SEAT Córdoba (2003) | Impresiones de conducción
He tenido ocasión de probar unidades del Córdoba con acabados «Stella», «Sport» y «Signa» y con los motores 1.4 16V de 75 y 101 CV, 1.9 TDI 101 CV y 1.9 TDI de 131 CV. Tomando como referencia el Ibiza, las diferencias entre ambos modelos son casi inapreciables (con el maletero vacío). El tacto de todos los mandos es idéntico, las reacciones son muy similares y, subjetivamente, parece difícil encontrar diferencias en prestaciones.
El motor 1.4 16V de 75 CV tiene potencia suficiente para mover el Córdoba con cierta agilidad (lo he conducido sin pasajeros ni equipaje), aunque tampoco llama la atención por sus prestaciones. Tiene un buen funcionamiento a medio régimen y estira bien hasta 5.750 rpm (donde empieza la zona roja del cuentavueltas). Comparado con el motor 1.4 16V de 101 CV se nota claramente que resulta más agradable de utilizar a medio régimen el motor de 75 CV. No en vano, ambos motores desarrollan el mismo par máximo y el de 75 CV lo entrega a menor régimen (3.800 rpm) que el de 101 CV (a 4.400 rpm), señal de su mejor elasticidad.
El motor de gasolina de 101 CV no tiene un empuje contundente hasta unas 4.500 rpm. A partir de ahí sí da una buena aceleración. El desarrollo del cambio es más bien corto; aunque la zona roja del cuentavueltas comienza a 6.500 rpm, llega a pasar fácilmente de ese régimen en la quinta marcha. Su velocidad máxima es elevada para su potencia (193 km/h). A bajas vueltas es un poco perezoso y obliga a jugar con el cambio para ganar aceleración.
Un equilibrio casi perfecto lo encuentro con el motor 1.9 TDI de 101 CV. Es un motor enérgico y, en conducción normal por carretera y ciudad, resulta más agradable que el motor gasolina de la misma potencia. Empuja fuerte desde 1.500 rpm (desde poco más de 1.250 rpm en las marchas largas) y estira sin desfallecer hasta 4.500 rpm. Es un motor ruidoso y que vibra (sobre todo al ralentí), aunque la insonorización interior es correcta y las vibraciones no parecen demasiado molestas.
Con el 1.9 TDI de 131 CV se nota un importante salto respecto al motor de 101 CV. Las prestaciones son excelentes y empuja con mucha fuerza ya por debajo de 1.500 rpm y hasta alcanzar 4.500 rpm. En las tres primeras marchas es fácil meterse en la zona roja del cuentavueltas (4.750 rpm) si no estamos atentos. En las dos primeras marchas puede tener falta de motricidad. El control de tracción de serie es eficaz y se encarga de disimular en buena medida el problema. El manejo de su cambio de seis marchas es agradable, pero los desarrollos me parecen un poco largos en quinta y, sobre todo, en sexta. Eso sí, en sexta podemos mantener una velocidad elevada rodando a muy bajo régimen (150 km/h a 2.500 rpm).
La dirección con asistencia eléctrica es rápida y tiene un tacto agradable, al igual que el cambio o los frenos. El reglaje menos flexible de las suspensiones en las versiones «Sport» se aprecia claramente en su mayor aplomo en curva y menor confort, aunque la estabilidad en las versiones «Stella» y «Signa» creo que está a muy buen nivel. En estas últimas versiones se puede apreciar con más claridad el cabeceo en el eje delantero y el balanceo de la carrocería, aunque también entra en las curvas con un guiado suficientemente preciso (sin excesivo subviraje).
Las reacciones del Córdoba son muy similares a las que tiene el Ibiza y sólo en una conducción que fuerce mucho la capacidad del coche se puede apreciar una mayor tendencia a sobrevirar. Con el maletero cargado, me imagino que debe ser más sobrevirador que el Ibiza, aunque no he tenido ocasión de probarlo. En caso de pérdida de adherencia, el control de estabilidad (ESP) ofrece una respuesta rápida y eficaz.