La segunda generación de este SUV es más grande y tiene una gama de motores amplia en la que hay versiones híbridas, híbridas enchufables y eléctricas | Impresiones del interior
Con el interior del Grandland pasa un poco como con el del Astra: no es tan vistoso ni está tan bien acabado como el de su homólogo de Peugeot (en este caso eso el 3008), pero desde el punto de vista de la ergonomía es muy superior. Es más sencillo encontrar una postura de conducción adecuada y el manejo de las funciones de uso más frecuente requiere de un periodo de adaptación claramente menor. En este sentido, me ha gustado más que su primo-hermano el 3008, pero no deja de ser una apreciación muy personal que puede que no coincida con la todo el mundo (habrá a quien le guste más el i-cockpit panorámico o la llamativa iluminación ambiental del Peugeot).
Los dos Grandland que he conducido tenían instalados los asientos delanteros «ergonómicos AGR», que no son de serie en todas las versiones. Me han parecido excepcionales tanto por confort, como por variedad de ajustes (incluida la extensión de la banqueta) o incluso sujeción lateral. Ahora bien, hay que tener en cuenta un detalle curioso que, probablemente, uno no perciba salvo que conduzca distintas versiones de este modelo de manera seguida: la eléctrica tiene los asientos colocados en una posición más alta (unos 4 cm aproximadamente), dando lugar a una postura de conducción más «de SUV» (con las rodillas más flexionadas) que la híbrida. En esta última, el conductor no va en una posición similar a la de un turismo, pero como su asiento se puede colocar más bajo, las piernas van claramente más estiradas que en la eléctrica.
En el salpicadero del Grandland hay siempre dos pantallas, una configuración de lo más habitual hoy en día. La de la instrumentación tiene 10 pulgadas y la del sistema multimedia nada menos que 16 (en un formato muy panorámico, eso sí). Ambas se ven muy bien y tienen una resolución alta (especialmente la segunda), pero su rendimiento y la organización de los menús son solo normales (no destacan frente a sus rivales ni para bien ni para mal). La instrumentación tiene pocas posibilidades de personalización y el sistema multimedia todo lo contrario: permite crear accesos directos a algunas funciones, mostrar dos informaciones distintas de manera simultánea o personalizar el menú principal con aquello que nos apetezca tener a mano. Además, bajo la propia pantalla hay dos grupos de botones «físicos» y un mando circular que facilitan en gran medida su uso, especialmente cuando el coche está en movimiento (imagen).
Justo por debajo de ellos se encuentra la única salida de ventilación de la parte central del salpicadero (la misma solución que en el Astra) y a continuación, un hueco portaobjetos muy grande, cubierto bajo una tapa retráctil tapizada y con una superficie de carga inalámbrica que incluye una pequeña ventana translúcida para ver el contenido del teléfono depositado (imagen). La consola que hay entre los dos asientos tiene dos portabebidas, los mandos para el selector del cambio, los modos de conducción y el freno de mano eléctrico (los mismos que en otros modelos del Grupo Stellantis) y un reposabrazos con dos tapas independientes que esconden un hueco de generosas dimensiones y refrigerado (imagen).
Espacio interior y maletero
El aumento del tamaño de la carrocería del Grandland 2025 con respecto al modelo anterior ha dado como resultado un mayor espacio para los pasajeros en las plazas posteriores. La marca afirma que la mejora es de dos centímetros en sentido longitudinal y nosotros lo confirmamos tras haber hecho las pertinentes mediciones. Los 73 cm de que disponen ahora los pasajeros de estos asientos no suponen un récord dentro de los modelos de tamaño similar, pero ahora le permiten enfrentarse con sus alternativas en una posición más competitiva. Tanto el Citroën C5 Aircross como el Peugeot 3008 son peores en este sentido (67 y 69 cm respectivamente), mientras que los CUPRA Terramar y KIA Sportage son mejores (77 cm en ambos casos).
La anchura entre puertas es de 143 cm, en la media del segmento, mientras que la altura libre al techo (al menos en las versiones sin techo panorámico, que es como lo hemos medido), de 99 cm. Esta última cota es muy buena, mejor que la de la mayoría de sus rivales, y permite que se puedan acomodar adultos de estatura superior a la media sin que la cabeza les roce contra el techo. En estas plazas hay un par de salidas de ventilación (sin posibilidad de ajuste del caudal y de la temperatura), tomas USB y huecos en cada una de las puertas; no dispone ni de respaldos con ajuste en inclinación, ni de banquetas deslizables, elementos que sí están presentes en algunas de sus alternativas (Ford Kuga o Volkswagen Tiguan, por ejemplo).
El maletero del Grandland tiene 550 litros de capacidad, tanto en las versiones híbridas como en las eléctricas. Son 36 más que en el modelo anterior (otro efecto positivo fruto del aumento de tamaño de la carrocería) y un dato correcto frente a sus rivales, aunque los hay claramente mayores. Un Volkswagen Tiguan tiene unos 100 litros más (652 l) y tanto el del Hyundai Tucson como el del Kia Sportage también son mayores (620 y 587 l, respectivamente). Por contra, un Audi Q3, un Mazda CX-5 o un Renault Austral tienen menos (listado de SUV de entre 4,4 y 4,65 metros de longitud ordenados por volumen de maletero).
Cifras aparte se trata de un maletero aprovechable porque sus formas son muy regulares y porque el piso se puede colocar a dos alturas distintas. Además, el respaldo de los asientos posteriores está dividido en tres porciones distintas (40:20:40), lo cual facilita el transporte de objetos largos.