Toyota RAV4 (2004) | Impresiones de conducción en carretera
Durante la presentación de este modelo he tenido ocasión de probar versiones de tres y de cinco puertas, con los motores 2.0 VVT-i de 150 CV y D4-D de 116 CV, todos ellos con tracción total.
En carreteras con curvas me ha llamado la atención por su extraordinaria agilidad y buen agarre, siguiendo con destacable fidelidad las ordenes transmitidas por el conductor al volante. Tanto, que permiten realizar una conducción de estilo deportivo sin problemas y enlazando las curvas a muy buen ritmo.
No hay grandes diferencias de reacciones entre las versiones de tres y cinco puertas, aunque cerca del límite de adherencia se nota una mayor facilidad para sobrevirar en la versión de tres puertas (con una batalla 21 cm más corta). Esto lo corrige el nuevo control de estabilidad (VSC, de Toyota Denso); no es desconectable, pero apenas interfiere al realizar una conducción muy dinámica y no se echa en falta un botón para anularlo. En su agarre es muy probable que tenga que ver la enorme anchura de sus neumáticos 235/60 R16 100 H M+S de tipo mixto.
Los frenos tienen excelente tacto, con buen mordiente y un recorrido de pedal que hace muy fácil dosificar la frenada. El accionamiento del cambio me ha parecido suave y rápido, tanto en la versión gasolina como en la Diesel, aunque en el 2.0 VVT-i se produce un bajón de régimen algo acusado al subir de marcha.
La dirección tiene ahora 3,05 vueltas de volante y tiene un grado de asistencia acertado. Resulta suficientemente directa y permite realizar un guiado preciso del eje delantero, además de aportar una buena maniobrabilidad (tiene un ángulo de dirección de 35,5° en la rueda interior y 30,5° en la exterior).
Del motor 2.0 VVT-i destaca su respuesta enérgica, subiendo con vigor hasta 6.400 vueltas, mientras que el motor turbodiésel 2.0 D4-D tiene mejor respuesta desde bajo régimen.
Al funcionar habitualmente a mayor régimen, las versiones gasolina pueden parecer también algo ruidosas. El D4-D empuja con fuerza desde 1.800 rpm y estira bien hasta poco más de 4.000 rpm, aunque su régimen máximo se encuentra a 5.000 rpm. Es un motor que traquetea claramente al ralentí, pero luego no resulta muy ruidoso ni tiene vibraciones molestas. Su relación entre prestaciones y consumo es favorable.
He probado también el RAV4 2.0 con cambio automático de cuatro marchas y creo que no merece la pena salvo para quien valore en mayor medida la comodidad de conducción. Dicho cambio automático tiene un funcionamiento suave, pero es lento de respuesta y no permite sacar partido al motor de la misma forma que con el cambio manual de cinco marchas.