Hoy escribo yo, Javier, porque el equipo estamos muy tocados y alguien tiene que asumir la responsabilidad de dar la cara. i3 es un bebé demasiado tierno, todavía, como para salir a dar la cara en estos momentos. Loren, todavía no debe de haber llegado a casa en el coche con el remolque. Me toca a mí contar que hemos perdido y que hemos perdido de una manera muy dolorosa.
Voy a contar el rally en dos líneas, porque me cuesta hablar de esta prueba. Duele mucho. En los dos primeros tramos empezamos regulero. Nos pusimos tereceros. en el tercer tramo, dimos un hachazzo contunedente que repetimos en el sexto y acabamos el primer día con una ventaja muy confortable. No teníamos ningún temor, todo parecía encarrilado a poco bien que lo hiciéramos en los tres últimos tramos.
Antes del séptimo tramo, en la mañana del domingo, hicimos un ajuste de la distancia total del tramo, que la teníamos mal puesta. Nada relevante. Un retoque sin importancia. Un retoque que no repasamos.Tan sencillo, que lo hicimos mal. Y no lo repasamos, porque somos así de chulos.
Ese retoque, en principio irrelevante, nos hizo perder el rally. Se nos acabó la medida de la velocidad antes de que finalizara el tramo. Loren, que se puso a corregirlo, dejó de guiarme y nos perdimos. Y nos perdimos más de un kilómetro. Cuando regresamos a nuestro punto correcto, habíamos perdido tres minutos.
En un instante, por un dato corregido y no repasado, perdimos un rally que teníamos ganado. Y lo perdimos tanto, que pasamos del primero al séptimo puesto. En el enlace a los tiempos del tramo se ve que lo teníamos todo controlado, hasta el momento en el que nos perdimos.
Me duele mucho. Nos duele mucho. Nos duele porque no ha sido un error de una decisión mal tomada (es necesario equivocarse en las decisiones que uno toma, obligarse a acertar siempre es condenarse a equivocarse siempre), sino porque ha sido un error de dejadez, de poca atención, de hacer las cosas sin pensar y sin repasar. Un error absurdo que duele mucho más que si nos hubiéramos equivocado en una curva y nos hubiéramos tirado por el precipicio.
No hay consuelo posible. Nos merecemos haber perdido la primera posición y pasar a la séptima. Cuando las cosas se hacen mal, los resultados son maols. Lo hemos hecho mal y hemos terminado séptimos.
Ha sido un rally de sietes. Terminamos séptimos en la prueba de aceleración. Terminamos séptimos en la clasificación general y me timos la pata estrepitosamente en el tramos siete. Pocas veces el siete nos había dado tantos disgustos.
Intentaremos levantarnos, pero el bofetón ha sido enorme. Este resultado, que no habíamos introducido en el cálculo de ninguna de nuestras previsiones, nos deja perplejos para el resto del año. ¿Qué haremos ahora? Seguramente nos centraremos exclusivamente en el Campeonato de España. Del que sólo quedan tres pruebas.
Seguramente aprendan de este fallo, más que lo que hubiesen podido conocer ganando o quedando en mejores posiciones.
Muchas veces los baños de humildad son el prolegómeno de las grandes hazañas.
Y no olviden de aplicar el Kaizen. Todos los dias.
Ráfagas, GTO.
Es cierto GTO. De los errores se aprende mucho más que de los aciertos.
El problema es que no podemos subestimar las consecuencias de los errores.
No sólo es que no hayamos ganado una carrera. Eso es lo de menos, pero si hubiéramos ganado esta carrera, y estuvimos muy cerca, habríamos quedado segundos en nuestra primera participación en el «mundial» (como lo llama el presidente de la federación española) y primeros en la segunda.
Esos resultados hubieran sido una carta de presentación de peso para encontrar patrocinadores y justificar el asalto al «mundial».
Todo eso se ha venido abajo. Los patrocinadores exigen resultados. No miran el desarrollo de la carrera, no les importa si hacía sol o llovía. Hacía sol y llovía para todos y unos han ganado y otros han quedado séptimos.
Las oportunidades son únicas. Esta oportunidad estaba en nuestra puerta. Y no la hemos abierto para que pasara. No la tendremos igual nunca más.
Muchísimo esfuerzo y mucho dinero dedicado se han ido por el desagüe en un segundo. Los errores no son inocuos.
Le agradezco mucho su comentario, GTO, porque no debemos olvidarnos nunca de intentar aprender.
Cierto que podemos aprender de los fallos y debemos hacerlo. Es posible que el aprendizaje debamos aplicarlo fuera de las carreras, porque quizá ya queden muy pocas oportunidades de aplicarlo dentro.
Somos unos privilegiados. Nuestros problemas son de carreras y de resultados. Una minucia al lado de tantos problemas realmente duros de tantas personas. Por eso, uno no se puede empecinar. Si sale mal, sale mal y carpetazo.
Ese es otro aprendizaje que no podemos olvidar. El riesgo tiene un límite que no debemos sobrepasar.
Ánimo equipo , de todo se aprende . Un fallo lo tiene cualquiera , es de humanos .
Un abrazo
Hombre, Javier, comprendo la rabia de perder por una pijada así, pero tampoco me parece para tanto. ¿Pensaba en serio ir a un mundial y ganar en su primera participación? Que solo gana uno, y hay gente lleva años esforzándose en ser competitivo.
En mi modesta opinión no han perdido por dejadez, han perdido porque están lo suficientemente verdes como para no tener aún identificadas las cosas a las que tienen que prestar mucha atención y las que no exigen tanta. Tratar de compensarlo a base de esfuerzo agota, y lleva a cometer mas fallos.
Yo no creo que lo hayan hecho tan mal, ni que el resto de participantes sean tan inútiles como para que unos novatos les pasen por encima.
(es necesario equivocarse en las decisiones que uno toma, obligarse a acertar siempre es condenarse a equivocarse siempre
eso es una frase que parece sacada de un manual de estilo de podemos o del libro de instrucciones de un fracasado
de nada
Hola Cuni. Claro que sí. De eso somos conscientes. Duelen, pero así es la vida. Gracias por los ánimos.
Valmhö. en nuestra primera participación en un mundial quedamos segundos. Esta era nuestra segunda participación. 🙂 Quedar primeros no era descabellado.
Manuel (taxista)
Tengo la impresión de que no ha entendido la frase. Otra forma de decir la misma frase es: Quien no arriesga no mama. Ser conservador, no cambiar nada para no equivocarse, intentar ir siempre por el camino fácil para no equivocarse, es una equivocación segura.
Para aprender, para mejorar, para conseguir triundos es imprescindible arriesgar. Y quien toma riesgos se equivoca.
Equivocarse no sólo es bueno. Es imprescindible.
Ohh, lástima de verdad por el mal resultado que le cierra esas puertas que dicen, pero vamos, que no está mal chocar contra la pared, que ibas o ibais (no lo tengo claro) muy subiditos con el vamos a ganar.
Entiendo que el error es del copiloto, ahora lo digo igual que en su día, pobre loren, otra vez enfrentado con quien le paga.