Renault Scénic (2003) | Diesel de 120 CV, el motor más satisfactorio
He probado cuatro motores: los Diesel de 120 y 82 CV y los de gasolina de 113 y 134 CV. El más satisfactorio, a mi juicio, es el Diesel de 120 CV. Es el que mejor se adapta a este coche, por su respuesta y comodidad de marcha. No es un motor ruidoso y tiene fuerza suficiente en toda la gama de revoluciones.
La mayor pega del Diesel de 82 CV es que resulta más ruidoso que el de 120 CV. Probé el Diesel menos potente durante unos 20 km y, si el coche no va cargado (he ido yo solo y sin ningún equipaje), resulta suficiente para mover el Scénic con agilidad en una carretera llana. Habría que probarlo en subidas y con carga antes de emitir un juicio más detallado. En este corto recorrido lo que menos me gustó fueron las vibraciones.
Los dos motores de gasolina que he probado resultan agradables. El de gasolina de 134 CV tiene mejores prestaciones que el Diesel de 120 según los datos ofrecidos por Renault, pero me da la impresión de que recupera mejor el Diesel en todas las marchas. Es cierto que los motores de gasolina suenan menos, pero la diferencia con el Diesel más potente es pequeña. (Ficha técnica comparativa de versiones con los 4 motores y el mismo equipamiento)
La sensación al conducir el Scénic es similar a la de conducir un turismo. Seguramente el puesto de conducción ayuda a tener esa sensación, pero no sólo eso. El moderado balanceo de la carrocería contribuye de forma determinante a sentirse como en un turismo.
La dirección, con asistencia eléctrica, es igual a la que he probado últimamente en el Megane de 3 puertas. Según nos aseguraron en Renault se ha modificado el grado de asistencia con relación a los primeros Megane. Tiene un tacto peculiar y no es una dirección que transmita lo que sucede entre la rueda y el asfalto. No es grave para un coche de estas características, pero otros competidores tienen mejor resuelto este apartado, con un sistema de asistencia similar (Audi A3, por ejemplo). Además, se trata de una dirección innecesariamente lenta; 3,2 vueltas de volante entre topes, para un radio de giro normal, es demasiado en una dirección asistida.
Conduje el Scénic en carreteras suecas, donde las limitaciones de velocidad son muy estrictas y por tanto no es fácil probar un coche. Todas las sensaciones que cuento requieren una confirmación, con más kilómetros recorridos y en unas condiciones de conducción habituales.
Cuando probé el Megane 1.6 de 3 puertas y medí las prestaciones, me sorprendió la potencia de frenada. Ha sido uno de los coches con mejor potencia de frenada en términos absolutos que ha pasado por mis manos. En las carreteras suecas no pude probar los frenos a fondo, pero me perdí por una carretera en la que parecía que no venía nadie y le pegué un pisotón al freno en mitad de una recta (sin llegar a detener el coche). Tuve la misma sensación que con el Mégane: una elevada potencia de frenada.
El freno de mano automático es de serie en las versiones más equipadas. Tuve la oportunidad de probarlo en varios coches y funcionaba mejor en unos que en otros. En algunos, para que se soltara al arrancar, había que acelerar mucho, si no se calaba. En los coches que no tienen el freno de mano automático, la palanca va situada entre los dos asientos delanteros, por lo que desaparece el cajón corredizo (y los reposabrazos) que va situado entre las dos butacas delanteras.