Mi primera sesión de fotos de un coche fue hace muchos años. El objeto a fotografiar era el primer Ibiza Diesel. Seguro que hace más de 20 años. Casi que prefiero no hacer cuentas. Aquella sesión fue con José Antonio Díaz.
Desde entonces, he hecho muchas sesiones con José Antonio, al que yo llamo Joseph en muchas ocasiones, a saber por qué. Con el paso de las sesiones, José Antonio y yo nos hicimos grandes amigos. Hasta hoy.
El jueves pasado, volví a una sesión de fotos con José Antonio. Para mí es un placer enorme trabajar con él. Me gustan mucho sus fotos y su forma de trabajar. Una tarde de trabajo con él, en la montaña y con un descapotable es cualquier cosa menos trabajo, aunque cobre por ello. Siempre nos empeñamos en hacerlo bien, pero sólo porque si te lo curras, disfrutas más, creo yo.
Hemos vivido muchas anécdotas juntos, y no sé si es plan de ponerme a contar todas ahora, en plan abuelo. Pero no me resisto a contar una. Hace también muchos años, cuando yo corría en coches, estuvimos un día en el circuito del Jarama probando todos los Renault de competición. Era cuando Carlos Sainz corría con el Renault Maxi Turbo y Carlos Sainz nos daba vueltas a los periodistas en ese coche. Nosotros podíamos conducir el resto, pero el Maxi Turbo sólo lo conducía Carlos Sainz.
A mediodía, después de toda la mañana haciendo fotos, José Antonio me dice:
—¿Y no me puede dar una vuelta a mí Carlos Sainz en el Maxi Turbo?
Era lo que yo menos me esperaba, que José Antonio quisiera darse una vuelta con Carlos Sainz.
—Claro que sí. Lo busco y se lo digo.
Me fui corriendo en busca de Carlos Sainz, pero resulta que ya se había ido del circuito. Estaba comiendo con el resto de periodistas en un restaurante que había reservado Renault. Nos habíamos quedado allí los últimos, currando, y ya no quedaba nadie. Sólo mecánicos de Renault recogiendo los bártulos.
—Joseph, Carlos Sainz ya se ha ido. Todo lo que puedo hacer es darte una vuelta yo en el Turbo de 200 CV que utiliza de muleto.
—Vale.
No entendía nada. Me parecía muy raro que José Antonio quisiera que Carlos Sainz le diera una vuelta, pero que quisiera que se la diera yo me parecía asombroso. Nunca ha mostrado el más mínimo interés por los coches, más allá del color. Mucho menos por la velocidad, sobretodo si él va dentro. Algo raro pasaba aquel día.
Como lo que había dicho era que le diera la vuelta Carlos Sainz, pensé que quería ir rápido. Yo estaba en forma en aquella época, me conocía cada grano de asfalto del Jarama y llevaba toda la mañana dando vueltas en diferentes coches. Estaba caliente y a gusto. No lo recuerdo con exactitud, pero en aquellas épocas los coches de carreras no llevaban asistencia ni en los frenos ni en la dirección. Aquel Renault 5 Turbo de 200 CV y tracción trasera no era tosco pero sí había que conducirlo con decisión para ir rápido.
Salí rápido. Llegué a final de recta y apuré mucho la frenada. El coche era ligeramente subvirador en apoyo pero con el acelerador se redondeaban las curvas perfectamente. Yo iba cada vez más rápido. Me sentía cómodo. Apuraba mucho las frenadas, el tacto del freno era excelente. También la dirección permitía sentir el coche y la aceleración, que era fuerte, permitía dosificar bien. Llegamos a la bajada de Bugatti muy rápido. Aguanté para frenar tarde con el coche bien recto. Todo iba de maravilla. Meto el coche en la curva, acelero salimos cruzados cuesta arriba. No es lo que hay que hacer para marcar tiempo, pero quería que José Antonio disfrutara. Estaba siendo la vuelta más rápida que había hecho yo nunca en el Jarama. Nunca había tenido un coche tan potente entre mis manos en ese circuito. Encaramos la curva de entrada a recta, a mucha velocidad, en esa curva sí dejo que el coche subvire ligeramente para no perder ni una décima y en ese momento le oigo gritar:
—¡Para!¡Para!¡Para!¡¡¡Entra!!!
Levanto el pie del acelerador asustado y le miro:
—¿Qué pasa?
—¡Que me muero de miedo!¡Qué rápido vas, cabrón!
No lo recuerdo, pero supongo que se me escaparía una sonrisa.
—Pero macho, tú querías montar con Carlos Sainz. Si esto te parece rápido con él te mueres.
No sé si contestó. Tampoco estoy seguro de que con Carlos Sainz pasara más miedo que conmigo. Ir al lado de Carlos Sainz da mucha seguridad, al menos cuando yo he montado con él. Pero en aquella vuelta que ni siquiera pude completar, yo conduje con mucho margen, no tuvimos ni un pequeño susto ni descontrol. Íbamos rápido, sí, pero tranquilos. Está claro que para alguien que no está acostumbrado el impacto puede ser grande. Yo pensé que José Antonio sabía con lo que se iba a encontrar. Pero no.
