Opel Cabrio (2013) | Impresiones de conducción
El Opel Cabrio es un descapotable agradable de conducir. En carretera rápida es estable y en las lentas sigue bien los movimientos del conductor sobre el volante. En ciudad los únicos inconvenientes que le encuentro son su tamaño a la hora de maniobrar (cuesta calcular dónde termina el coche, sobre todo sus extremos delanteros) y la visibilidad hacia atrás con la capota puesta (la luneta es ancha pero de poca altura). En cambio, en carretera la visibilidad me ha parecido correcta. Hay gente a la que también le puede molestar el ancho y muy inclinado pilar del parabrisas, en función de la altura a la que vaya situado.
La suspensión es similar a la del Astra GTC (coche con el que el Cabrio guarda similitud en el diseño del frontal y de algunos elementos del salpicadero, comparte la batalla y la anchura de vías con la versión OPC y hasta las alfombrillas de uno encajan con precisión en el otro). Delante tiene una variedad de McPherson llamada de pivote desacoplado —que Opel denomina «HiperStruts» (imagen)— para evitar las interferencias sobre la dirección al acelerar con intensidad. Detrás, hay un eje de torsión combinado con un paralelogramo de Watt (más información técnica).
Me ha parecido un coche cómodo de suspensión. La amortiguación de dureza variable opcional tiene tres programas de funcionamiento «Tour» y «Sport», además del normal. Las diferencias entre los tres no son grandes y es posible que haya quien incluso no llegue a percibirlas. En el modo «Sport» no se vuelve extremadamente dura e incómoda y en el «Tour» tampoco deja suelta la carrocería. Lo que no consigue en ningún caso es filtrar la rugosidad del asfalto con la misma calidad que lo hacen otros descapotables que son más caros pero que por dimensiones podrían ser una alternativa, como el Mercedes-Benz Clase E Cabriolet.
No es el único punto mejorable del Opel Cabrio: el motor 1.6 Turbo de 170 CV, aunque funciona con mucha suavidad, trasmite un hormigueo constante y muy evidente, al menos en la unidad que hemos probado, al pedal del acelerador y la palanca de cambios. Al arrancar el motor cuando está frío la intensidad de estas vibraciones es notablemente mayor. En cambio, con el motor caliente, a poco ruido que haya exterior, el motor parece estar apagado porque ni se oye ni el coche vibra (salvo las piezas ya mencionadas antes). No he conducido el Cabrio con los motores Diesel pero, por cómo funcionan en otros modelos de Opel, me parece que el de gasolina es más recomendable por ser mucho más silencioso y suave. Este motor es nuevo en Opel (más información técnica).
Las prestaciones que hemos medido (resultados) son lentas comparadas con las de un Audi A5 Sportback 1.8 TFSI de 170 CV, el único coche de tamaño y potencia similar del que tenemos prestaciones para comparar. Pero hay una diferencia importante entre ambos, el peso: el Opel Cabrio pesa 1733 kg, 168 kg más que esa versión del Audi. Un A5 Cabrio con ese mismo motor, del que no tenemos prestaciones propias para poder comparar, pesa 38 kg menos que el Opel Cabrio.
El consumo en nuestro recorrido comparativo —un trayecto por autovía de ida y vuelta de 143 km, conduciendo con suavidad y tratando de conseguir una media real de 120 km/h— ha sido 8,6 l/100 km (el ordenador indicaba 7,8, tiene un error grande, del 11 %); el Audi A5 Sportback gastó un poco menos, 8,0 l/100 km.
La dirección y la palanca del cambio de marchas tienen un tacto agradable. Los faros de xenón opcionales dan un alumbrado muy bueno pero no sabemos si merecen la pena respecto los de serie, ya que estos no los hemos probado.
Hay dos ruidos que desentonan con el, en general, buen aislamiento acústico del Opel Cabrio: uno es aerodinámico y parece provenir de los retrovisores. El otro, es el del impacto de la gravilla que lanza el neumático trasero contra el interior del paso de ruedas. Al menos desde el asiento del conductor se escucha con nitidez.
Con el techo colocado se oyen vibraciones al pasar por lugares que fuerzan la estructura del coche (rampas de garaje, por ejemplo) pero, curiosamente, con el techo quitado se oyen menos (tal vez porque el ruido ambiental los oculta).