Se acabó 2024. El Volkswagen Golf ha traspasado la barrera del 50 aniversario. Más de medio siglo desde que comenzó a venderse el coche que durante décadas ha sido el referente de la industria en Europa. El faro que ha guiado la transformación. El Golf nació con una papeleta bajo el brazo: sustituir al mítico Escarabajo, el Volkswagen Beetle, cuyas ventas empezaron a decaer a finales de los 60. La estructura del Beetle era la misma o muy parecida a la que tenían otros coches de pequeño tamaño en aquella época. Motor situado en la parte posterior, refrigerado por aire, y tracción trasera. Podía cambiarse todo o dejarlo todo como estaba.

Volkswagen, tras muchas dudas, decidió cambiarlo todo. El Golf fue un coche radicalmente distinto: motor delantero transversal, tracción delantera y refigerado por agua. El encargado de su diseño fue Giorgetto Giugiaro, cuyo estudio acaparaba en aquella época los encargos de media Europa. La estructura de Golf definitivo, sin embargo, no fue la primera opción. En Volkswagen optaron inicialmente por una estructura menos rompedora, proyecto que se detuvo cuando ya estaba listo para producción. De hecho se habían producido 50 unidades y , sin embargo, Rudolf Leiding, recién nombrado responsable de Volkswagen, asumió el riesgo de detener el proyecto, a pesar del gasto enorme en desarrollo de producto y de la fábrica que ya había desembolsado Volkswagen.

Volkswagen Golf. Faro de Finisterre. Amanece.

Dos años después, llegó el GTI

No sé si la valentía de Leiding está suficientemente valorada en la historia del automóvil. Ese primer proyecto abortado en el mismo momento del nacimiento, estaba dotado de un motor refrigerado por agua situado en posición central, bajo el asiento posterior. La fábrica estaba preparada, toda la inversión hecha, el coche ya había salido por la boca de la línea y lo paró. Con una valentía infinita. En aquel momento, cuando conocí el Golf, no era consciente de esta decisión de Leiding. Ahora mismo, lo que me pide el cuerpo es estudiarla a fondo.

El siguiente diseño, de línea cuadrada y portón posterior, parecido ya al primer Golf, llevaba el motor bóxer refrigerado por aire, idéntico al del Beetle, situado en posición delantera. Esta opción también se desechó, ya que en Audi estaban utilizando ya un motor de cuatro cilindros refrigerado por agua. Fue finalmente este motor el que se impuso y que dio pie al nacimiento del turismo más existoso de Europa, con más de 37 millones de unidades vendidas en sus primeros 50 años de vida.

Sale el sol en Finisterre.

La primera vez que me monté en un Golf fue en un Golf GTI, que se lanzó en 1976. En España, inicios de la transición, Volkswagen Golf era sinónimo de Golf GTI. Tendría yo 16 años, en 1977, cuando me subí a aquel coche de tres puertas. Un chico mayor que hacía deporte en el mismo club que yo me recogió para acercarme al entrenamiento. Fue muy amable, porque ni siquiera era de mi equipo. él era junior y yo juvenil, pero debió de ver que se me desencajaba la cara desde la parada del autobús cuando lo vi en aquel GTI. Era un coche caro y los jóvenes con capacidad adquisitiva no lo dudaban. Era el coche con el que todos soñábamos.

Volkswagen Golf en la montaña cercana al Faro de Finisterre, que se ve al fondo.

Viva la diferencia

Unos diez años después de subirme en un Golf por primera vez, empecé a probar coches y rápidamente percibí con mis propias manos la diferencia abismal que separaba al Golf GTI de cualquier otro coche de tracción delantera potente en cuanto te metías por una carretera de curvas. Durante mucho tiempo el Golf no tuvo rivales, ni por calidad de ejecución ni por respuesta en la carretera. El Volkswagen Golf ha sido un faro durante buena parte de estos 50 años. Un faro que iluminaba la vía que seguían otros fabricantes.

Con el paso de muchos años, esa superioridad se fue diluyendo, hasta llegar a hoy, en el que las diferencias entre unos coches y otros hay que medirlas con micrómetro de precisión. Especialmente en los apoyos en curva. Cuando empecé a probar coches, la diferencia de respuesta en apoyo entre el mismo coche con un motor diésel o gasolina era abismal. El mayor peso de los motores diésel hacía que el eje delantero tuviera siempre una respuesta mucho más lenta y errática que las versiones con motor de gasolina. Hoy en día eso ya no es así. La respuesta en curva de todos los coches, y más desde que los ESP funcionan tan bien y que actúan muchas veces sin que te des cuenta, es tan parecida que casi no tiene ni sentido ir a probarlos en carretera viradas.

