smart roadster 60 (2003) | Un buen motor y un cambio peor
El smart roadster tiene una capacidad de aceleración buena e incluso intensa, pero en cortos intervalos de tiempo y hasta una velocidad que nunca es alta. Incluso por encima del régimen de potencia máxima (5.250 rpm) sube de velocidad con mucha fuerza; llega hasta 6.000 rpm.
Su capacidad de aceleración es parecida a la de un utilitario con unos 100 CV (si tuviera cambio manual, sería más rápido). En autopistas o autovías, donde el peso no constituye una ventaja tan grande como en carreteras lentas, el smart no es más rápido que un coche pequeño de su potencia.
El cambio de marchas de seis velocidades tiene unos desarrollos bien ajustados para mantener al motor siempre en una zona donde el motor tiene buen empuje. Sin embargo, como otros cambios de este tipo, al pasar a una marcha superior (tanto en modo manual como en automático), se produce un tirón que sacude a los pasajeros porque alterna un movimiento fuerte de aceleración con otro de retención.
En modo secuencial, las reducciones de marchas no son tan brillantes como (por ejemplo) en el Selespeed de Alfa Romeo (por rapidez y suavidad). Sin embargo, este cambio sí es mucho mejor que el que tienen los smart pequeños (al menos los del año modelo 2002).
Aunque adecuados al motor y las prestaciones del coche, los desarrollos son cortos en términos absolutos. Para acelerar desde parado hasta 100 km/h hay que engranar hasta la cuarta velocidad. No pudimos medir la recuperación en cuarta velocidad porque cambia a quinta a unos 110 km/h (en cuarta tiene un desarrollo de sólo 18,5 km/h cada 1.000 rpm). La sexta velocidad tiene un desarrollo de 33,2 km/h cada 1.000 rpm; alcanza la velocidad máxima (175 km/h), justo al régimen de potencia máxima.
Vibra poco al ralentí, pero emite un sonido fuerte y grave al acelerar a fondo. Este sonido se aprecia sobre todo en marchas cortas; a alta velocidad se aprecia menos porque lo tapa el aerodinámico. Cuando cambia a una marcha superior después de acelerar fuertemente, se aprecia el siseo del turbocompresor.
El consumo de combustible casi siempre es bajo. En conducción ágil por todo tipo de carreteras es fácil no pasar de 7,0 litros. Yendo muy deprisa por todo tipo de carreteras, frecuentemente acelerando a fondo, gastó 9,5 litros cada 100 km. Esta versión de 60 kW (82 CV) necesita gasolina de 98 octanos; para el de 45 kW (61 CV) es suficiente la de 95. El depósito de combustible tiene 35 litros, de los cuales 5 son de reserva.
El motor de tres cilindros está situado en la parte trasera del coche justo encima del eje trasero.
Para acceder a él, hay que abrir el maletero, levantar el grueso tapizado que lo recubre y quitar una plancha metálica. Revisar el nivel del aceite o realizar otras operaciones de mantenimiento es laborioso y hay poco espacio para maniobrar. No parece que vaya muy ventilado; el intercooler tiene su propio ventilador que lo refrigera.