Renault Laguna (2008) | Impresiones de conducción
Hemos podido probar las versiones 2.0 dCi de 150 CV con cambio manual y automático y 1.5 dCi de 110 CV.
El Laguna sobresale por lo silencioso y suave que es a la hora de realizar viajes largos. Al interior llega muy poco ruido procedente de cualquiera de las fuentes posibles: mecánico (motor y transmisión), aerodinámico o de rodadura. Lo que puede ser más molesto en las berlinas Diesel es el ruido del motor en conducción urbana, aspecto en el que el Laguna es mejor que la media.
En combinación con el motor Diesel de 150 CV, el Laguna nos ha gustado mucho porque tiene una respuesta progresiva y enérgica en un margen de revoluciones muy amplio. Hay pocos motores Diesel que lleguen con tanta fuerza a casi 5.000 rpm. No hay que llegar tan arriba para obtener la mejor aceleración, pero puede venir bien si en una maniobra apurada es mejor seguir acelerando sin cambiar de marcha. También me parece que su respuesta es agradable en ciudad porque no le falta fuerza para comenzar la marcha. El consumo de esta versión es normal: gastó 7,0 l/100 km en autovía sobre un recorrido de ida y vuelta a una media de 125 km/h. No es un consumo muy bajo.
El Laguna con motor Diesel de 110 CV no tiene mucha capacidad de aceleración en términos absolutos pero no da la sensación de ser un coche lento para viajar normalmente —en nuestra medición de aceleración hasta 120 km/h ha sido un 27% más lento que el de 150 CV (prestaciones)—.
En parte, el motor deja buena sensación porque buena parte de la fuerza que tiene la da en un margen de revoluciones muy amplio. Lo que se puede echar en falta con el Laguna dCi 110 CV es más fuerza para adelantar por carreteras secundarias.
El Laguna es un coche seguro en condiciones normales y en las que no lo son. Quizá no tiene el tacto de coche grande y sólido que tienen los mejores cuando se circula deprisa por un autopista, como el Ford Mondeo o el Mercedes-Benz Clase C (este último, es para mí la referencia por calidad de suspensión). En todo caso, la diferencia es pequeña.
Esta generación del Laguna tiene una suspensión más dura que anteriormente. Esto se nota claramente en que el coche se mueve con más precisión y que la carrocería está mejor sujeta. El único efecto negativo es que se notan con cierta claridad algunas irregularidades, como las juntas de dilatación o los cambios de asfalto.
En carreteras de curvas responde bien y no le falta agilidad. Los neumáticos que llevaba de serie nuestra unidad de pruebas (Michelin Primacy HP) nos han gustado por la adherencia que dan. El tacto de la dirección ha mejorado respecto a la que tenía el anterior Laguna y a la que tienen otros Renault, como el Mégane. No obstante, creo que a quien sea muy sensible al tacto de la dirección, el del Laguna le puede seguir pareciendo algo artificial.
No me gusta cómo reacciona cuando el firme está bacheado. Si en una carretera ondulada o en mal estado coincide un fuerte apoyo con un bache, se puede apreciar un fuerte golpe en el volante que obliga a agarrar el volante con fuerza. En el peor de los casos, sólo con la versión de 150 CV, nos ha dado la sensación de que momentáneamente se pierde la servoasistencia (cuesta mucho seguir girando el volante).
El cambio manual de seis marchas tiene un tacto esponjoso y recorridos largos, algo típico de los cambios manuales de Renault, pero lo cierto es que nunca he fallado un cambio y las marchas pueden entrar con toda la rapidez.
Para quien no encuentre especial placer en cambiar de marcha, recomendaría que probase la caja automática que hay en opción, porque su funcionamiento es muy bueno. Es suficientemente rápida a la hora de seleccionar marchas cuando se requiere repentinamente mucha aceleración: por ejemplo al comenzar un adelantamiento reduce las marchas necesarias sin que el conductor necesite anticiparse mucho a la maniobra y además, selecciona marchas más largas con suma suavidad: más que como lo hace un buen conductor con el cambio manual.
Lo que no hace esta caja de cambios, o al menos no me lo ha parecido, es mantener el motor a un régimen relativamente alto en aquellas condiciones que lo pueden requerir por ejemplo, una conducción rápida en zonas de curvas o para dar retención en una bajada. Para dar la retención requerida durante una fuerte bajada o anticiparse a algunas maniobras es necesario seleccionar manualmente la marcha (mediante la palanca secuencial).