Renault Mégane 1.5 dCi 100 CV (2003) | Impresiones de conducción
A diferencia de otros motores Diesel de potencia similar, todos ellos con más cilindrada, el motor de 1,5 litros del Mégane dCi de 100 CV hay que conducirlo a un régimen de giro elevado para notar la sensación de que se está llevando un motor de esta potencia. Por su suavidad, poco ruido y entrega de potencia se asemeja más a un motor de gasolina que a un Diesel, con todas las salvedades que sean necesarias, porque entrega la potencia máxima a 4.000 rpm y eso no es así nunca en un motor de gasolina.
El cambio de marchas funciona con rapidez y precisión y es bueno que sea así porque conviene utilizarlo mucho más que en otros motores Diesel en coches de este tamaño. Esta utilización del cambio de marchas provoca un considerable incremento de consumo cuando las condiciones de conducción se alejan de las ideales por carretera plana y sin tráfico.
Por autopista, con dos personas en le coche, sin tráfico, a una velocidad de crucero de 150 km/h y a una media real de 132 km/h (con un peaje de por medio) el consumo fue de 7,7 litros, según el ordenador de a bordo. En una carretera de curvas (las costas del Garraf, entre Sitges y Barcelona), con mucho tráfico (que me obligó a ir muy lento), con varios adelantamientos, sin una velocidad de crucero determinada (lo más rápido que permitiera el tráfico), con una media real de 53 km/h, el consumo fue de 7,6 litros cada 100 km. Y en una autopista llana, a un crucero de 120 km/h mantenido, con una velocidad media de 112 km/h, el consumo fue de 5,1 litros (todos los datos según el ordenador del coche).
La estabilidad del Mégane sigue siendo buena con este motor. Tan buena como en los otros Mégane que he conducido, principalmente el que lleva el motor 1,6 litros de gasolina de 113 CV. Sin embargo, con relación a este coche se nota el incremento de peso sobre el eje delantero, lo que hace que no resulte tan ágil a la entrada de la curva. Una diferencia en todo caso mínima, que sólo se aprecia si se lleva el coche a un ritmo muy vivo por carretera de curvas. En condiciones habituales no se nota ninguna diferencia. Con el coche apoyado en la curva la estabilidad es sensacional y hace que el coche resulte muy sencillo de conducir, ya que admite todo tipo de correcciones en mitad del apoyo sin provocar movimientos extraños.
Los frenos funcionan tan bien como en todas las otras unidades del Mégane que he probado, con un buen tacto del pedal. La dirección resulta más dura que en las primeras unidades del Mégane que salieron al mercado y queda perfectamente armonizada con el resto del coche.
El 1.5 dCi de 100 CV de Renault es básicamente el mismo motor que se utiliza en la versión de 80 CV, pero con una mayor presión de inyección del gasóleo, 1.600 bares frente a 1.400 de la otra versión. En los motores de Renault sólo hay dos inyecciones de gasóleo: una inyección piloto o pre-inyección y una inyección principal.
Uno de los argumentos que se utiliza para las múltiples inyecciones es la suavidad. Yo no he notado diferencia de suavidad entre el mejor motor Diesel de coches de la competencia en este aspecto y el 1.5 dCi.
El motor es el mismo que tienen las versiones menos potentes del 1.5 dCi (de 65 o de 82 CV); un cuatro cilindros con bloque de hierro y culata de dos válvulas por cilindro. Se distingue de la versión de 82 en que tiene turbo variable en lugar de fijo (marca KKK), lo que la fuerza del motor en un régimen alto sin perjudicar la que da a régimen bajo.