Bentley Arnage Red Label (2001) | Información general
La toma de control por parte de BMW sobre Rolls Royce y Bentley produjo importantes cambios en los modelos fabricados hasta ese momento. En estas marcas se montaba únicamente su motor de 8 cilindros en V con 6,75 litros de cilindrada, sin apenas variaciones, excepto en los últimos tiempos en los que se dotó de un turbocompresor a algunas versiones.
BMW decidió modernizar los motores, para lo cual incluyó en la oferta los suyos: el V8 de 4,4 litros y 286 CV (350 CV con turbo) y el V12 de 5,4 litros, con 326 CV. En esta época de control de BMW se presentó el último modelo de Bentley, el Arnage, que disponía del citado V8 de 4,4 litros, con turbocompresor.
Al producirse la definitiva venta de las marcas, Bentley fue adquirida por el Grupo Volkswagen, que pretendía dejar de usar los motores de la competencia. Así pues, Bentley decide montar de nuevo el viejo motor de 6,75 litros en el Arnage, pero con una puesta al día. Para ello se recurrió a la empresa Zytek, que adaptó el motor a las normas anticontaminantes del año 2005, y le acopló un turbo Garrett que genera una presión máxima absoluta de 1,7 bares. De esta manera, el Arnage pasa a ofrecerse en dos versiones, con denominación diferente: el Red Label lleva el motor V8 de 6,75 litros, y el Green Label, el V8 de 4,4 litros de BMW. Se identifican según el color del anagrama, rojo o verde.
El Bentley Arnage es un vehículo de cuatro puertas, con unas grandes dimensiones: 5,39 m de largo, 3,11 de batalla y un peso de 2.520 kgs. En su variante Red Label, se instala el citado motor de 6,75 l, y 400 CV a sólo 4000 rpm, con nada menos que 830 Nm de par, a 2150 rpm. Sus prestaciones son: 250 kms/h de velocidad máxima, (limitada electrónicamente), y 5.9 seg de 0 a 100 kms/h; frena en 42 m desde 100 a 0 kms/h, nada extraordinario. La caja de cambios es automática de cuatro relaciones, con control electrónico pero sin mando secuencial. El desarrollo en 4ª es de 66,7 km/h; es decir, cuando el coche va a 120 km/h, el motor gira a 1.800 rpm (en primera llega casi a 100 km/h). El consumo homologado en ciclo mixto es 19,2; no mucho en términos relativos.
Necesita cuatro enormes discos de freno ventilados: 348 mm delante y 345 detrás. Tiene también amortiguación variable, control de estabilidad y algo que Bentley llama «detector de aquaplanning», cinturones con pretensores y doble airbag con sensor de ocupación pero no laterales ni de cortina. Las ruedas con de 255/50 en llanta de 18 pulgadas.
El equipamiento incluye 27 colores de carrocería y 23 de tapicería (por supuesto, cuero Conolly), a elegir, salpicadero en madera de raiz de nogal, roble o maple, asientos eléctricos, con calefacción y memoria (opcionalmente también en los traseros), soporte lumbar con dos posiciones de ajuste, sistema de navegación en 3D, radiocasette con CD, control de crucero, ajuste eléctrico de la dirección, control de distancia en aparcamiento o dirección asistida variable con la velocidad.
Los retos a los que se enfrentó el equipo de desarrollo de este coche son muy distintos a los habituales. Por ejemplo, que una madera de raiz extremadamente dura se amoldara a las complejas curvas de la consola, o encontrar la iluminación adecuada para combinar con texturas diferentes, como el cuero y los remates de bronce (esto último quedó del gusto de los diseñadores utilizando fibra óptica para la iluminación interior).
El tamaño, motor y equipamiento, junto con el precio y el prestigio asociado a la marca, hacen que no haya prácticamente rivales, salvo sus hermanos el Bentley Continental Mulliner, con el mismo motor, pero repasado por el preparador Mulliner a 420 CV, o el Rolls Royce Silver Seraph, que lleva el motor V12 de 326 CV de BMW. A otro nivel de precio, aunque con superior tecnología se encuentran el Audi A8 6.0 L, el BMW 750 iL y el Mercedes S600L.
Según palabras de Bentley «ninguna otra compañía en el mundo puede crear de forma tan exclusiva, cliente a cliente, una gama de personalizaciones exteriores e interiores». Puede que sea así, pero algún utilitario japonés tiene una garantía más amplia que el Arnage; Bentley sólo da tres años.