Mercedes-Benz C 180 (2000) | Muy bien en prestaciones y consumo
No recuerdo un motor en torno a 130 CV que me haya gustado más que éste. Da más aceleración que la mayoría de los coches de su potencia, y la misma que otros más potentes. La caja de cambios manual de seis marchas que tiene de serie es todo un acierto. El escalonamiento no es el ideal para carreteras lentas por el salto que hay entre segunda y tercera, pero —a diferencia de otras cajas de seis marchas— todas ellas son útiles.
Como el motor tiene mucha elasticidad, es posible circular normalmente rápido en casi cualquier carretera con las tres marchas más largas. Aguanta la sexta perfectamente, hasta el punto que puede encarar rampas fuertes en autovía sin tener que reducir. A régimen de par máximo, en sexta, va a 140 km/h; en esa marcha y a esa velocidad puede subir rampas muy fuertes.
Si es precisa la máxima aceleración que da el coche, el motor gira con fuerza hasta unas 6.200 rpm. Ahí tiene un límite parecido al de un Diesel; no un corte de inyección claro, sino una disminución grande de potencia. El cambio no es un obstáculo para acelerar; tiene un tacto inusual, pero es mucho mejor que las anteriores cajas manuales de Mercedes.
En conducción suave (pero no lenta) por carretera de doble sentido, con una media real de 100 km/h, puede gastar en tono a 8,5 l/100 km. En el mismo trayecto, pero aprovechando con frecuencia la máxima aceleración que da, ha subido a 11 l/100 km. En carretera de sentido único, cerca de las máximas posibilidades del coche, se ha ido hasta 12, que no es mucho. Es un motor de buen rendimiento y la resistencia aerodinámica es baja.
Para calcular el consumo tanto el velocímetro como el cuentakilómetros son muy útiles, porque ambos son muy precisos. El ordenador de consumo marca una par de décimas de menos, como mucho.
En lo único que falla este motor es en ruido. Es el motor Mercedes-Benz de gasolina más ruidoso que he conducido (una opinión que comparte mi compañero Víctor Fernández). Tiene un sonido peculiar, que puede que le guste a quien aprecie el tipo de ruido que hacen los motores «deportivos». A quien quiera el máximo silencio, en cambio, no le agradará mucho.