Dodge Journey (2008) | Impresiones de conducción
El Dodge Journey tiene un tacto más parecido a un turismo grande que a un monovolumen o a un todoterreno, aunque su puesto de conducción está elevado.
Durante la presentación de la gama Dodge he podido subirme brevemente en un Journey con acabado SRT y cambio manual de seis velocidades. Circulamos por carreteras de doble sentido con diversos tipos de curvas.
El Journey tiene una dirección imprecisa, en parte, porque está muy asistida, al menos para mi gusto. Aún así, transmite mejor al conductor el contacto de las ruedas con el asfalto que la dirección del Dodge Caliber. En maniobras de aparcamiento se agradece que esté tan asistida, pero se echa en falta que se endurezca en mayor medida cuando se circula a velocidades más elevadas.
La suspensión es cómoda en carreteras con firme en mal estado. Si hay roderas o grietas en la calzada, las sigue con cierta facilidad y hay que prestar atención para mantener una trayectoria recta.
Los movimientos de cabeceo de la carrocería son pequeños. No puedo decir lo mismo del balanceo de la carrocería, que es muy apreciable aunque la conducción sea suave y los apoyos, en las curvas, mínimos. El periodista que me acompañaba durante la prueba coincidía conmigo en que el Journey tiene un balanceo tan excesivo que puede llegar a marear.
El único motor disponible en España para el Journey es el 2,0 l CRD de 140 CV. Tiene un par motor de 310 Nm entre 1.750 y 2.500 rpm. Su potencia es suficiente para mover al Journey con soltura, al menos con dos ocupantes. No hemos tenido la oportunidad de probarlo con más ocupantes o equipaje, pero seguramente le falte fuerza pare realizar, por ejemplo, maniobras de adelantamiento una vez se circule con el vehículo más cargado.
Con el cambio manual, sale bien desde parado. En aceleración a plena carga el empuje es apreciable desde bajas revoluciones, disminuyendo notablemente poco antes de llegar a 3.000 rpm. Esta sensación me ha parecido mucho más evidente en este caso que en cualquier otro vehículo Diesel que haya conducido hasta la fecha. Por lo tanto, es innecesario subir de dichas revoluciones si lo que se busca es la máxima aceleración.
Si la transmisión es manual, el Journey acelera de 0 a 100 km/h en 11,6 segundos y tiene una velocidad máxima de 190 km/h. Son unas prestaciones normales para un coche de sus características. La versión con cambio automático tiene peores prestaciones: acelera de 0 a 100 km/h en 11,8 s y alcanza 182 km/h de velocidad máxima. Tabla comparativa de ambas versiones.
En la primera toma de contacto con este modelo, mi compañero Luis Modrego pudo conducir un Journey RT con cambio automático por carreteras de doble sentido y autovías. Sus impresiones de conducción son las siguientes:
La caja de cambios automática resulta, sobre todo, suave. La caja DSG de Volkswagen (S-Tronic en Audi), que también tiene doble embrague, es mucho más brusca porque casi no tiene resbalamiento. La del Dodge Journey es mucho más suave y -sobre todo en las arrancadas- se percibe claramente el resbalamiento del embrague. Esto tiene el inconveniente de que es menos eficiente en cuanto a las prestaciones y el consumo, pero la ventaja de que no hay que ser muy cuidadoso con el acelerador para circular suavemente, como ocurre en los coches con DSG.
En un recorrido a ritmo suave, entre 70 y 120 km/h, el ordenador de viaje marcaba un consumo de 7,3 l/100km.