Desde entonces siempre he intentado que José Antonio no vuelva a sufrir en el asiento de la derecha. Una sesión de fotos con él es un placer enorme. Quiero que lo disfrutemos los dos.
El Jarama… qué circuito tan bonito y que forma tan injusta de morir lentamente… Por cierto, este post sin una foto de 5 Turbo ¡resulta descafeinado!
Un saludo!
Oiga Sr Molto, le voy ha pelotear un poco. Mas allá de los coches, de Km77 y demás zarandajas usted transmite MUCHO cuando escribe y eso no es nada fácil. Mi enhorabuena.
Por eso siempre distingo: si voy solo voy rápido, pero si llevo pasajeros conduzco tranquilo.
Yo también procuro ser considerado con el pasaje, y no zarandearlo mucho, pobre José Antonio, qué mal rato debió de hacerle pasar.
Desconsiderado.
JM
José Antonio es a la velocidad como los gremlins a la luz. Me sorprende que saliese de él subirse en un coche en un circuito XD.
Pues yo no soy capaz de llegar al compromiso que JotaEme consigue. Cuando voy solo creo no ir excesivamente rápido, pero cuando voy acompañado suelo «trazar» mucho las curvas, haciéndolas más amplias (exterior-vértice-exterior), sin pisar nunca las líneas, bajando la velocidad, frenando con antelación, yendo muchísimo más despacio, soy mucho más suave con los pedales… y aún así se me quejan.
No sé, estoy desesperado. Además, al final acabo más cansado y me noto más tenso en la conducción.
Gracias takeda.
Venga va… ahora somos todos hermanitas de la caridad… pues yo no puedo evitar a veces «hacer maldades» balanceando el coche en las rotondas grandes para asustar a algún amiguete… y a veces soy malo del todo y hago tarde aposta el contravolante para que se cruce mucho y parezca que de verdad he perdido el control. Que sí que yo sólo corro cuando voy sólo, pero no me engañéis, que sé que todos alguna vez habéis pecado contra el prójimo del asiento de la derecha… y si no, el que esté libre de drifting que lance la primera piedra.
Ricardo, ¿tú no eres ese del Valencia Street Circuit, ese que circulaba abusando de los antinieblas?
Me gusta respetar al resto de conductores no practicando conducción temeraria y por eso puedo presumir de poder tirar la piedra; los «driftings», cruzadas, etc. los dejo para cuando juego a Need for Speed. La conducción en la vida real no es un juego ni una diversión, es casi hasta una actividad social, y creo que a casi todos que participamos en el blog nos gusta estar en armonía con todo el colectivo de conductores, peatones y con los pasajeros que transportamos.
El consuelo es que siempre puede haber alguien que sea más insensato que la media de insensatos y saque del maletero una llave inglesa 55-60 de cromo-vanadio dispuesto a hacértela probar tras haberle hecho una pifia «tipo racing» conduciendo.
Saludos desde Zgz.
El concepto de «abuso» de los antinieblas me hace sonreír.
Pienso cosas raras.
Será que es tarde y ando cansado, no lo sé.
¿Será eso?.
JM
Creo que José Antonio se llevaría bien conmigo. A mí TODO el mundo se me duerme en el coche, no falla.
Es muy solitario ser yo (conduciendo, esto es…).
Hola Altro 71. Te contesto amablemente a tu pregunta. Pero primero te pido disculpas, ya que debo haberte deslumbrado con mis antinieblas, y ello te ha impedido leer lo que ponía realmente mi comentario. Espero que este sí aciertes a interpretarlo correctamente. He releído 3 veces mi comentario, y en ningún sitio veo las alocuciones «resto de conductores» ni «peatones». De hecho a lo único que hace referencia es a «amiguetes» y «prójimo del asiento de la derecha».
Pero debes de estar de enhorabuena: eres el prototipo de ciudadano modelo que el gobierno y la DGT quiere, y que anodinamente llevan años aleccionando con sus campañas publicitarias: ahora tienes competencia para decir de todo el que diga, aunque sea de forma tácita, que no es un ovejo más del rebaño, que es un inconsciente, un descerebrado y un criminal que va poniendo intencionadamente a los demás usuarios de la vía en peligro. Y sin que hagan falta pruebas. La simple asunción de riesgo, aunque sea ficticia, es suficiente para condenar. Y no importa que seamos la generación más preparada de la historia del país, o que seamos pilotos expertos. Porque para los que nos gobiernan, somos la generación más idiota de todas, y no les cabe (a ellos y a otros más) en la cabeza, que algunos seamos capaces de hacer cosas y tomar decisiones por nosotros mismos.
