He viajado 900 kilómetros por Alemania en un Toyota Mirai. Desde Stutgart hasta Hamburgo. El recorrido teórico era de 891 kilómetros, pero como nos despistamos en más de una ocasión, recorrimos más de 900 kilómetros en el Toyota Mirai. Hice el viaje con Raúl Sánchez, cámara de televisión que trabaja para Antena 3 y con María José Celada, periodista de la misma empresa.
En estos blogs de km77 estamos dando información continuada de cómo es utilizar un Toyota Mirai día a día. Nos lo cuenta Pablo Ramírez García desde California. Yo hoy les doy mis impresiones desde Alemania, donde el kilogramo de hidrógeno tiene un precio «político» de 9,5 €. Lo de «político» entre comillas lo escribo porque de momento no hay un mercado que permita fijar precios para el hidrógeno de automoción. Se trata por tanto de un precio igual lo venda la empresa que lo venda. Por las inversiones que requieren las instalaciones para suministrar hidrógeno de automoción y por el coste de producirlo, de momento el conjunto de las empresas implicadas en la cadena que permite hacer llegar el hidrógeno a los tanques de los coches no gana dinero con este producto.
El Toyota Mirai se conduce como cualquier coche eléctrico de baterías o como cualquier coche eléctrico de pila de combustible. No hay diferencias entre ellos. Unos pueden ser más potentes que otros y otros pueden retener más o menos al levantar el pie del acelerador. Pero, salvo por esas diferencias, el tacto de los motores es idéntico y siempre facilísimos de conducir. (No hablo de estabilidad, de paso por curva o de comodidad, sino de tacto del motor). Silencio, suavidad y buena entrega de potencia al arrancar son factores comunes entre todos.
El Toyota Mirai es el cuarto coche de pila de combustible que conduzco. El primero de todos fue el Hydrogen3, de General Motors, en el año 2004 o 2005, a su paso por España, cuando recorrieron Europa desde Noruega hasta Portugal. Lo conduje sí, pero eso significa poco. Creo que no pueda dar más que una vuelta a un trazado circular. Más que nada por decir que lo había conducido. No recorrí más de 200 metros. Varios años después, no recuerdo la fecha, conduje en Madrid un Honda FCX Clarity. Sería sobre 2010. Fue un recorrido más largo, de unos 15 kilómetros. La primera prueba de más de 100 kilómetros de un coche con pila de combustible fue la de este Mercedes Clase B-FCell, del que publiqué aquí, aquí y aquí, en el año 2011.
Las eficiencias de las pilas de combustible seguro que han mejorado, también la de las baterías «buffer» que llevan. Pero el tacto de conducción es idéntico. Curiosamente, el consumo de combustible también se parece, pero las condiciones fueron diferentes. En el Mercedes Clase B-FCell, por carreteras suecas y noruegas, planas, el consumo fue de 1,11 kilogramos de hidrógeno por cada 100 kilómetros, una cifra casi idéntica a la que he obtenido ahora con el Mirai. Sin embargo, en aquella ocasión, nos desplazamos a una velocidad sensiblemente inferior y sostenida. en alemania hemos alternado atascos (consustanciales con el país) y velocidades elevadas en autopistas sin límite de velocidad (también consustanciales con el país, hasta la fecha al menos). Además hacía muchísimo calor en Alemania estos días, por lo que hemos tenido que utilizar el aire acondicionado permanentemente. el modo de conducción ha sido indistintamente Eco y Normal.
En este mapa está dibujado nuestro recorrido, de tres días.
Por primera vez me iba a subir en un Toyota Mirai. La primera vez siempre es la primera vez. Tautología autodemostrativa.
La matrícula de nuestro Mirai llevaba el número 7. La de otro de los coches era «MIRAI 1».
El maletero del Mirai es pequeño para el pedazo de coche que es. Además, es irregular para dar cabida a los tanques de hidrógeno y a la batería (Imagen del maletero vacío). Nosotros pusimos los bultos de cualquier manera, porque teníamos poco equipaje y porque al fin y al cabo es un coche de 4,9 metros de longitud con un maletero de 361 litros. (Ficha técnica del Toyota Mirai en km77.com).
Antes de empezar, pongo todos los indicadores a cero. Con el depósito lleno (unos 4 kilogramos de hidrógeno) la autonomía se acerca a los 400 kilómetros. No es difícil calcular el consumo previsto.
En Alemania no podían creerse que estaban a 31 grados de temperatura. Pero lo estaban y en los restaurantes no tenían aire acondicionado. Era mucho mejor no salir del coche.
Por la mañana del segundo día la temperatura ha bajado, pero no demasiado. Por la noche han llevado los coches a repostar. Empiezo otra vez y pongo el contador a cero de nuevo y espero dejarlo ya para el resto del viaje.
A media mañana paramos para el primer repostaje del que seré testigo en este viaje. Recuerdo que el Mercedes Clase B-FCell lo repostábamos con camiones que hacían la ruta con nosotros. Los tiempos cambian y ahora ya hay estaciones de servicio para repostar hidrógeno.
