Mercedes-AMG SL (2022) | Impresiones de conducción
Lo que me parece más reseñable del Mercedes-AMG SL 63 4MATIC+ es que tiene cualidades buenas como cabriolet y como deportivo. Un viaje por una carretera secundaria tranquila y montañosa se puede convertir en dos experiencias bien distintas. A los mandos de este coche puede ser un placer alternar tramos a ritmo relajado con el techo quitado con otros a ritmo más rápido y sintiendo la puesta a punto del chasis y la potencia del motor. Un Clase E Cabrio es aún mejor descapotable porque aísla mejor a los ocupantes tanto del viento como de la carretera y, sobre todo, es más utilizable para todos los días porque es más cómodo y silencioso. Lo que no tiene el Clase E Cabrio es el dinamismo del SL.
El motor y la caja de cambios funcionan con suavidad en un uso tranquilo, con el modo de conducción Confort. A velocidades legales, el motor gira la mayor parte del tiempo a no más de 2000 rpm y produce un ruido moderado y a la vez evocador. Los ocupantes oyen el suave gorgoteo que produce el V8 de 585 CV y, de vez en cuando, el siseo de las válvulas de descarga de los turbocompresores, así como un golpe de gas en cada reducción a una marcha inferior (este golpe de gas siempre se produce, aunque sólo es claramente audible en los modos de conducción deportivos).
Si se pisa el pedal derecho a fondo, lo que se obtiene es una patada contundente y una aceleración propia de un vehículo extremadamente potente. Según nuestras mediciones, puede pasar desde 80 a 120 kilómetros por hora en tan solo 2,1 segundos, que son datos equivalentes a los que obtuvimos con el BMW M4 Competition (510 CV) o un Porsche 911 GT3 (510 CV). Un BMW M4 Competition xDrive Cabrio (510 CV) fue más lento (2,6 s).
El Mercedes-AMG SL 63 pesa lo normal para sus características (1970 kg). Es una cantidad a medio camino entre un Jaguar F-Type Convertible 5.0 V8 575 AWD Auto y un BMW M850i xDrive Cabrio (ficha comparativa). Es un peso alto en términos absolutos, pero que generalmente no se hace notar mucho en marcha.
El SL 63 4MATIC+ transmite a su conductor seguridad y control en carreteras rápidas en un margen de velocidad muy amplio. Se nota que es un coche ancho, bajo y bien plantado. La dirección tiene un tacto firme que informa bien al conductor. A alta velocidad, el SL 63 4MATIC+ va con gran precisión donde quiere el conductor y parece que las roderas del asfalto o las irregularidades alteran poco la trayectoria. Da la impresión de seguridad propia de Mercedes-Benz, pero sin el confort al que esta marca nos tiene acostumbrados en muchos de sus modelos.
En carreteras lentas y retorcidas se maneja mejor de lo que a priori puede parecer por su tamaño y peso. La dirección al eje posterior ayuda a trazar y a inscribir el coche en las curvas con naturalidad y fluidez. Sólo en las curvas de horquilla más cerradas se advierte que el SL 63 4MATIC+ gira poco.
El SL 63 4MATIC+ no es uno de esos deportivos grandes y extremos en los que el conductor tiene la sensación permanente de que las carreteras de tercer orden son ridículamente pequeñas. No obstante, está claro que, como tiene una carrocería muy ancha, no hay tanto margen para aprovechar los carriles como en otro vehículo más pequeño y sobre todo estrecho.
También resulta muy fácil de dosificar la aceleración. La tracción total ayuda a trasladar la potencia del motor a las ruedas y evita en gran medida que se produzcan patinajes aunque se acelere un poco más de la cuenta.
En las carreteras de curvas se mueve con agilidad en los cambios de apoyo, con un balanceo de la carrocería escasísimo (especialmente si las barras estabilizadoras activas están ajustadas en los modos más deportivos). Es un coche en el que la carretera se siente cerca y, bajo mi punto de vista, da más confianza que, por ejemplo, un BMW M4 Cabrio xDrive.
Es difícil llegar al límite de adherencia que proporcionan los enormes neumáticos Michelin Pilot Sport 4S (de medidas 275/35 ZR21 los delanteros y 305/30 ZR21), al menos sobre asfalto seco. Para que el SL 63 pierda adherencia y se mueva de forma brusca, hay que ir mucho más deprisa de lo razonable. Yo no he llegado a ese punto en carretera abierta al tráfico (porque el límite del coche está realmente alto) pero sí en una pista cerrada. Y, cuando ocurre, hay que tener en cuenta que el SL 63 se mueve con mucha rapidez.
