La capota del Volkswagen Golf Cabrio no ocupa espacio en el maletero, porque se queda doblada sobre un hueco situado tras los asientos posteriores. En las berlinas, ese hueco se utiliza a veces para poner cojines («hecho por mi suegra») creo que he leído alguna vez y antiguamente se estilaba llevar un perrito, cuya cabeza oscilaba al ritmo de los baches. Hoy en día ya quedan pocas berlinas a la antigua usanza, la zona que cubre el maletero es muchas veces una bandeja extraible o una cortina blanda y ya no se ven tantos cojines y perros como antaño.
En el Volkswagen Golf Cabrio, aunque la luneta es de vidrio y con luneta térmica, como en las berlinas, no es recomendable llevar ni perros ni cojines en ese hueco, porque la capota los espachurraría (en el mejor de los casos) o se estropearía en el peor. Porque, precisamente donde solía cabecear plácidamente el perrito, es donde bien doblada y cubierta con una tapa dura como las capotas de su hermano mayor Porsche, se guarda la capota del Golf. El remate de los detalles es peor que en los Porsche 911 Cabrio, donde unas tapas cubren las articulaciones de la capota para que no queden a la vista cuando está plegada.
Los asientos posteriores se abaten por mitades. El hueco que queda para acceder al maletero no es grande ya que el sistema que protege a los ocupantes en caso de vuelco requiere espacio, para albergar las placas de protección y los resortes que las impulsan. El detalle se aprecia bien en esta imagen:
Desde el maletero, la vista de esos refuerzos es patente, tanto con los dos respaldos abatidos, como con uno solo (en la foto inferior).
Dos de las tres llantas disponibles en el Golf Cabriolet. La de la foto superior es de 16 pulgadas de diámetro y la de la foto inferior de 17 pulgadas.