He leído a muchas personas reírse del Papa de Roma porque afirma que la madre de Jesús de Nazaret era virgen y pura. Para mí el problema no es que fuera o no fuera virgen, ¿qué importará eso? El problema es que se asocie virginidad con pureza y que aparentemente nadie lo cuestione.
Entiendo que entendemos virginidad de la Virgen como los días que transcurrieron desde su nacimiento hasta haber vivido penetración vaginal.
Si eso es así, ¿qué relación tiene la pureza con todo esto?
El lenguaje conforma el comportamiento, los prejuicios, las creencias y a los seres. Casi no conozco a padres que piensen en ayudar a sus hijas a disfrutar del del sexo en su adolescencia.
Las mujeres no son un recipiente. Las mujeres no se ensucian con el sexo. No son más o menos puras antes y después de tener relaciones sexuales. El semen que inunda el útero de las mujeres no es un estigma. No hay pureza diferente antes o después de la penetración y del sexo. Sí, ya sé que es obvio. Pues no lo parece cuando uno lee y mira alrededor y cuando oye a los padres hablar de sus hijas.
El lenguaje contamina. El Papa no disparata cuando habla de la virginidad. ¿Qué más da que María se quedara embarazada sin tener relaciones sexuales? ¿A quién le puede importar esa minucia?
La causística es irrelevante. Con las de miles de millones de mujeres, de hembras, que han tenido que vivir en toda la historia de la tierra, ¿es tan difícil de entender que exista la posibilidad de que haya una mujer, entre todas las mujeres, que se quede embarazada sin tener relaciones sexuales? Puestos a disparatar, como llevamos haciendo tantos años con este asunto, no me cuesta nada imaginar una mujer con una malformación, una entre todas las mujeres, que después de una felación y de tragarse el semen, el semen llegue al útero, a través del conducto G, y la deje embarazada. O que María y José se pasaran el semen de boca a boca y que José en una pedorreta certera en “sálvase sea la parte”, por supuesto, consiguiera que aquel espermatozoide díscolo, prtegido entre sus hermanos de la saliva agreste, llegara hasta el óvulo nutricio y engendrara el milagro de una nueva vida. (¿nueva, por qué nueva, no es una cadena la vida?)
No voy a escribir más ejemplos, pero se me ocurren. Y sin hacer participar en ninguno de ellos al buey y la mula.
En definitiva, muchas mujeres se quedan embarazadas hoy sin tener relaciones sexuales. María lo consiguió hace 2000 años, era una avanzada a su tiempo, qué pasa.
Pero, como decía antes la casuística, la trama de la novela, es irrelevante. Qué más da si María se quedó embarazada o si hacía el pino. Lo de menos es si existe el hombre o no existe el hombre. Lo relevante es, una vez que existe el hombre, qué hace con las cosas que puede controlar. El lenguaje es una de ellas, en las que muchas veces nos traiciona el subconsciente, nos abandonamos y torpedeamos lo que podemos construir.
Vivimos en un mundo plagado de casualidades. La vida es una casualidad. Las casualidades no importan. Lo que importa (lo que me importa a mí, claro) es lo que hacemos con ellas. Cómo las tratamos y qué construimos a partir de ellas.
La virgen era virgen. Vaya descubrimiento. ¿Pero pura? ¿Por qué más pura que tú y que yo?
Y dicho esto. ¿Ser puro o pura es beneficioso o perjudicial?