Los frenos que tiene de serie el SL 63 dan un resultado correcto. Son capaces de detener el coche en 49,7 m con la suspensión ajustada en modo S+. En el modo Comfort, los mejores datos han estado por encima de 50 metros. La resistencia al calentamiento me parece buena, o al menos yo no he tenido ningún problema de sobrecalentamiento en una utilización ágil. Quien vaya a entrar en circuito probablemente saque partido a los frenos cerámicos (que son la opción más costosa disponible: 11 536 euros).
Pruebas en circuito
En las pruebas que hemos realizado en circuito (imagen) he advertido reacciones del chasis (difíciles de notar en las vías públicas) que explican un poco mejor la puesta a punto del SL 63 4MATIC+. En general, tanto en el ejercicio de esquiva como de eslalon, el SL me parece sensible al estilo de conducción, como suele ocurrir en muchos coches deportivos. Es decir, si se maneja con movimientos precisos y suaves de volante, se descoloca menos que si se hace con brusquedad. Eso resulta más evidente de lo normal porque las ayudas electrónicas a la estabilidad están ajustadas para que no intervengan al mínimo deslizamiento de las ruedas, sino que actúan un poco más tarde. Es decir es un coche que «deja hacer» y que tiene un punto de agilidad que permite que un condutor experto pueda colocarlo en curva de la mejor forma para ir lo más deprisa posible (recalco que esta impresión sólo es evidente en circuito, porque en carretera abierta el límite del SL 63 está tan alto que da la impresión de que va prácticamente guiado sobre carriles). Otra cosa que he notado en circuito es cómo afectan los distintos programas de conducción al manejo.
Programas de conducción
Hay seis modos de conducción básicos (AMG Dynamic Select) a los cuales se accede pulsando la tecla AMG que hay en la parte inferior de la pantalla: Calzada resbaladiza, Comfort, Sport, Sport+, Individual y Race (este último es de serie en el 63 y opcional en los 43 y 55 con el paquete «AMG DYNAMIC PLUS»). Como es habitual, cada uno de ellos modifica la respuesta del motor, la dureza de la suspensión, la rapidez del cambio de marchas y la sonoridad del motor.
Esos modos básicos incluyen una función que da más o menos agilidad al chasis, denominada AMG Dynamics. Lo consigue repartiendo de la forma más conveniente la potencia del motor entre el eje delantero y trasero, así como mediante la intervención más o menos intrusiva del ESP. Hay cuatro niveles AMG Dynamics: Basic, Advanced, Pro o Master. Estas funciones de agilidad del chasis, por así llamarlas, se pueden controlar de forma independiente al programa de conducción. Así, sería posible combinar la función Pro con el modo de conducción Confort.
Pero ahí no acaban las posibles combinaciones. También se puede ajustar por separado el funcionamiento de elementos concretos: el control de estabilidad (conectado, parcialmente activado o desactivado), la suspensión (hay tres niveles de dureza), la caja de cambios (se puede elegir un modo completamente automático o parcialmente manual), el sonido de escape y la posición de los elementos de aerodinámica activa (una pieza que hay bajo el paragolpes delantero y el alerón posterior).
Para evitar distracciones, en el volante hay dos mandos con pantalla desde los cuales es posible elegir cualquiera de los modos de conducción básicos y cualquiera de los ajustes independientes de los distintos elementos citados justo antes (imagen).
Por lo tanto, las posibles combinaciones son exageradas en número y creo que hasta confusas. Me resulta imposible analizar por separado cada combinación. Lo que sí me ha quedado claro es que las diferencias entre los reglajes más conservadores y los más radicales son enormes y cambian por completo el carácter del coche. El SL 63 4MATIC+, con el modo Sport+ o Race, responde con brusquedad al acelerador, el cambio de marchas selecciona una u otra relación con una sacudida, el ruido del sistema de escape es elevado (e incluye petardeos en las retenciones) y el balanceo de la carrocería es prácticamente nulo (gracias al endurecimiento de las barras estabilizadoras activas) y podemos hacer uso del Launch control. Cuando se elige el modo C o Confort, el coche se vuelve mucho más dócil, trata mejor a los ocupantes, hace menos ruido y las ayudas electrónicas a la estabilidad actúan un poco antes.
