del refrigerante y de la presión del turbo. Que estén ahí me parece un motivo más estético que práctico.
La pantalla del ordenador muestra los kilómetros totales y un parcial. Tiene otros dos contadores parciales, que además de la distancia, informan de la autonomía, el consumo medio, el instantáneo y la velocidad media. Tiene un detalle muy interesante, y es que permite mostrar simultáneamente dos datos de cada parcial, a nuestra elección.
La información que da el ordenador también se puede ver en la pantalla del navegador. Éste forma parte de un paquete que incluye teléfono, el equipo de sonido y reconocimiento de órdenes vocales.
Salvo por la comodidad que aporta el teléfono integrado (es de los que funciona introduciendo la tarjeta SIM del móvil o un duplicado de ésta), no me parece recomendable esta opción por dos motivos: uno es que obliga a desviar la vista de la carretera más tiempo del deseable, otro es que si utilizas el navegador no puedes escuchar un disco de música, salvo que se monte el cargador opcional de 10 discos que va en el maletero.
Lo primero se debe a que mucha de la información que aparece en la pantalla está escrita con un tamaño de letra pequeño. También resulta incómodo actuar sobre alguno de los doce pequeños botones, colocados en fila, cuya función cambia según estemos utilizando la radio, el navegador u otras funciones.
El sistema para variar la iluminación del cuadro es algo peculiar. Se puede hacer de forma manual (pulsando unos botones que hay en la palanca de las luces) o bien de forma automática; en este caso, un sensor (con tres niveles de sensibilidad seleccionables) se encarga de regularla en función de la luz exterior. El modo automático tenía en nuestra unidad un funcionamiento errático: si estaba nublado, iba aumentando y disminuyendo la iluminación de forma reiterativa sin aparente lógica.
También hay una función (similar al «Black Panel» de Saab) para apagar todos los indicadores excepto el velocímetro. Si lleva montado el navegador, hay que pulsar otro botón para que su pantalla se apague también. Cuando se pulsa alguno de los botones circulares que hay en la consola, se enciende una corona de luz alrededor de él para indicar que está accionado. Es una solución interesante porque se ve con claridad que esta conectado desde cualquier ángulo y no molesta de noche.
El climatizador de nuestra unidad era de tres zonas, una opción; de serie lleva uno de dos. Delante hay cinco salidas de aire orientables, una a cada lateral y tres centrales. En el salpicadero, además de las habituales para dirigir aire al parabrisas, hay otras dos de gran tamaño en el centro, que se pueden cerrar. En la prolongación de la consola, los pasajeros traseros disponen de unos mandos para regular la temperatura y seleccionar la salida del aire (por la zona de los pies, por las salidas que hay en la consola, o por ambos lugares). No pueden variar el caudal del aire (es automático). Una característica de estos climatizadores (y que otros que Alfa lleva usando un tiempo) es un sensor (AQS; «Air Quality Sensor») que puede activar automáticamente la recirculación de aire cuando el ambiente exterior está momentáneamente muy contaminado (en túneles o atascos).