Audi A8 (2010) | Impresiones de conducción

01/06/2012 |Enrique Calle

Impresiones sobre sus reacciones

El A8 es tan cómodo como ágil. Como suele ocurrir en berlinas grandes de calidad, el A8 transmite una considerable sensación de control cuando se circula a un ritmo rápido. Entre que hace poco ruido (relativamente), que mantiene perfectamente la trayectoria aunque el piso sea irregular y que el conductor tiene buen control con la dirección, es muy fácil mantener un ritmo de viaje rápido sin hacer gran esfuerzo.

El silencio de marcha es grande pero no absoluto porque al interior llega ruido de rodadura (nuestra unidad de pruebas tenía neumáticos opcionales 255/45 R19 104 Y). En las mismas circunstancias un Mercedes-Benz Clase S 400 BlueHYBRID con ruedas más estrechas (235/60 R18) rodaba con mayor suavidad, aunque por contra tenía más ruido aerodinámico.

El Audi lleva de serie muelles neumáticos y amortiguadores de dureza variable. La suspensión tiene mucha capacidad para aislar a los ocupantes del estado del firme, aunque no en todas las ocasiones.

Absorbe bien las que dan un movimiento lento y amplio a la rueda (por ejemplo, pasos de peatones sobreelevados) y mal las que dan un movimiento muy brusco (por ejemplo, las piezas de plástico que se utilizan para reducir la velocidad, los pliegues en el asfalto o los escalones), especialmente cuando se toman a baja velocidad.


En este último caso, la suspensión transmite un movimiento seco a los ocupantes (impropio de un coche de lujo) y en ocasiones daba la impresión de que alguna pieza de la carrocería o del interior hacía un ruido similar a un crujido. Nos ha ocurrido en varios modelos del A8, todos ellos con pocos kilómetros, por lo tanto descartamos que se tratara de un problema aislado. En las mismas irregularidades el Mercedes-Benz Clase S daba una impresión de solidez mucho mayor.

El Audi A8 4.2 TDI de 351 CV es pesado, aunque no demasiado teniendo en cuenta que tiene tracción total y un motor Diesel grande de ocho cilindros (esta combinación no es posible, al menos de momento, en ninguna berlina de la competencia). En marcha, al girar el volante no se siente tan grande y pesado porque reacciona con rapidez. A poco que el conductor se acostumbre a las dimensiones del coche es posible circular en carreteras lentas a un ritmo sorprendente y con confianza porque la carrocería no tiene movimientos muy amplios ni lentos.

No sé si es tan ágil en carreteras muy lentas como un BMW Serie 7, pero sí lo es más que el Mercedes-Benz Clase S 400 BlueHYBRID (este Mercedes-Benz me ha dejado peor sensación que el S 500 anterior a la actualización de 2009; esta diferencia quizá se deba en parte a que tenía neumáticos más anchos). Esa agilidad se nota en que aunque esté muy apoyado en una curva lenta, aparentemente muy cerca del límite de adherencia que dan los neumáticos, es posible hasta cierto punto rectificar su trayectoria girando aún más el volante. En las mismas condiciones, el Mercedes-Benz es menos manejable porque tiene más tendencia a subvirar.

Audi vende el A8 4.2 TDI con tracción total de serie. Este elemento permite que la aceleración pueda ser muy grande a la salida de las curvas lentas (seguramente mayor que la de sus rivales con tracción únicamente en dos ruedas); es posible acelerar a fondo sin que ninguna rueda patine de forma apreciable y eso es decir mucho porque el motor de este Audi tiene mucha fuerza. La ventaja de la tracción total será mayor sobre carreteras de baja adherencia, aunque no lo he podido probar en esas circunstancias.

El mando «Audi Drive Select» es de serie. Permite modificar la respuesta de la suspensión, de la dirección (aumentar o disminuir la asistencia), del acelerador, de la caja de cambios, del diferencial trasero (si lo tiene), de la iluminación adaptativa (si está instalada) y los tensores de los cinturones. Hay cuatro ajustes diferentes: «Auto», «Dynamic», «Comfort» e «Individual»; el último es personalizable (se puede cambiar por separado la configuración de cada elemento).


Puede tener dirección de desmultiplicación variable (dirección dinámica) que no hemos probado. Si funciona igual que en otros modelos de Audi, su mayor utilidad es que permite al conductor manotear menos el volante en los giros muy cerrados o en maniobras.

Impresiones sobre algunos motores


El Audi A8 4.2 TDI quattro (351 CV) es sobresaliente tanto por lo que acelera como porque puede gastar poco combustible.

