Citroën Xsara (2001) | Impresiones de conducción
Es fácil distinguir las diferencias entre las diferentes versiones. Las versiones más básicas tienen un comportamiento relativamente ágil en carreteras con curvas y bastante estable en autopista a gran velocidad. Estas versiones son ligeramente más sensibles a los cambios de carga en curva (deslizan algo de atrás) que un León, un Almera, o un Ford Focus equivalentes, a cambio no resultan muy subviradores.
Las versiones con motor de 2.0 (136 y 162 CV) tienen una amortiguación más dura que los Xsara con motores menos potentes (muy dura en el VTS), además la alineación de las ruedas es diferente. Esto causa una gran facilidad para cambiar de dirección —sobre todo el VTS— y una reacción brusca al reducir la velocidad en curva. El conductor debe ir más pendiente a la hora de conducir rápido por carretera de curvas o por autopista. Ninguna versión puede tener control de estabilidad, ni siquiera en opción.
Ninguna de las versiones hacen mucho ruido ni por rodadura, ni por motor, ni por aerodinámica (salvo a velocidades muy elevadas), pero con matices. En la versión 1.6 cuando la aguja del cuentarrevoluciones se acerca a las 4.000 rpm, surge un sonido más fuerte y grave de lo normal que procede del motor, ruido que desaparece en cuanto se pasa de unas 4.500. No resulta excesivamente incómodo, pero con ese motor a 4.000 rpm, circulamos a poco más de 140 km/h en quinta; velocidad a la que circulan normalmente muchos usuarios.
Algunos de los mandos no quedan totalmente a la mano como los elevalunas y los mandos del navegador (opcional y sólo para Exclusive y VTS) que están situados en la consola central demasiado bajos y hace que tengamos que desviar la vista de la carretera más de lo deseable. El puesto de conducción es bueno por lo demás, con ajuste vertical y longitudinal del volante de serie en todas las versiones.
En los apoyabrazos delanteros de la puerta hay un compartimiento con tapa donde dejar algunos objetos. Es muy profundo (unos 20 cm) pero algo estrecho, lo que hace que nos roce la mano y nos pegue el reloj contra los laterales del mismo al coger algún pequeño objeto del fondo. La visibilidad trasera sigue siendo un poco reducida, sobre todo por los grandes montantes laterales.