Volkswagen Tiguan Allspace (2018) | Impresiones de conducción
La conducción del Tiguan Allspace difiere poco en condiciones normales de la de un Tiguan convencional. La mayor longitud no tiene un efecto muy importante en la facilidad de uso porque la visibilidad hacia afuera es buena, el coche maniobra bien en espacios pequeños y las ayudas al aparcamiento resultan eficaces.
Es un vehículo confortable, en el que se pueden hacer muchos kilómetros sin acusar fatiga. Esto es, en gran parte, porque rueda de forma silenciosa y porque la suspensión trata bien a los ocupantes, filtrando bien las imperfecciones del asfalto que, en otros vehículos, se tornan más molestas y evidentes después de mucho rato viajando. Además, es fácil conseguir una posición óptima al volante y los asientos son cómodos y sujetan bien el cuerpo. El Škoda Kodiaq, con el que comparte plataforma, es un vehículo muy parecido en este sentido e igualmente recomendable para quien valore un confort de marcha y un refinamiento elevados.
Al igual que el Kodiaq, el Tiguan Allspace no transmite una sensación de agilidad alta en carreteras de curvas cuando se circula a ritmo normal; ambos tardan más en completar los cambios de apoyo que un Tiguan convencional, que por contra nos parece un poco más incómodo.
Nuestra unidad de pruebas estaba equipada con un motor de gasolina de 180 CV y un sistema de tracción a las cuatro ruedas (4MOTION) que tiene cuatro modos de funcionamiento: «onroad», «offroad», «snow» y «offroad individual». Dentro del modo «onroad», hay dos modos de conducción («normal» y «sport») que afectan a elementos como la respuesta del acelerador y la dirección. También pueden afectar a la suspensión si se opta por la de tipo adaptativo «DCC», con la que se añade otro modo de conducción adicional: «Confort».
El motor de 2,0 litros turboalimentado de 180 CV es muy agradable por la suavidad con que funciona y el empuje intenso que proporciona en casi cualquier circunstancia. Cuando el coche ha circulado más cargado durante mi prueba, transportaba a cuatro adultos sin equipaje. En esas circunstancias nunca he echado en falta más potencia, incluso en condiciones de alta demanda de fuerza, como incorporaciones o adelantamientos. Según nuestros datos, la aceleración entre 80 y 120 km/h se produce en 6,6 segundos, que es un buen valor para un vehículo con esta potencia y dimensiones. Por ejemplo, un Mazda CX-5 con motor de gasolina de 165 CV necesitó 8,8 segundos para la misma maniobra.
El principal inconveniente de este motor del Tiguan Allspace es que da un consumo elevado. En nuestro recorrido de consumo de referencia (144 km por una autovía que atraviesa un puerto de montaña y a 120 km/h de media real) ha sido de 9,0 l/100 km. En mis trayectos diarios habituales por la ciudad y sus alrededores, circulando con agilidad pero de forma eficiente, sin realizar aceleraciones innecesarias, el ordenador de viaje indicó un consumo en el entorno de los 11,0 l/100 km.
En nuestro recorrido de referencia, el Kodiaq con el motor de gasolina de 150 CV gastó algo más, 9,2 l/100 km, mientras que con el motor Diesel de 150 CV (ambos disponibles en el Tiguan Allspace) fue mucho menor, de 6,6 l/100 km. Con el Mazda CX-5 de gasolina de 165 CV obtuvimos un consumo también muy inferior al del Tiguan Allspace, de 7,1 l/100 km.
Al realizar nuestras pruebas habituales en circuito, la maniobra de esquiva y el eslalon, nos hemos encontrado con reacciones distintas a las del Tiguan convencional. La principal diferencia es que la intervención de las ayudas electrónicas ha sido algo errática, aunque por regla general, menos intrusiva de lo habitual. Esta característica se empezó a notar durante la jornada al forzar la marcha en las curvas mientras realizábamos la sesión de fotos que acompaña a este texto, ya que percibíamos claramente una deriva lateral en el eje trasero de ruedas que en el Tiguan no llegamos a experimentar.
Más tarde, al realizar la maniobra de esquiva, comprobamos que las ayudas electrónicas intervenían tarde y permitían movimientos bruscos de la carrocería: las ruedas interiores tras el segundo golpe de volante llegaron a despegarse simultáneamente del asfalto y a ello le seguían varios rebotes amplios de suspensión. A pesar de ello, aunque incómoda, la sensación desde el puesto de conducción fue de buen control sobre el vehículo. En otras ocasiones, estas reacciones bruscas no aparecieron y las diferencias con respecto al Tiguan se limitaron a un sobreviraje más acusado.