El otro día casi se quedan sin Javier Moltó. Por culpa de una ducha. Portuguesa, por más señas. Fue en la presentación del Nissan Micra, en Cascais.
Su chorro helado me pilló por sorpresa. No esperaba su ataque. Retrocedí, valientemente, pero el enemigo había puesto obstáculos que impedían la retirada. Aunque no me rendí y tropecé, con esfuerzo sobrehumano evité la caída vergonzante. Antes que todo es mi dama.
«¡No me rindo!» grité en la soledad de la mañana, listo para recuperar mi lanza y mi bacina. Casi en el suelo, un arrebato de furia y despertar consiguió erguir mi cuerpo para ver de dónde obtenía tanta fuerza aquel molino sobrehumano parapetado tras una ducha.
Casi vuelvo a caer. En lugar del chorro vertical que yo esperaba, el chorro horizontal de un lanzaaguas perfectamente camuflado me atacó directamente a la cara. Duró frío el instante del despertar. Ya recuperado y casi en el suelo recobré la razón, con la única magulladura de mi orgullo.
Un chorrito de agua de ducha había puesto en un brete al más valeroso de los caballeros que en tierras ibéricas cabalgan. ¡No pasarán!
Plano detallado e ilustrado del ataque y la defensa.