«El reparto más equitativo del mundo fue el de la inteligencia, todo el mundo cree tener suficiente». Yo soy uno que se cree que tiene la «suficiente», así que por favor, no me la insulte insinuando que soy lo bastante estúpido como para provocar a alguien que tiene una llave inglesa 55-60 de cromo vanadio.
«El hombre sabio puede sentarse sobre la hoguera, pero sólo el necio permanece sobre ella» Como veo que le escandalicé con mi uso del alumbrado delantero opcional de mi vehículo, le diré para su tranquilidad que ya me curé la adicción, estoy completamente rehabilitado y ya no deslumbro.
Ricardo, no generalice, por favor. Yo nunca he cruzado el coche. No tengo necesidad de hacerlo. No quiero poner en peligro ni mi vida ni la de los demás.
Hola Ricardo.
Viendo este comentario tuyo:
https://www.km77.com/revista/lahuella/377/pocas-luces-5/#comment-302
puede que me haya creado un perfil que no coincide con la opinión que tú crees que los demás tienen de ti, aunque si has superado tu adicción a los antinieblas ya puedo dormir más tranquilo :-), al igual que el resto de comentaristas que te daban estopa más a saco que yo.
No dudo de tu inteligencia sólo dudo de la otro conductor que pueda ir cerca tuyo y te vea «hacer cruzadas» o «driftear»; a lo peor se cree que le estás vacilando (lo de la llave cromo-vanadio era una vacilada mía, lo siento), y los seres humanos somos imprevisibles.
Por último, yo no soy prototipo de nada; mira lo que pienso de la DGT $.A.:
https://www.km77.com/revista/seguramente/119/siempre-velando-por-nuestra-seguridad/
Saludos desde Zgz.
Buen rollo Altro 🙂 y ya que sale el tema de la DGT, quiero comentar algo al respecto. La gente que ha subido conmigo en un coche, se siente segura conmigo, y no duda de mis habilidades. Pero he comprobado, que siempre que hago comentarios (no negaré que con premeditación y un toque de masoquismo) acerca de velocidad u otros hábitos al volante con gente que no me conoce, se manifiesta una cierta psicosis colectiva hacia los conductores.
No se si es consecuencia de la «concienciación» o de la cultura nacional, pero si alguien menciona que hace «algo» fuera de lo que consideramos «normal» al volante (¿y qué es lo normal al volante?), automáticamente inferimos que ha puesto en peligro a los demás. Tenemos el paradigma velocidad=peligro. No se concibe que alguien sea capaz de valorar en qué momento, situación y lugar puede ir más o menos rápido. Tenemos tendencia a denostar a los demás conductores, a asumir que son inútiles, que no son capaces de evaluar un riesgo, que se equivocan seguro, a pensar: «lástima que no puedo conducir por él». Si me pongo Cartesiano me preguntaría si esa idea es innata o la ha puesto «alguien» en mi, y si es así, ¿quién la ha puesto?.
Y ahora le pregunto a Chandler: ¿por qué dice cruzar coche=poner vidas en peligro?
Porque espero que cuando hace esas «cruzadas» sea en un circuito cerrado y no haya absolutamente nadie alrededor. Si se cree que va a dominar el coche en un 100% de las situaciones es que está sobrevalorando sus posibilidades.
Buena respuesta, Chandler. La verdad es que no le puedo quitar la razón respecto al 100% de dominio. Soy un ser humano, y por mucho que conozca la dinámica de vehículos o por mucho que haya entrenado siempre existe la probabilidad de fallo, por pequeña que sea. No le engañaré diciéndole que me voy todos los días al circuito de Cheste a entrenar mis habilidades al volante, y moralmente tampoco veo necesidad de engañar a nadie aquí. Lo que sí puedo decirle, y que me crea o no ya no está en mi mano, es que cuando decido acercar un vehículo a sus límites, lo hago siempre en el lugar, el momento y con el margen suficiente para no verme nunca en un compromiso.
Me gustaron mucho las palabras que nos dijo un día un profesor de Dinámica de Vehículos en clase: «…cuando se llega a los límites con un vehículo de calle, normalmente significa que se va a tener un accidente, pues el comportamiento cambia notablemente y solamente un piloto, acostumbrado a estar en los límites del vehículo, tendrá la sangre fría y la habilidad para reaccionar adecuadamente y controlarlo».
Es lícito recriminarme que afirme con total impunidad que pongo mi coche al límite en vías abiertas al tráfico. Pero lo afirmo, porque tengo la tranquilidad por mi experiencia de que esas habilidades que me han costado años y juegos de neumáticos adquirir, han salvado ya alguna vida humana, varias vidas de animales, y la mía propia. Y también les digo, que si de algo me arrepiento es de no haber empezado a aprender antes a estar en los límites del coche, pues si hubiera tenido la habilidad y los conocimientos que ahora poseo hace unos años, tendría alguna cicatriz menos en el cráneo.