Porsche 911 Turbo (2000) | Tan estable como rápido
La estabilidad del 911 Turbo está a un nivel sorprendente, no sólo por la velocidad a la que se puede tomar las curvas sino por la seguridad que se siente al volante de este Porsche. Si alguien me contara que un coche con tan sólo 2.350 mm de batalla y el motor colgado sobre el eje trasero era capaz de ofrecer semejante aplomo no me lo hubiera creído, aunque ya el anterior Porsche 911 Turbo de 408 CV tenía una estabilidad ejemplar.
Los ingenieros de Porsche han desarrollado unas suspensiones sobresalientes (McPherson delante y de paralelogramo deformable detrás), con numerosos elementos de aluminio. Permiten guiar el coche con una eficacia ejemplar y también ¡son hasta cómodas! Que el Turbo tiene la amortiguación dura es indudable, pero son capaces de absorber los baches con una eficacia que se traduce en un nivel de confort muy razonable con relación a la estabilidad conseguida. Por ejemplo, el 911 Turbo es más cómodo que el nuevo BMW M3 o incluso más que un Seat Ibiza Cupra.
Esta capacidad de absorción de la amortiguación es otro de los secretos que le permiten rodar por carreteras bacheadas a toda velocidad sin descolocarse lo más mínimo, algo que no ocurre en otros muchos deportivos con suspensiones duras. Sobre firme bacheado o asfalto liso, el 911 Turbo transmite al conductor cada centímetro de la carretera y deja sentir a la perfección por donde pisan las ruedas, su nivel de agarre, su límite de apoyo. En conducción normal sobra estabilidad por todos los lados, en conducción exigente la cosa cambia, pero sigue siendo más estable y fácil de conducir que otros deportivos como el Ferrari 355 (el 360 Modena no lo he conducido), el Maserati 3.200 GT o un Chevrolet Corvette. Es de reacciones rápidas, vivo, ágil y preciso, pero enormemente progresivo para tratarse de un coche todo atrás. Su nivel de estabilidad es tal, que encontrar sus límites no está al alcance ni siquiera de un conductor de nivel medio alto. Pero, si alguien se atreve a explorarlas y se pasa, el sistema de control de estabilidad y tracción (PSM) le ayudará a corregir la trayectoria con gran eficacia y a estabilizar la marcha, siempre que no exceda un cierto límite.
Para hacerlo más fácil de conducir, Porsche lo ha hecho algo subvirador en curvas rápidas. A conductores que rocen ya un nivel de pilotaje les parecerá más subvirador de la cuenta; a cambio, Porsche ofrece un coche para todos los públicos que resulta menos exigente de conducir.
En carreteras rápidas, la estabilidad es ejemplar, en parte por la sustentación aerodinámica que aporta el faldón delantero y el alerón trasero de doble plano, que se levanta automáticamente al superar 120 km/h. En curvas lentas, el 911 Turbo se conduce mucho con el acelerador; la inercia que genera el motor colgado por detrás del eje trasero ayuda a colocar el coche en la curva a quien sepa utilizarla convenientemente. La dirección es rápida en la entrada a las curvas y el morro apunta con agilidad antes de comenzar a subvirar. Si antes de llegar a este punto de subviraje levantamos bruscamente el pie del acelerador en pleno apoyo, las ruedas traseras deslizan con rapidez pero de manera progresiva, de forma que el coche se coloca perfectamente en la trayectoria para poder salir dando gas a fondo. Eso sí, para que lleguen a deslizar sus enormes neumáticos traseros (295/30 ZR18) hay que rodar ya a un ritmo «de carreras» y haber desconectado previamente el control de estabilidad (PSM).