Volkswagen Golf. 50 Aniversario. Faro de Finisterre

Aun así, en este 2024, que me he llevado un Volkswagen Golf al fin del mundo, a Finisterre, he disfrutado mucho con él, porque sigue teniendo el tacto y el aplomo de un cochazo y está muy bien terminado. Ya no es el único excepcional, pero sigue siendo excepcional.

Transición energética

¿Por qué a Finisterre? Porque quizá nos parezca que la transición energética sea algo del siglo XXI, pero llevamos toda la historia de la humanidad con transiciones energéticas. Los faros han vivido en sus más de 2000 años de existencia una transición energética continuada, parecida en algún modo a la que han estado sometidos los coches en los últimos 50 años.

Desde la crisis del petróleo de 1973, en la que, por causas políticas los países exportadores de petróleo dejaron de suministrar petróleo a varios países y limitaron la producción, los coches han evolucionado en una dirección totalmente diferente a la evolución anterior. Por el acuerdo de los países árabes en contra de la guerra de Israel, el precio de la gasolina se disparó y en la industria del automóvil el consumo de combustible pasó a ser un factor esencial. El coeficiente aerodinámico, las carrocerías cada vez más parecidas, la desaparición de los carburadores, los motores diésel de pequeño tamaño, la gestión electrónica, la recirculación de gases de escape, combustibles con menor capacidad calorífica… hasta que a causa del problema de la contaminación y del cambio climático se tomaron medidas contradictorias, como el incremento de consumo causado por la utilización de catalizadores de reducción en los motores de gasolina.

De leña a electricidad, pasando por aceite

La evolución de la energía empleada en los faros de costa para producir luz ha ido mucho más lenta que la del automóvil. Hace 2500 años, se empleaba leña y fuego en lo alto de un montículo o de una torre para avisar a los barcos de la proximidad de la costa.

Volkswagen Golf. Faro de Finisterre. Luces de posición.

Seguro que generar luz con leña y fuego fue de gran ayuda para los tripulantes de los barcos hace cientos de años, pero en días de lluvia o en días de viento la luz debía de ser testimonial. Proteger con vídrios no era una buena idea, porque el humo oscurecía los vidrios y no se veía la luz. Aparte de que la transparencia de los vídrios de hace 1000 años no tenía nada que ver con la de los actuales. El otro problema es la cantidad de leña que hay que subir a lo alto de la torre continuamente. En algunas se construian rampas alrededor para que pudieran subir carros tirados por bueyes.

Más adelante, se sustituyó leña por aceite vegetal, cuyo transporte parece más sencillo, si bien su potencia lumínica no creo que fuera excelente. Sorprendentemente, ni siquiera he conseguido tener confirmación de la autoridad portuaria de Coruña si en el Faro de Fisterra se utilizó aceite o no. En el «Portal de Turismo do Concello de Fisterra» quien escribió afirma: «Originariamente funcionaba con lámpara de aceite, después de diversas reformas se electrificó con lámparas de incandescencia, emitiendo un destello cada cinco segundos con un alcance para tiempo ordinario de 31 millas marinas (57 km).»

Volkswagen Golf. Faro de Finisterre.

En el Portal «Faros de Galicia» se habla en concreto de aceite de oliva: «La decisión de construir un faro en este lugar se tomó en 1843 y comenzó su funcionamiento en 1853. En un principio estaba dotado de una luz blanca giratoria con eclipses de 30» en 30″ que era producida por un aparato catadióptrico de 1º orden y una lámpara que consumía aceite de oliva.»

Sería un detalle contar quién tomó la decisión en 1843, quién puso dinero para construirlo y quién se encargaba de mantenerlo. De momento, me conformo con la afirmación de que consumía aceite de oliva.

Volkswagen Golf. Faro de Finisterre. Esperando al sol.

Incertidumbre

¿Seguro que en Finisterre no hubo ningún tipo de aviso para los barcos hasta 1853 cuando a tan solo unos pocos kilómetros existía la Torre de Hércules que tiene unos 2000 años? Además, en el cabo de Finisterre hay altura suficiente a orillas del mar para encender hogueras por las noches. Pero, a la vez, ¿a quién iba a interesarle encender una hoguera en un lugar tan inhóspito si nadie le pagaba por pasar las noches trabajando? No basta con conocer lo beneficiosos que son los faros para los navegantes, alguien en tierra tiene que obtener beneficio también de cuidar y mantener esos faros.

