Toyota Corolla Verso (2008) | Impresiones del interior
Hay varios aspectos por los que la posición al volante del Corolla Verso recuerda a la de algunos turismos, más que la de muchos monovolúmenes.
En primer lugar, el asiento, en su posición más baja, no queda muy alto con respecto al suelo y las rodillas no van muy flexionadas. En segundo lugar, la línea de cintura de la carrocería queda elevada con respecto al conductor (que está más rodeado por chapa). En tercer lugar, el parabrisas y algunos elementos del salpicadero no quedan lejos del conductor, ni da la sensación de espacio y luminosidad que tienen otros. No obstante, en los giros más cerrados, los montantes del parabrisas dificultan la visibilidad menos de lo habitual en este tipo de coches.
El volante no está muy tendido (tiene regulación en vertical y longitudinal) y el pomo de la palanca de cambios queda a tan sólo 17 cm de la parte más cercana del volante; se llega con mucha facilidad. La dirección (de asistencia hidráulica) tiene buen tacto, aunque en maniobras en parado o a muy baja velocidad no resulta tan ligera de mover como las eléctricas.
Los asientos dan buena sujeción lateral y un apoyo bueno para la espalda. Es difícil ajustar la inclinación del respaldo y la altura de la banqueta, porque los mandos quedan muy pegados a las puertas y deja poco espacio para meter la mano.
Es un coche que debe comprarse como cinco plazas. No hay que pensar en los dos pequeños asientos de la parte trasera como una solución para transportar a dos personas de forma habitual, sino como una solución de emergencia (casi extrema). Lo peor de estos asientos es el escaso espacio que queda para las piernas y que la banqueta está tan cerca del suelo que obliga a llevar las rodillas muy elevadas; una posición ciertamente incómoda.
Una solución es adelantar la fila de asientos intermedia, con lo que se gana algo de espacio detrás, pero tampoco soluciona mucho el problema. La segunda fila de asientos tiene 140 mm de recorrido longitudinal y los respaldos se pueden inclinar 30 grados.
El rango de edad para los ocupantes de estas plazas no es amplio. Algunas sillas infantiles no caben, sobre todo si obligan al niño al llevar las piernas estiradas (golpearían con el respaldo de las segunda fila de asientos) y algunos capazos que se colocan en sentido contrario a la marcha del coche son muy voluminosos. Quizá (no lo he visto) estos asientos sean adecuados para aquellos grupos de edad que sólo necesiten un cojín elevador (algo que viene muy bien cuando la banqueta está tan cerca del suelo).
Por espacio, es menos indicado para llevar pasajeros en la tercera fila de asientos que un Volkswagen Touran y que un Opel Zafira; aunque las diferencias entre los mejores y los peores son pequeñas. Todas las plazas tienen un cinturón de seguridad de tres puntos de anclaje.
En la segunda fila de asientos hay la misma anchura entre hombros que en un Volkswagen Touran (142 cm), que es un dato claramente por encima de la media y por ello más recomendable que otros para cinco ocupantes.
El espacio para las piernas con el asiento en la posición más retrasada es más que de sobra para viajar cómodo pero no llega a lo que tiene otros de cinco plazas como un Ford C-Max o un Renault Scénic (no Grand Scénic). Incluso hay otros monovolúmenes más pequeños con mucho más espacio, como un Opel Meriva.
El Corolla no es un monovolumen con mucha capacidad de maletero. Para quien no necesite el máximo volumen de carga y sí una superficie plana creo que puede ser una alternativa muy a tener en cuenta. Los asientos de la segunda y tercera fila son muy fáciles y ligeros de abatir, se hace con un solo movimiento (los de la segunda fila tirando de una cuerda y los de la última fila tirando de una palanca). Toyota lo denomina Easy Flat-7. En otros monovolúmenes para conseguir una superficie de carga más o menos plana hay que quitar los asientos, que habitualmente son pesados y difíciles de transportar.
Cuando los cinco asientos de la segunda y tercera fila están abatidos queda una superficie de carga completamente plana de 170 cm de longitud; la anchura mínima (limitada por los pasos de rueda a la altura de la tercera fila de asientos) queda en 107 centímetros.
Ninguno de los plásticos que tiene en el interior están almohadillados ni laminados con goma o pintura, pero creo que a pesar de ello dan buena impresión por aspecto y tacto. Sí hay superficies blandas en el fondo de algunos huecos portaobjetos y guanteras.
Lo que no nos ha gustado es que hay muchas uniones irregulares entre las piezas que componen el salpicadero; no dan la impresión de estar mal cortadas, pero no se ha conseguido una unión fina entre ellas. Probablemente es una carencia derivada del proceso de ensamblaje en fábrica. Sin embargo, no se escucha ningún ruido extraño rodando por carreteras muy rotas.
Tiene detalles buenos, como asideros con muelles de silicona (que ralentizan su movimiento) y una tela muy agradable al tacto que recubre los montantes, techo y parasoles.
La instrumentación es clara y bien iluminada (tiene el sistema de iluminación que Toyota denomina Optitrón). Se echa en falta un termómetro de agua; en su lugar tiene dos indicadores, uno que indica cuando el motor está frío y otro que se enciende cuando está excesivamente caliente (incluso en una utilización exigente no tiene porqué encenderse, más bien es un testigo de alarma).