Mazda MX-30 (2020) | Impresiones del interior
Para acceder a las plazas traseras del Mazda MX-30 hay que proceder como en un BMW i3: primero se abren las puertas delanteras y, a continuación, las traseras sirviéndose de un tirador que hay en el interior de las mismas. El ángulo máximo de apertura de las puertas delanteras es 82º y de las traseras, 80º. Con esta configuración de puertas Mazda dice que es más fácil acercar un carrito de bebé hasta los asientos y acomodar al niño en su silla. Puede que eso sea cierto, pero para un adulto es mucho más sencillo acceder a la fila trasera de un CX-30 porque el espacio libre que dejan sus puertas es mayor y el movimiento que tiene que hacer el cuerpo es mucho más cómodo.
No es imprescindible que el pasajero sentado delante se baje para permitir el paso a quien se vaya a sentar detrás, pero sí que se quite el cinturón de seguridad, ya que este va montado en las puertas traseras (sucede exactamente lo mismo que en el i3, aquí lo enseñamos en vídeo). Si no hay nadie sentado delante, el acceso a la segunda fila se puede mejorar reclinando hacia delante los respaldos de los asientos delanteros y desplazando las banquetas hacia el frente (el del conductor mediante un mecanismo eléctrico que se acciona con unos botones en la parte posterior del respaldo y el del pasajero tirando de una palanca).
La fila delantera del MX-30 es amplia, muy parecida a la de un CX-30. Detrás es distinta, ya que hay considerablemente menos espacio, especialmente para las piernas. Concretamente hemos medido 64 centímetros, los mismos que en el CX-3 (que es un modelo más pequeño y no muy amplio) y cuatro menos que en el CX-30. La altura al techo (90 cm) también es mediocre, aunque suficiente para que alguien de en torno a 1,80 metros de altura no dé con la cabeza en el guarnecido (tabla de mediciones del interior). Mi estatura es similar a la mencionada y he sentido cierto agobio al sentarme atrás con el asiento del conductor en mi posición habitual. A la falta de espacio se unen la escasa luminosidad debida al diseño de las ventanillas y que apenas queda hueco para meter los pies por debajo de los asientos. En cualquier caso, este no es un coche pensado para realizar grandes viajes y creo que iría suficientemente cómodo en los trayectos cortos para los que está pensado.
El volumen del maletero es de 366 litros, frente a los 430 que tiene un CX-30. El del MX-30 es un poco menos profundo y tiene menos altura entre la base y la bandeja cubreequipajes. Esto es así porque bajo el piso está el cargador de abordo de corriente alterna para la batería (en esta imagen, es la caja que se ve sobre el eje trasero, a medio camino entre las dos ruedas). Bajo el piso hay una bandeja de polipropileno donde Mazda guarda una parte de la electrónica del sistema de sonido opcional BOSE de 12 altavoces y el kit de reparación de pinchazos (imagen). En el CX-30 esta bandeja también es un poco más profunda. El espacio de carga se puede ampliar abatiendo los respaldos posteriores, que están divididos en una proporción 60/40.
El cuadro de instrumentos consta de una pantalla central de 7,0 pulgadas e indicadores físicos de aguja a ambos lados. De nuevo, es un cuadro casi idéntico al de los últimos modelos de Mazda; la principal diferencia es que el tacómetro se ha sustituido por un indicador que muestra el uso instantáneo de la energía. Como hemos dicho en otras ocasiones, este cuadro de instrumentos es satisfactorio en conjunto, pero pensamos que su pantalla está desaprovechada porque no ofrece muchas posibilidades de configuración y tampoco puede mostrar mucha información. Como en el 3 y el CX-30, Mazda ha instalado de serie un sistema de proyección de información en el parabrisas (head-up display) de buena calidad para visualizar datos como la velocidad y las indicaciones del navegador.
La pantalla del sistema multimedia es idéntica a la del CX-30, de 8,8 pulgadas (imagen), y con el mismo sistema operativo, si bien tiene un menú específico para mostrar información relevante sobre el estado del sistema de impulsión. No es táctil y para navegar por los menús hay que utilizar la ruleta y los botones que hay detrás del selector del cambio (imagen). Esto no nos parece una desventaja, ya que funciona muy bien y su uso es intuitivo. El sistema tiene compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay.
Como novedad en Mazda, hay una pantalla de 7,0 pulgadas destinada al manejo del sistema de climatización y funciones relacionadas, como el encendido de la calefacción de los asientos (imagen). Para facilitar su utilización hay mandos físicos a su alrededor con los que se pueden ajustar parámetros de uso frecuente como la temperatura, la velocidad del ventilador y la activación del desempañado del parabrisas. En esta pantalla también se muestran animaciones cuando el conductor se sube al vehículo y que cambian en función de la hora y de las condiciones atmosféricas.
La consola central es de tipo flotante (está diseñada a dos alturas; imagen), gracias en parte a que la palanca del cambio no está conectada mecánicamente con la transmisión. En la parte superior se encuentra la citada pantalla del climatizador, el selector del cambio y los mandos de manejo de sistema multimedia (imagen), y en la inferior hay un hueco grande para depositar objetos, así como las conexiones de entrada para dispositivos USB (dos), tarjetas SD y un enchufe convencional de 150 W (imagen). El MX-30 con de autonomía extendida tendrá un segundo enchufe de 150 W en el maletero. En conjunto, la consola me ha parecido práctica y agradable de utilizar.
Las superficies de corcho tienen un recubrimiento especial para incrementar su resistencia al manoseo. Dan buena impresión y, a pesar del citado recubrimiento, tienen un tacto muy parecido al del corcho sin tratar. No es la primera vez que un fabricante utiliza apliques de corcho en un automóvil —Citroën lo hizo en el prototipo C-Cactus de 2011—, pero sí, al menos en Europa, que se hace en un modelo de producción.
El material textil hecho con plástico PET de las puertas es agradable de tocar y parece resistente (el PET se utilizó en un comienzo, y se sigue empleando, como fibra para la confección de prendas). Para los asientos hay dos tapicerías —una de tonos grisáceos (imagen) y otra negra y burdeos (imagen)— con un tacto parecido al de la piel, aunque están fabricadas con materiales no procedentes de animales. Sí es de piel auténtica el material que cubre el volante y el pomo del cambio.