Land Rover Freelander 2 (2014) | Impresiones del interior
El modelo de antes de la actualización de mediados de 2012 da una grata sensación de calidad por los materiales empleados y robustez por el ajuste de los diferentes elementos. Todos los plásticos son duros —tan solo la parte alta del salpicadero está recubierta con un plástico ligeramente acolchado—, están muy bien ajustados y son agradables al tacto. Durante la prueba, al circular por pistas con baches, hemos oído algún que otro crujido proveniente de la consola central (imagen), pero es algo mínimo que sucede sólo cuando el terreno está bastante roto, por lo que es despreciable.
Puesto de conducción
A primera vista puede resultar un poco agobiante ver tanto botón junto en la consola central pero, tras un mínimo periodo de adaptación, se manejan fácilmente porque tienen un tamaño generoso y su funcionamiento es intuitivo. Los mandos del climatizador, situados en la parte baja de la consola, pueden obligar a retirar la vista de la carretera para su manipulación —problema que se solventa si tenemos en cuenta que el climatizador tiene un funcionamiento excelente y habrá que manipular sus mandos mínimamente si circulamos con él en posición automática—. Todos los mandos son de plástico duro —los giratorios del equipo de sonido o el mando del «Terrain Response» (imagen) tienen un tacto de goma muy agradable—.
Los mandos de los elevalunas están situados en la parte alta de la puerta, junto a la ventanilla (imagen). Ésta colocación favorece su utilización y visualización, pero hay que andarse con cuidado porque se mojan fácilmente si la ventanilla está bajada y está lloviendo o se ha utilizado en abundancia el agua del limpiaparabrisas.
El arranque de todos los Land Rover Freelander 2 se realizan mediante un botón (imagen) colocado en el salpicadero a la derecha del volante —previa introducción del mando en el receptáculo que hay debajo de dicho botón— (imagen). Es un sistema idéntico al que utiliza BMW.
El puesto de conducción tiene el asiento alto respecto al suelo y al piso del coche, por lo que las piernas quedan en una posición más vertical que en un turismo convencional. La visibilidad hacia delante no es muy buena. Aunque tiene un capó alto y casi horizontal que se ve por completo, resulta difícil calcular donde están verdaderamente los límites de la carrocería, por lo que el Freelander 2 requiere un proceso de adaptación para moverse con soltura por lugares estrechos.
El volante (imagen) tiene unos reglajes muy amplios en altura y profundidad. Nuestra unidad de pruebas tenía los asientos delanteros con regulación eléctrica que permitían encontrar fácilmente una posición al volante cómoda para conducir. El asiento del conductor —con tres memorias— tiene la banqueta con regulación longitudinal y en altura, inclinación del respaldo y regulación del apoyo lumbar (imagen). El del acompañante sólo longitudinal y del respaldo. Ambos asientos tienen un reposabrazos central independiente regulable en altura (imagen). El sistema que utiliza Land Rover para la regulación de estos reposabrazos permite ajustar la altura en múltiples posiciones pero su accionamiento resulta un tanto incómodo —hay que girar un mando colocado en el extremo de cada uno de ellos y la posición de la mano al accionarlo es antinatural, por lo que se tiende a regularlo con la otra mano—.
Plazas traseras
Detrás, el espacio longitudinal para las piernas no es muy amplio (imagen). Hay vehículos de tamaño y características similares más espaciosos (mediciones interiores). La banqueta de los tres asientos no se puede desplazar sobre un carril.
La anchura existente permite que tres adultos se desplacen durante trayectos cortos. Para trayectos de larga duración se echa en falta un poco más de espacio. La plaza central no es cómoda en ningún caso porque el respaldo tiene un abultamiento —provocado por un reposabrazos oculto— (imagen) y su mullido es mucho más duro que el de cualquiera de las demás plazas. El túnel que recorre longitudinalmente el piso de la carroceriá y parte de la consola central también perjudica la comodidad de la plaza central porque resta espacio para los pies.
El dato más destacable en las plazas traseras es el de altura libre, más que suficiente para que viajen con comodidad personas de más de 1,90 m de estatura —ésta característica favorece también el acceso al habitáculo—.
Los reposacabezas de la segunda fila son regulables en altura pero únicamente tienen una posición, la cual no queda muy elevada, por lo que a las personas de elevada estatura no les quedarán colocadas en una posición idónea desde el punto de vista de la seguridad.
Opcionalmente se puede optar por un techo de cristal divido en dos piezas. La delantera se puede levantar o deslizar hacia atrás y la trasera es fija. Ambas partes son de cristal oscurecido —dos cortinas enrollables pequeñas pueden impedir el paso de la luz si así se desea—.
Huecos donde depositar objetos
Hay diferentes huecos repartidos por el habitáculo donde depositar objetos. Tiene bolsas de gran tamaño en las puertas —son más capaces las de las plazas delanteras que las de las traseras— donde caben botellas de hasta 0,5 litros (imagen). En el caso de las unidades que carecen de sistema de navegación, en el salpicadero hay un hueco de generosas dimensiones con el fondo de goma. La guantera (imagen) es grande y su tapa está amortiguada aunque al abrirla por completo molesta a la persona sentada en el asiento del acompañante porque choca con las rodillas —a no ser que el asiento esté colocado en una posición muy retrasada—. En la consola central hay sendos huecos que carecen de fondo acolchado y de tapa, por lo que todos los objetos depositados en ellos quedan perfectamente a la vista desde el exterior del vehículo (imagen). Detrás de los asientos hay un par de bolsas de tela (imagen). En el respaldo de la plaza central trasera hay oculto un reposabrazos con dos portaladas y un pequeño receptáculo con tapa (imagen).
Espacio de carga
La capacidad del maletero es de 405 litros hasta la cortinilla que lo cubre; si se carga hasta el techo el espacio aumenta hasta 755 litros—. Quitar la cortinilla resulta fácil porque no tiene un peso excesivo y gracias al espacio interior no hay que andar haciendo malabarismos para extraerla. Cuando se extrae no hay un lugar previsto para dejarla.
La segunda fila tiene los asientos divididos en una proporción 60/40. Para abatir sus asientos hay que levantar primero las banquetas y posteriormente tumbar los respaldos, quedando un fondo de carga casi plano (imagen). Esta operación resulta muy sencilla de realizar porque todos los elementos se mueven con suma facilidad. Los anclajes de los cinturones de seguridad tienen un mecanismo muy útil para evitar que se queden ocultos una vez volvamos a colocar los asientos en su posición.
El piso del maletero consta de un panel tapizado de moqueta por una de sus caras y por la otra está terminado en un plástico duro que resulta impermeable —algo que se agradece cuando se guardan sobre él, por ejemplo, unas botas con barro después de un día de campo— (imagen). Una persona puede darle la vuelta fácilmente porque no pesa mucho. Debajo de él hay una rueda de repuesto exactamente igual que las otras cuatro, algo que incomprensiblemente es cada vez menos frecuente en los todoterrenos (incluso los hay sin rueda de repuesto). Bajo el piso también queda espacio libre para guardar objetos de pequeño tamaño.
El maletero está iluminado mediante un plafón situado en el lateral izquierdo —no tiene botón de apagado y encendido— (imagen). Hay dos argollas y dos pequeñas perchas donde colocar, por ejemplo, una red para sujetar el equipaje o colgar bolsas —las perchas tienen una apariencia más pobre y dan sensación de fragilidad porque el plástico que las recubre tiene holgura—.