¿Será cierto lo del aceite de oliva? Me surgen más preguntas. ¿Dónde se produciría el aceite en la segunda mitad del siglo XIX a una distancia razonable para llevarlo hasta Finisterre y hasta Coruña (Torre de Hércules)? ¿Cuántos litros de aceite se quemarían en una noche? ¿Se producía aceite en el norte de España en aquella época? ¿Lo llevarían desde el sur? ¿Les compensaría utilizar aceite de oliva y realizar todo ese recorrido, con los medios de transporte y las carreteras y caminos de aquella época? ¿Lo llevarían en carros con bueyes?

Volkswagen Golf. Faro de Finisterre al fondo. Perfiles .

¿Habrá documentación de la época? Probablemente muchos fareros no supieran escribir. ¿Quién documentaba los cambios? Emilio García, jefe del departamento de Conservación de la Autoridad Portuaria de A Coruña, entidad responsable de la gestión de los faros desde 1992, me escribe lo siguiente por correo electrónico: «Por lo que me comentan los actuales técnicos, los faros previamente a ser eléctricos, funcionaban con derivados del petróleo con lámparas tipo Chance o Maris, de petróleo pulverizado como una especie de Capillo, del que tomaron su origen los farolillos tipo Camping Gas. Previamente a eso, lo desconocen. El tema del aceite me indican que, como poco, les extraña mucho…y más en Fisterra».

Luz eléctrica

No se acaban aquí las dudas y preguntas sobre la transición energética de los faros. En la página de «Faros de Galicia» mencionada antes también afirman: «En 1931 se electrificó la instalación, y se dotó al faro de un aparato óptico de giro rápido que daría la característica actual de destellos cada 5″ y un alcance para tiempo ordinario de 23 millas náuticas».

«El faro actual tiene un alcance de 31 millas (57 km) con una altura de 17 metros y a 143 metros sobre el nivel del mar. La torre es de base octogonal. La linterna se sitúa por encima de una cornisa con balcón. Por delante del faro podemos ver el edificio donde se ubica la casa del farero».

Volkswagen Golf. Faro de Finisterre. Luz de día. En el faro.

¿Qué potencia eléctrica llegaría al faro en 1931? ¿Dónde se produciría la electricidad? ¿En un salto de agua? Imagino, salvo que hubiera un generador instalado en el propio faro, que también es posible, que llegaría corriente alterna, porque en aquellas épocas, o pocos años antes, buena parte de la generación de electricidad era de corriente continua. Sea como sea, un alcance de 23 millas náuticas me parece un milagro, de la ingeniería óptica de aquellos tiempos. O un objetivo que sólo se cumplía de vez en cuando. (Qué bonito sería conocer cómo era la realidad de hace menos de 100 años, menos del doble que la vida del Golf)

Documentación y testimonios

La transición energética de los automóviles estará mucho mejor documentada que la de los faros, en parte gracias a km77. Si en los faros hace 200 años hubieran tenido electricidad y faros como los de los automóviles actuales, seguro que hubieran evitado muchos accidentes de barcos. La transición energética que ha encarnado el Golf, en estos 50 años de historia, es similar a la de los faros. Algunos cambios implican incertidumbre e incluso desventajas prácticas, aunque teóricamente todo pueda parecer mejor.

Cabo de Finisterre. Foto hecha desde el Volkswagen golf 50 Aniversario. Para eso sirven los coches, para llevarnos a los sitios y disfrutar de lo visto, de las vistas y de lo vivido.

El Volkswagen Golf, merecía unas fotos junto al faro de Fisterra. De noche y de día. El Golf ha sido un verdadero faro para los usuarios, para la industria del automóvil y para la propia marca Volkswagen, que en algunas épocas, cuando tocaba renovarlo, asumía unos riesgos enormes, porque un elevado porcentaje de su facturación dependía de este coche. Esta última versión que he probado, la 50 Aniversario, está invitada siempre que quiera a quedarse en mi garaje.

Probablemente porque su historia y la mía han ido en paralelo, porque he conducido muchos y porque fue el deseo perenne durante mi juventud, el Golf siempre tendrá un hueco en el garaje de mi corazón. ¡¡A por otros 50 años que vamos!! Los dos. 🙂

Después de una jornada de fotos en Finisterre, que empieza mucho antes de que salga el sol, me voy a hacer una foto de la puesta en otro lugar de Galicia. El Faro se convierte en un atolladero de coches para ver la puesta de sol desde el fin del mundo. Hay tantos sitios, que no vale la pena sufrir el apelotonamiento.