Mitsubishi Montero 3p 3.2 DI-D (2000) | Más eficaz en el campo que en la carretera
El Montero 3p me ha parecido más ágil en el campo que en la carretera, a pesar de que sus neumáticos mixtos son poco apropiados para circular por zonas trialeras o caminos con tierra y barro. En carretera tiene una buena estabilidad y en las vías rápidas transmite una agradable sensación de aplomo. Sin embargo, en tramos con curvas cerradas, el Montero subvira mucho. Su elevado peso y la suavidad de las suspensiones son los probables causantes de tal subviraje, aunque las reacciones son en todo momento progresivas y fáciles de controlar. No es por tanto peligroso, simplemente, poco ágil. Tampoco ayuda la dirección, que tiene un tacto agradable pero está muy desmultiplicada, resulta lenta (3,6 vueltas de volante) y es poco directa, obligando a girar mucho al trazar las curvas.
En carreteras deslizantes o caminos de arena o barro sus movimientos son más ágiles y obligan al conductor a ser más rápido de reacciones si se circula rápido, en parte por su corta distancia entre ejes (2.545 mm ) y también por el menor agarre de los neumáticos mixtos que equipa de serie (Yokohama Geolandar GO39).
Por el contrario, el Montero 3p 3.2 Di-D está bien adaptado para afrontar con éxito zonas trialeras, sólo condicionado por un recorrido algo limitado de la suspensión delantera y por los neumáticos antes citados. Con cierta habilidad y gracias al sistema de tracción total Super Select 4WD-II es difícil que nos quedemos atascados ante algún obstáculo. Si alguna de las ruedas se queda en el aire, podemos bloquear el diferencial central y también el posterior para ganar tracción. Su carrocería de voladizos pequeños aporta un buen ángulo de ataque (42°) y de salida (33,5°). También es destacable el ángulo ventral (26,5°) gracias a su elevada altura libre desde el suelo (225 mm).
A pesar de todo, durante una exigente prueba trialera, la parte trasera tocó el suelo en dos ocasiones. En ambas, se salieron de su sitio los pilotos que hay encastrados en el paragolpes y quedaron colgando, aunque se colocan de nuevo con facilidad. La capacidad de tracción y el recorrido de suspensiones lo he probado en un pronunciado badén en el cual el cruce de ejes era extremo. El recorrido de las suspensiones delanteras sigue siendo algo corto a pesar de que ha aumentado 4 cm respecto al Montero anterior, mientras que el de las traseras es largo. Aún así, la dificultad del badén dejaba en el aire dos ruedas (la delantera derecha y la trasera izquierda). El coche perdía motricidad y no salía con el diferencial central bloqueado, pero al bloquear el trasero volvió a ganar tracción y me permitió sortear el obstáculo con éxito.
El confort me ha gustado, a excepción del ruido del motor, que no es insufrible pero sí alto. Las nuevas suspensiones independientes con muelle helicoidal (antes tenía barras de torsión como elemento elástico delantero y el eje trasero era rígido) absorben bien las irregularidades del terreno, tanto en carretera asfaltada como sobre caminos y aportan un elevado nivel de comodidad en el interior.
Un elemento a mejorar en el Montero son los frenos, resulta fácil bloquear las ruedas traseras, con el consiguiente sobreviraje. Para evitarlo hay que dosificar bien la frenada (el pedal tiene un excelente tacto) lo cual nos impide sacar partido a la capacidad que tiene para frenar, motivo por el que las distancias de frenado han sido largas en nuestras mediciones (de 120 km/h a 0 en 76 m). Todo esto hace casi imprescindible el antibloqueo de frenos -opcional en el GLX y de serie en el resto de las versiones- que además tiene repartidor de frenada electrónico (EBD).