Smart Roadster y Roadster Coupé (2003) | Impresiones de conducción
Las carreteras sinuosas, con buen firme y donde es difícil sobrepasar 100 km/h, son el lugar idóneo para sacar partido al Smart Roadster o Roadster Coupé con el techo quitado (o la cortinilla de tela enrrollada).
Naturalmente puede ir más deprisa. En carreteras mejores puede alcanzar y mantener con facilidad más de 160 km/h (la velocidad máxima anunciada es 175 km/h para el Roadster y 180 km/h para el Roadster Coupé), pero como el ruido del viento es tan elevado y las turbulencias del aire molestan, lo mejor es usar el techo, que aísla bien del exterior. En esas condiciones lo que se escucha claramente es el sonido del motor.
Es un coche muy bueno desde el punto de vista dinámico. Tiene unas reacciones en curvas lentas y medias que aprecian quienes disfrutan conduciendo deprisa en estas circunstancias. La carrocería se inclina muy poco y, como el conductor y el acompañante van muy bajos, no notan mucho los cambios de apoyo.
Con neumáticos 205 (en llantas de 15 y 16 pulgadas de diámetro) es un coche que entra muy bien en las curvas, es ágil, subvira muy poco y cambia de dirección con facilidad. La dirección tiene buen tacto. Aunque no lo he conducido en las circunstancias ideales, parece que mantiene muy bien la trayectoria a la hora de frenar o levantar de golpe el pie del acelerador en una curva. Sobre suelo seco no tiende a sobrevirar por exceso de tracción a la salida de las curvas. Tiene control de estabilidad de serie, que se puede desconectar mediante un botón dispuesto en el salpicadero.
Las suspensiones sujetan muy bien los movimientos de la carrocería y, aunque son firmes, me parece que tienen una cierta capacidad de absorción de irregularidades; no son secas.
El motor de 82 CV de potencia tiene una buena respuesta en todo momento y es progresivo. No tiene ningún momento donde haya un incremento sustancial de la fuerza en un margen reducido de revoluciones. Tiene suficiente fuerza para mover al Smart y a dos ocupantes con agilidad en todo tipo de carreteras. Su sonido deportivo se hace muy patente en el interior, no es un estruendo pero puede molestar después en un trayecto largo.
Durante el recorrido de la toma de contacto que transcurrió la mayor parte del tiempo por carreteras de montaña, acelerando a fondo muy a menudo y a un ritmo rápido, el ordenador de viaje marcaba 8,5 litros cada 100 km.
En la versión Roadster Coupé, el techo (de plástico duro) se desmonta en dos mitades y se guardan en el maletero trasero, sobre un molde de corcho. En carreteras onduladas una de las dos mitades rozaba con el soporte y en ocasiones hacía ruído.
En el interior he echado en falta más huecos para dejar objetos. Las bolsas de las puertas son pequeñas y no dan para meter más que el teléfono móvil y la cartera. Entre los asientos delanteros también hay una forma practicada para meter algún objeto pequeño (el mando del garaje o unas llaves). La guantera (que es donde va la palanca para abrir el capó) es muy pequeña; no cabe la documentación o el libro de instrucciones. Ambas cosas van detrás de los asientos, adheridos con velcro al tapizado.
La posición al volante es extraordinariamente baja. El volante no tiene ningún tipo de ajuste y el asiento no tiene regulación en altura, pero yo me sentí cómodo en todo momento.
No lo he conducido por ciudad. En carretera va mucho mejor con el cambio en modo secuencial que en automático. Es básicamente el mismo de los Smart «City Coupé y Cabrio», pero para su nuevo modelo, Smart ha hecho alguna modificación en la gestión electrónica para que sea más rápido.