Chevrolet Orlando (2011) | Impresiones de conducción

11/01/2012 |Alfonso Herrero

El motor Diesel de 163 CV mueve con facilidad el Orlando, además tiene una buena respuesta al acelerador y un funcionamiento relativamente suave y silencioso. No es el mismo motor que usa Opel con potencia idéntica (por ejemplo en el Opel Insignia) ya que el del Orlando procede de Detroit Diesel mientras que el origen del de Opel es FTP (Fiat Powetrain technologies).

En el momento de iniciar la marcha tiene una respuesta pobre que en ocasiones —si estamos en una pendiente, por ejemplo— obliga a hacer patinar el embrague para que no se cale pero, una vez superado ese momento, con el Orlando ya en movimiento, el motor responde con suficiente fuerza incluso a muy pocas revoluciones. Esto permite circular en marchas largas, con el motor girando a menos de 1500 rpm, sabiendo que ganará velocidad si se pisa el pedal del acelerador y sin necesidad de reducir una marcha lo que lo hace cómodo de conducir en ciudad, donde se puede salir de un ceda el paso en segunda sin tener que meter primera. Además lo hace sin vibraciones ni ruidos molestos.

El consumo de combustible no es alto. Comparado con los otros dos monovolúmenes de tamaño y potencia parecida de los que tenemos datos—un Peugeot 5008 en su versión HDi de 163 CV y un Renault Grand Scénic con el motor Diesel dCi de 160 CV— en nuestro recorrido de referencia por autovía —un trayecto de ida y vuelta a una media de 120 km/h reales—  el Orlando ha gastado 6,9 l/100 km, mientras que el 5008 consumió 7,4 l/100 km (con cambio automático) y el Grand Scénic 6,3 l/100 l. El Ford S-Max con motor TDCi de 163 CV, que es más grande, gastó 7,1 l/100 l (aunque este dato de consumo no es completamente comparable con los otros porque no pudimos calcular si las indicaciones del ordenador eran precisas).


Las prestaciones que hemos medido (aceleración de 80 a 120 km/h y recuperación entre esas mismas velocidades) son más parecidas a las del Grand Scénic —que es el más rápido— que al 5008 (tabla comparativa).

En la presentación condujimos el Orlando con el motor de gasolina de 141 CV —el mismo que llevan el Cruze y el Opel Insignia— y no nos pareció una alternativa recomendable porque es más ruidoso que el Diesel más potente (salvo al ralentí y cuando se circula a muy poca velocidad) y para que dé buen empuje hay que llevar el motor muy alto de régimen, con lo que el consumo se eleva. Con el Diesel se circula al mismo ritmo con menor preocupación por el cambio de marchas.

El Orlando tiene una suspensión más bien firme, no es un coche incómodo, pero en un Ford Grand C-MAX se viaja mejor. Esa firmeza evita que la carrocería se balancee mucho aunque en carreteras reviradas tampoco es un coche con el que se pueda ir rápido. Uno de los motivos es que la adherencia con los neumáticos que tenía nuestra unidad de pruebas —Khumo Solus KH17 de medidas 225/50 R17 94V— no era grande.

Que los neumáticos proporcionaban poco agarre lo corrobora la distancia de frenada que hemos obtenido (medición de 120 km/h hasta detener el coche, frenando a fondo y con el cambio desembragado). El Orlando ha necesitado 58 metros, una distancia muy larga y que es la peor entre los monovolúmenes de su tamaño (tabla comparativa).

Los faros, de lámparas halógenas, podrían alumbrar mejor. No hay faros de xenón ni como elemento opcional.