Namibia en un Toyota Hilux y 120 fotos - El polvo
- Por Alfonso Herrero (@alf_reguart)
- 28 de mayo de 2016
Comienza la ruta. Así son las carreteras por las que hemos circulado. Anchas, polvorientas (no están asfaltadas, aunque esta parece tener una capa de algo más consistente que tierra por debajo) pero en buen estado.
Hormiguitas.
Aumenta el polvo.
Cualquiera acciona los limpiaparabrisas.
El último debe tener muy buenas vistas...
Por si alguien se preguntaba si las tapas de las bañeras de los pickup cierran herméticamente. La tapa puede, el portón, no.
Postes de madera (en un país sin árboles).
Un calentón.
Faltaba la parte final del mensaje.
¿Toilet?
Esto es un baño, pero no estaba ahí, lo montó la organización.
Una de carteles.
Foto obligatoria
Faltan los otros 16 Hilux.
Un antilope cruzando en el momento menos oportuno. O más, según se mire.
Avestruces.
Oryx.
Una cebra pasando que no es lo mismo que un paso de cebra.
Un Hilux perseguido por una nube de polvo.
Una granja tras muchos kilómetros sin ver civilización.
Nos había adelantado hace un rato, pero ahora va con la rueda delantera pinchada.
Sin sol. Al natural era precioso. La ausencia de viento hacía que el polvo quedase sobre la pista por la que circulábamos.
Y con sol.
Merendero a un kilómetro. Aunque yo creo que de lo que avisa es de la sombra.
Mismo lugar de noche y de día. En esta finca es donde dormimos.
El campamento.
Mi tienda. Toda para mí solo (y un mosquito que, afortunadamente, se portó bien).
El fuego. Siempre tan fascinante. Y de agradecer por la noche, cuando la temperatura bajaba unos 15 o 20 grados.
2. La arena 4. Las rocas