Según nuestras mediciones ha acelerado desde 80 hasta 120 km/h en 3,6 segundos, es decir mucho menos que un Lexus LS 600 h (445 CV) y ha tardado casi la mitad en hacer esa medición que el Mercedes-Benz Clase S 400 BlueHYBRID (299 CV). Sólo ha sido claramente más rápido el BMW 750i (408 CV). No sé si todas las unidades serán tan rápidas como la que hemos probado.

Aunque no tenemos mediciones propias de la variante equivalente de gasolina —4.2 FSI quattro de 371 CV, reemplazada en mayo de 2012 por un 4.0 TFSI de 420 CV—, nos da la impresión de que no acelera tanto como el Diesel. No es raro que a igualdad de potencia (o parecida) los motores turboalimentados (como el del A8 4.2 TDI quattro) den mayor aceleración que los atmosféricos (como el del A8 4.2 FSI quattro ya no disponible); en este caso concreto la diferencia parece muy grande. El A8 4.2 TDI quattro acelera con mucha fuerza e intensidad en un margen de velocidad muy amplio.

Teniendo en cuenta que el precio de ambas versiones es similar, parece claro que el Diesel puede ser más conveniente. Puede que el de gasolina tenga mayor suavidad de funcionamiento, pero la diferencia no es muy grande. Al ralentí, el Diesel no se oye claramente más que el de gasolina, ni vibra más; sólo se aprecia que el sonido es de distinta naturaleza. Puede haber personas muy sensibles a este tipo de cosas que aprecien mayor diferencia.

El consumo del A8 4.2 TDI quattro es bajo para un coche así de grande, pesado y que puede acelerar como un deportivo muy potente. En mi recorrido habitual, a una media real de 122 km/h por autopista (detalles), necesitó sólo 7,6 l/100 km.


En parte gasta poco porque el cambio de marchas tiene una octava marcha muy larga (82,5 km/h cada 1.000 rpm). Eso se traduce en que en la mayor parte del recorrido de consumo (que se hace a velocidad sostenida) el motor no superó 1.700 rpm (más o menos unos 140 km/h). En condiciones variadas, con más carretera que ciudad y a un ritmo ágil el consumo fue de 10,1 l/100 km. El depósito tiene 90 l, con lo cual la autonomía es grande en una utilización normal. El consumo que ha marcado el ordenador del coche ha sido real.

Si no hace falta tanta aceleración, el A8 3.0 TDI quattro de 250 CV puede ser una versión a tener en cuenta. La sensación que hemos tenido, aunque no lo hemos probando en profundidad, es que se mueve con gran agilidad. En pocas ocasiones se puede echar en falta más potencia. Tal vez en un adelantamiento en una pendiente pero claro, es una maniobra en la que siempre es bienvenido un motor con más fuerza. En un viaje la diferencia de velocidad media que se puede hacer con este A8 y con los más potentes puede ser escasa o nula, salvo en carreteras sin límite de velocidad.

Cambio automático «tiptronic»

La caja de cambios automática de ocho velocidades tiene un funcionamiento satisfactorio. Cambia de marcha con mucha suavidad y es suficientemente rápida. El desarrollo de la octava marcha es muy largo, de desahogo, lo que facilita que el consumo sea contenido en viajes por carreteras rápidas si se conduce con suavidad.

La palanca es un selector eléctrico (imagen), no se desplaza por un carril (imagen) sino que, tras pulsarla, vuelve a su posición inicial. Tirando de ella hacia abajo se selecciona «R» (marcha atrás), «N» (punto muerto) o «D» (conducir); si se tira brevemente se seleccionan una a una; si se mantiene la presión sobre la palanca, puede pasar de «N» a «D».


Si está activa la «D» y se tira una vez más hacia atrás del mando se pasa al modo deportivo «S». En el pomo de la palanca se ilumina de color rojo la letra correspondiente. En la pantalla del cuadro de instrumentos también aparece la posición elegida.

En el volante hay unas levas, la izquierda para reducir marchas, la derecha para subirlas. Si se accionan, el cambio mantiene la relación seleccionada durante unos 10 segundos; luego vuelve al modo completamente automático. Para usar la caja como si fuese manual hay que pulsar primero un botón que tiene el volante (aparece la letra M y dos ruedas de un engranaje). Para volver al funcionamiento automático hay tres formas de hacerlo: volver a pulsar el mismo botón; mantener pulsada la leva derecha durante unos instantes; o tirar hacia atrás de la palanca selectora de la consola.