Renault Megane Berlina 5p 1.9 dCi (2003) | Muy seguro y con un tacto peculiar
Me parece un coche seguro, por el grado de adherencia que tiene, por cómo responde al volante y al acelerador, por las reacciones en caso de perder adherencia y por lo bien que funciona el control de estabilidad. Para quien la seguridad activa sea una prioridad, este Mégane me parece tan recomendable como el que más. La unidad que hemos probado (Luxe Privilege) tenía neumáticos 205/55 R16.
Desde el punto de vista de la estabilidad, el tacto del Mégane me ha parecido muy peculiar. Al pasar sobre algunas irregularidades, el movimiento de la carrocería es lento y amplio, como si pesara mucho (realmente es un coche ligero). Entra relativamente bien en las curvas, en el sentido de que no es particularmente subvirador, pero tiene reacciones que parecen lentas.
El tacto de la dirección contribuye a dar esa sensación de pesadez; en los primeros grados del giro del volante parece que las ruedas no se llegan a mover. En giros rápidos de volante, en cambio, responde adecuadamente. No es tan preciso como un Focus (o el anterior Mégane), pero tampoco es de esos en los que hay que anticipar mucho el giro del volante para que el empiece a dar la curva en el punto previsto.
Es un coche cómodo de suspensión. Cuando pasa sobre baches que mueven rápidamente las ruedas (pequeños agujeros, juntas o grietas), ese movimiento afecta menos a los pasajeros que en otros coches de suspensión más dura. Los movimientos de cabeceo y balanceo son más amplios que en otros coches, pero están bien amortiguados. Por ejemplo, si se frena fuerte se inclina la parte delantera, pero no se aprecia un rebote de la suspensión que sacuda a los pasajeros.
El hecho de que los ocupantes vayan sentados en un plano ligeramente superior a otros coches hace que esos movimientos de cabeceo y balanceo se aprecien más.
El control de estabilidad me ha parecido muy eficaz. Controla el sobreviraje tan bien como cualquier otro. Aunque el Mégane no es brusco, tiende a sobrevirar en condiciones normales (por ejemplo, si una curva se cierra y hay que girar más, o si hay que desacelerar en una curva de fuerte apoyo). En esas condiciones el control de estabilidad sujeta muy bien al coche, de manera que el sobreviraje apenas tiene efecto en la trayectoria.
El control de estabilidad del Mégane no es desconectable. Hay un botón que quita la función de control de tracción, por si se circula con cadenas o sobre terreno blando.
En subviraje funciona mejor que en otros coches. Muy poco después de empezar a subvirar, se puede notar que el control de estabilidad frena el coche (hay un leve cabeceo). Como en cualquier otro caso, lo que hace este control de estabilidad es aprovechar la adherencia disponible. Si la velocidad es excesiva para esa adherencia disponible, el control de estabilidad no puede hacer nada para mantener al coche en la trayectoria.
Otro elemento de seguridad activa que me ha gustado en el Mégane es el servofreno de emergencia. Nunca me he encontrado con más frenada de la que quería (una sensación muy desagradable), cosa que sí me ha pasado con el Laguna en las mismas circunstancias.
Los frenos del Mégane son muy buenos. Tienen una resistencia normal (que es muy superior a lo necesario en casi todo uso), buen tacto y gran potencia. De todos los coches a los que le hemos medido la frenada, es de los mejores.