Ford S-MAX (2015) | Impresiones de conducción
El Ford S-MAX es un coche largo (4,80 metros), pero sobre todo muy ancho (1,92 metros sin espejos retrovisores). Estas dimensiones dificultan su manejo en determinados lugares; hay muchas plazas de aparcamiento en batería que le quedan algo justas y la circulación por calles muy estrechas no siempre es fácil.
Esta falta de manejabilidad es común en la mayor parte de sus posibles alternativas: un Renault Espace es ligeramente más estrecho, pero más largo; un SEAT Alhambra es casi igual de ancho y también más largo. El Renault Espace con la opción de dirección en las cuatro ruedas es, quizá, la única alternativa que se maneja claramente mejor a baja velocidad (no así en maniobras de aparcamiento, pues a tan baja velocidad y en parado, las ruedas traseras no tuercen para ayudar el giro).
A pesar de que el S-MAX es un vehículo de grandes dimensiones y con un peso elevado (mide 4,80 m de longitud y la versión más ligera pesa 1645 kg), su conducción por carretera es más parecida a la de un buen turismo que a la de un monovolumen por la agilidad con la que reacciona y, en general, por el tacto que ofrece. Esto es posible, entre otros motivos, gracias a una suspensión que controla muy bien los balanceos de la carrocería y a una dirección (ya sea la de serie o la opcional con desmultiplicación variable) que ofrece un buen retorno de información al conductor y permite guiar el vehículo con precisión.
La suspensión puede ser de tres tipos: la de serie, la deportiva y la de dureza variable (CCD) que permite elegir entre tres ajustes de dureza. Nuestra unidad de pruebas tenía la de dureza variable, y en la mayor parte de las circunstancias, el ajuste intermedio parecía el más satisfactorio. El modo más duro, sin ser incómodo, no me parece que aporte mucho en una conducción normal. Sí puede tener sentido utilizarlo cuando se viaja a plena carga, pues ayuda a que la carrocería tenga movimientos de menor amplitud.
La buena respuesta dinámica que tiene el Ford S-MAX 2015 también se aprecia en la capacidad de frenada. Nuestra unidad de pruebas, con neumáticos Continental SportContact 5 235/50 R18, ha necesitado 52 metros para detenerse desde 120 km/h, lo que es un dato muy bueno para un vehículo de este tipo.
Además de por lo bien que responde a las órdenes del volante, el S-MAX también está muy logrado por el el bajo nivel de ruido que llega al habitáculo. El del motor Diesel de 179 CV (motor que dejó de estar en venta en septiembre de 2018; Cambios en la información) llega muy atenuado cuando se circula a baja velocidad; de hecho, a unos 120 km/h parece que no existe, y el escaso ruido presente en el interior, viene en su mayor parte del contacto del aire con la carrocería. Curiosamente, este ruido aerodinámico no aumenta mucho aunque la velocidad sea muy superior: quien se fíe del su oído para hacerse una idea de la velocidad a la que circula, quizá se encuentre que va mucho más deprisa de lo pronosticado.
El Ford S-MAX Diesel de 179 CV mantiene muy bien la velocidad en vías llanas o con pocas pendientes (esta impresión se puede ver favorecida por el poco ruido que hace). Lo que no hace es acelerar mucho. Según nuestras mediciones necesita 8,7 segundos para pasar de 80 a 120 km/h, que no se trata de un valor escaso para circular con cierta agilidad, pero tampoco sobresaliente dada la potencia disponible.
No sabemos qué resultado darán el resto de motores de la gama: los hay más y menos potentes. Yo no adquiriría el de 179 CV sin probar antes el de 150 CV (en el anterior Ford S-MAX, el motor Diesel de 140 CV y cambio manual daba un empuje bastante bueno —no mucho menor que el de mayor potencia disponible en ese momento—, si bien eso no tiene por qué ocurrir en el nuevo).
No sabemos qué influencia tiene el cambio en la aceleración, pero sí sabemos que hace que la respuesta del motor parezca más homogénea en todo el rango de revoluciones. Así, en el Ford S-MAX TDCi de 179 CV con cambio manual, se nota que la potencia se concentra entre 1900 y 4000 rpm, siendo la salida desde parado ligeramente perezosa. Con el cambio automático la percepción es distinta: el empuje es aceptable desde bajo régimen y no se nota ese cambio intenso de aceleración en torno a las 2000 rpm que sí se aprecia con el cambio manual. Es decir, el cambio automático «aplana» o hace más regular la curva de entrega de potencia del motor.
El consumo de carburante del S-MAX Diesel de 179 CV y cambio automático es moderado a velocidad sostenida: en nuestro recorrido habitual de consumo (que es por una autovía con poco tráfico y muchos desniveles, a una velocidad media de 120 km/h), el gasto fue de 7,0 l/00 km. En ciudad, o cuando se acelera con intensidad de forma frecuente o hay cambios de ritmo, el consumo se puede acercar a 10 l/100 km. Un Renault Espace dCi de 160 CV (también con cambio automático) tiene un consumo inferior a velocidad sostenida (en ese mismo recorrido por autovía gastó unos 6,7 l/100 km), y también gasta menos cuando las condiciones de circulación son más exigentes, aunque también hay que tener en cuenta que es menor potente.
La caja de cambios automática (de doble embrague y seis velocidades, cuya denominación comercial es PowerShift; en septiembre de 2018 fue reemplazada por una de ocho relaciones) tiene dos modos de funcionamiento: normal (D) y deportivo (S). La principal diferencia entre ambos se halla en el número de revoluciones que alcanza el motor antes de subir una marcha, que es siempre superior en el modo S. También se pueden realizar los cambios manualmente mediante unas levas situadas por detrás del aro del volante, aunque su utilidad es muy limitada porque no permite mantener una relación fija. Es decir, si el conductor pisa el pedal del acelerador a fondo el cambio reduce una o varias marchas.
El sistema Start&Stop forma parte del equipamiento de serie de toda la gama y funciona con mucha rapidez, aunque es claramente más suave en combinación con el motor de gasolina (con el Diesel se percibe una pequeña sacudida cada vez que actúa).