SEAT León FR (2008) | Impresiones de conducción
El SEAT León FR es un coche interesante para quien prefiera un buen tacto de conducción y una elevada estabilidad, a costa de una suspensión que es dura y algo incómoda.
Lo mejor del FR Diesel es su motor de 170 CV: da unas prestaciones rápidas con un consumo de gasóleo generalmente bajo (aunque no tanto como otros motores Diesel menos potentes). Este motor puede ser muy satisfactorio si lo que se busca es una capacidad de aceleración notable con un consumo contenido. En estas cualidades es tan bueno que, para quien lo valore, puede compensar su falta de suavidad.
La respuesta del motor, cuando se acelera mucho, es brusca. Por ejemplo, si se pisa el acelerador a fondo desde el régimen de ralentí hasta unas 1.800 rpm, la aceleración es escasa para moverse con soltura. A partir de ahí el incremento de aceleración es sobresaliente en un intervalo muy estrecho.
Es ruidoso, tiene ciertas vibraciones y su respuesta no es uniforme. Como ocurre en otros motores Diesel, el ruido que emite el motor es notorio en parado o a baja velocidad. A partir de una cierta velocidad, el ruido del motor no es más audible que el aerodinámico o el de rodadura (que no es alto en ningún caso); es decir no es incómodo a la hora de viajar.
Este León es un coche rápido. Los 30 CV de más con respecto al León TDI de 140 CV se notan en la aceleración, aunque también en el consumo. Al menos hasta 120 km/h puede dar un poco más de aceleración que un BMW 120d (177 CV).
Puede ser más rápido incluso que algunos coches de gasolina con motor atmosférico y potencia parecida, pero es algo más lento que los coches de gasolina sobrealimentados, como un Golf GT 170 CV, o un Astra 2.0T de 170 CV. También es claramente más lento que el León FR de gasolina con 200 CV o que el Golf GTI.
El consumo en una utilización normal en carretera y ciudad con el aire acondicionado conectado ha sido 7,3 l/100 km. Para recorrer 300 km por autovía y carretera de doble sentido a una media de 106 km/h con ciertos cambios de ritmo a causa del tráfico, ha gastado 7,0 l/100 km. En el mismo recorrido pero con menos tráfico y a la misma velocidad media, el consumo fue 6,7 l/100 km. No es un consumo muy bajo. El consumo que da el ordenador de viaje es prácticamente exacto.
El consumo en carretera podría ser un poco más bajo si los desarrollos fueran algo más largos. El León FR Diesel alcanza la velocidad máxima un poco por encima del régimen de potencia máxima, algo raro para un Diesel. En este caso, no parece que el desarrollo tirando a corto que lleva tenga un efecto muy negativo el la sonoridad interior.
Si el consumo no es un factor definitivo en la compra, el FR de gasolina con motor TFSI de 200 CV puede resultar más satisfactorio, si se valora la potencia a todo régimen, la suavidad, el tacto que tiene un buen motor de gasolina o las prestaciones. Además, por lo que hemos visto en otros coches que tienen este motor, su consumo no es alto en una utilización normal.
Un A3 o un Golf con los mismos motores que el León FR, son más suaves de suspensión y menos efectivos si de lo que se trata es de ir rápidamente por una carretera de curvas. Desde este punto de vista, el Diesel de este tamaño más parecido al León es el BMW 120d.
La estabilidad del León es buena en carreteras lentas y rápidas. La suspensión, aunque dura, tiene capacidad suficiente para absorber las irregularidades sin hacer rebotar la carrocería. Por tanto, el León no tiene tendencia a apartarse de la trayectoria en carreteras bacheadas.
La motricidad también parece adecuada. Hasta cierto punto, se puede acelerar a la salida de las curvas lentas sin que el control de tracción entre en funcionamiento de forma apreciable. Que no pierda tracción sorprende en un coche con un motor que puede dar tanta fuerza y con una suspensión hecha para que la carrocería se balancee tan poco (en teoría, cuanto menos flexible es la estabilizadora en el eje motor, menor es la motricidad).
Como sucede con otras versiones del León, el eje trasero del FR es sensible a la deceleración en curva, en mayor medida que otros turismos semejantes (por ejemplo, un Golf GTI). Esta característica puede ayudar a colocar el coche en una curva cuando se va muy rápido por carreteras lentas.
Es apreciable incluso con el control de estabilidad conectado («ESP»). Por cómo funciona este elemento de seguridad no creo necesario desconectarlo para ir rápido, ya que sólo actúa cuando es estrictamente necesario y, cuando lo hace, frena poco el coche. Si estando desactivado se produce un sobreviraje, y el conductor toca el freno, entra en funcionamiento temporalmente para tratar de corregir la situación.
La suspensión del León FR da poco confort. Como referencia, no resulta tan dura como la de un Ibiza Cupra (que es seca), pero los baches llegan claramente a los ocupantes en forma de movimientos rápidos y algo bruscos. Es más incómodo que el anterior León FR.
No hay posibilidad de elegir una suspensión opcional más dura. Sí se puede elegir opcionalmente unas llantas de 18 pulgadas de diámetro, con neumáticos 225/40. Con las llantas de 18 pulgadas los neumáticos son unos Pirelli PZero Rosso. Con estos neumáticos, la adherencia lateral es alta.
Gustos aparte, las diferencias entre unas ruedas y otras no son definitivas en términos de precisión o de seguridad. Sí pueden ser más apreciables sus inconvenientes: cuanto menos perfil, más probable es dañar el neumático o la llanta en baches o bordillos, y más incómodo puede resultar el coche.
Los frenos tienen una resistencia suficiente en un uso relativamente exigente, con frecuentes aceleraciones y frenadas.
No hemos obtenido distancias de frenado particularmente cortas en frenadas súbitas. El tacto del pedal de freno es bueno, aunque podría mejorar algo si la primera parte del recorrido fuera más efectiva.