En definitiva, creo que las cualidades dinámicas son muy buenas. Me cuesta pensar en una circunstancia en la que este SL 63 4MATIC+ resulte insuficiente por el potencial de su chasis o por las prestaciones. Hay una pequeña salvedad, y es que, en algunos casos, el cambio de marchas (AMG SPEEDSHIFT MCT 9G) no siempre reduce todas las marchas necesarias o no lo hace en el momento idóneo. Para evitarlo, lo mejor es ajustarlo en modo M (Manual) de tal forma que el conductor puede tener un gran control de la marcha engranada haciendo uso de las levas que hay tras el volante (imagen).
No tengo forma de medir cómo de rígida es la carrocería. Pero sí puedo contar mi percepción, y es que Mercedes-Benz ha conseguido algo que no siempre se da en los cabrios: que el coche vaya casi igual en carreteras en buen estado que en las bacheadas. No se nota que pierda precisión en curva, ni que su estructura vibre más de la cuenta cuando se circula sobre firme en mal estado. Los ruidos que llegan al interior cuando se circula sobre firme en mal estado provienen, a mi juicio, de algunas piezas que no están bien fijadas (como es el caso de la pantalla del sistema multimedia).
Una de las cosas más molestas del SL es que el interior es caluroso. Creo que el problema tiene varios orígenes. En primer lugar, a través de las salidas de ventilación entra aire caliente aunque la temperatura en el exterior sea relativamente fresca, cuando el aire acondicionado está desconectado. Por otra parte, aun cuando el aire acondicionado está funcionando a una temperatura normal, el ambiente en el interior es unos cuantos grados más elevado. Posiblemente el interior no está bien aislado térmicamente del motor. Lo he notado en otras ocasiones en otros Mercedes-AMG con el motor V8 sobrealimentado, como en el Mercedes-AMG GT de 2015, si bien este caso el problema era mucho más acuciante.
El Mercedes-AMG Sl 63 4MATIC+ consume mucho combustible. En una conducción variada y al ritmo del resto del tráfico, es muy normal que el gasto medio esté en unos 15,0 litros cada cien kilómetros. Ese dato obliga a repostar cada 450 kilómetros aproximadamente. El consumo mínimo posible es de unos 10,5 l/100km que fue el dato que obtuvimos en nuestro recorrido de referencia por autovía. Pero esos 10 y pico litros son poco realistas, pues suben con una facilidad pasmosa en cuanto el conductor acelera un poco más de la cuenta o hay alguna situación desfavorable (como tráfico congestionado).
Techo descapotado
Según Mercedes-Benz, el techo de lona ha permitido rebajar el peso en 21 kg respecto a la generación anterior.
El botón que da vida al techo es un icono deslizable que aparece en la pantalla central (imagen). Sólo está disponible una vez que el sistema multimedia MBUX ha arrancado (y no es instantáneo ya que puede tardar incluso 10 o 15 segundos desde que se da el contacto). También se puede abrir desde el mando a distancia.
Una vez que el sistema operativo está preparado, el techo se puede plegar y desplegar en 15 segundos a una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora, por lo que, en la práctica, hay muchas circunstancias en las que se puede aprovechar para capotar y descapotar la carrocería.
El SL merece una muy buena nota si lo valoramos por su capacidad para proteger a los ocupantes de las corrientes de aire. A este respecto no queda muy lejos del Mercedes-Benz Clase E Cabrio, probablemente el mejor descapotable que conozco por cómo aísla a los ocupantes. No estoy seguro de si el BMW Serie 8 Cabrio ofrece una protección similar pero, desde luego, el Porsche 911 Cabrio es peor en este aspecto.
Los pasajeros del SL pueden viajar a algo más de 120 km/h sin molestias y manteniendo una conversación sin forzar la voz, con la única condición de subir todas las ventanillas y colocar el deflector aerodinámico en su posición de servicio. Casi nunca me ha parecido necesario usar una gorra para reducir las turbulencias sobre el cabello porque estas realmente escasas (al menos si se coloca el asiento lo más bajo posible). La pantalla del sistema multimedia no refleja mucho la luz solar, salvo cuando el sol está muy bajo y en la espalda.
Para mejorar el confort con el techo quitado y temperaturas frescas, hay unas salidas de aire caliente dirigidas a la nuca de los ocupantes de las plazas delanteras. También hay calefacción en los asientos y en el volante, funciones que se pueden activar a la vez si así se desea. Lo que no hay en este SL son los reposabrazos calefactados que sí están disponibles en el Clase S.