Pedí a los hombres que trabajaban en la agencia española E4B Events que organizaba el evento que saludaran. Nos ayudaron mucho y estuvieron muy pendientes. Les pedí que se pusieran en la foto. En todas las presentaciones hay personas importantes que nunca aparecen en los reportajes. Son quienes trabajan en las agencias de eventos. En general son unos profesionales buenísimos. Merecen salir. En España hay varias agencias que exportan su trabajo. Tenemos un buen nivel y reconforta encontrárselos en cualquier lugar del mundo.
La factura del hidrógeno repostado. Poco más de un kilogramo.
¿Serán algún día conocidas entre los automovilistas las empresas que suministran hidrógeno de forma parecida a como lo son ahora las que suministran gasolina y gasóleo?
Para repostar los 4 kilogramos es necesario meter el hidrógeno a una presión de 700 bar. Comprimirlo a esa presión requiere un gasto de energía considerable. A su paso por el boquerel el hidrógeno enfría las zonas peor aisladas y en esos lugares se condensa el agua disuelta en el aire.
El recorrido lo hicimos con cuatro Mirai. El de matrícula Mirai-1 falta en la foto.
A la derecha de la foto, mis acompañantes de Antena 3, estudiando la escena.
Un esquema de la estación de repostaje.
Todos los precios de los productos vendidos. El último, el hidrógeno, cuyo precio en esta tabla puede llevar a confusión.
Aquí está más claro. Esta es la cantidad que cupo en este repostaje. Según me contaron los responsables de los repostajes, al llenar los depósitos de los coches la presión de suministro de hidrógeno se reduce. Cuánto se reduce depende del sistema de llenado utilizado y del volumen del tanque de suministro. Normalmente, si esperas un rato y vuelves a enchufar la manguera es posible introducir siempre un poco más de hidrógeno, me aseguraron. El tiempo de repostaje del hidrógeno cuando el depósito está vacío es de unos 5 minutos. No estuve presente en ninguna ocasión en la que llenamos el depósito desde vacío, pero me dijeron que el tiempo era ese.
En esta imagen se puede apreciar que si bien acabamos de repostar hasta que la máquina ha interrumpido el suministro, porque ya no era capaz de introducir más hidrógeno, el indicador del coche no muestra que esté completamente lleno. La temperatura, a unos 300 kilómetros de Hamburgo, es de 34 grados.
Aprovecho la parada para hacer dos fotos que no pueden faltar en mi repertorio. Zona de unión entre la puerta y el salpicadero, con la puerta abierta. A la derecha de la foto aparece un botón en el que pone: H2O. Al apretarlo se vacía el depósito en el que se va almacenando el agua producto de la reacción entre el hidrógeno y el oxígeno. En carretera, al circular detrás de un Mirai, regularmente se aprecia una nube que sale «por el escape». Es el agua líquida que libera, que con la velocidad se difumina como en un spray.
Esta foto también es imprescindible en mi catálogo.
Gráficos que se muestran en la pantalla del Mirai. Flujo de energía desde la pila de combustible hasta la rueda.
En retención, la recuperación de energía va desde la rueda hasta la batería.
Último repostaje. En Hamburgo, con el depósito casi vacío, después de recorrer 228 kilómetros por la mañana.
Se nota que estamos en el norte. Ha bajado la temperatura a la mitad que el día anterior.
En el ordenador de viaje B guardo el promedio de los últimos 663 kilómetros. Es el consumo del coche, que no puedo comparar de ninguna forma con los repostajes reales para ver posibles errores porque no me he encargado yo de repostar el coche en todas las ocasiones y desconozco los datos de todas las recargas. Según el coche, en diferentes condiciones, el consumo medio ha sido de 1,0 kilogramo de hidrógeno cada 100 kilómetros. El recorrido incluye mayormente autopista, a una velocidad de crucero de 120-130 km/h habitualmente, siempre con el aire acondicionado puesto. La velocidad media es baja porque también hemos ido por ciudades y en atascos.
Este es el resumen de las distancias recorridas en los últimos tres días. Yo soy responsable de los 663 recorridos en los dos últimos días y de aproximadamente 150 kilómetros de los recorridos el 21 de junio.
En la estación de servicio de Hamburgo, donde realizamos el último llenado, están preparados para cargar a 350 y a 700 bar. La presión de 350 bar es la demandada habitualmente por autobuses o grandes vehículos que pueden llevar depósitos de mayor tamaño o mayor número de ellos.
Aquí nos despedimos de los Mirai. En otro artículo hablaré de la eficiencia energética de utilizar hidrógeno, del coste, de si tiene sentido económico o no el coche de hidrógeno. Hay opiniones encontradas sobre este asunto. No sé si seré capaz de aclarar algo. De momento, para un usuario particular y al precio al que se vende el hidrógeno en Alemania, el coste de utilización del coche es claramente superior al de los coches eléctricos de baterías y también superior a coches con motores Diesel y de gasolina con potencias equivalentes.
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