Hoy lo ha dicho Fernando Alonso, piloto de Fórmula Uno, en Madrid. Al conducir por la carretera no te puedes relajar. «Todavía menos cuando llevas en el coche a tu hermana, a tu hija, a tu madre». De forma espontánea, sólo ha pensado en mujeres para establecer esa figura protectora.
Fernando Alonso, que tienen carrera este fin de semana en Barcelona, se ha acercado a Madrid para hablar de seguridad vial. También ha estado Jean Todt, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo y Carlos Sainz, tres figuras del deporte del automovilismo que apoyan la utilización masiva de sistemas electrónicos de ayuda a la conducción. (Control de estabilidad, Control activo de la velocidad de crucero, frenado de emergencia, aviso ante el riesgo de colisión y sistemas de protección, alertas de cambio de carril involuntario, avisador de objetos en ángulos muertos de los retrovisores, etc.)
Un periodista le ha preguntado a los pilotos si no corríamos el riesgo de que los conductores se relajaran al llevar coches con tantos sistemas de aviso y ayuda. Carlos Sainz ha contestado que no, que era imposible, por motivos de responsabilidad ante el resto de la sociedad. Fernando Alonso lo ha corroborado esa opinión con la mención anterior a la familia.
Jean Todt ha dicho que los accidentes de automóvil causan más muertos que la malaria o el SIDA. Todos los años mueren 1,3 millones de personas en el mundo a causa de accidentes de tráfico y, según las previsiones que manejan, esta cifra puede duplicarse de aquí a 2030.
Para Carlos Sainz, al principal ventaja de las ayudas electrónicas viene por el hecho de que al circular a 120 km/h por autovía uno acaba distrayéndose. Estas ayudas avisan al conductor en caso de distracción y actúan con celeridad para ganar un tiempo clave.
Yo me he sentido hoy como Fernando Alonso. Ha explicado que hace unos años probó un sistema que detecta la velocidad de los coches que van por delante del que uno conduce y que se dedicó a probarlo. «Sin tocar el pedal ni nada, el coche frena cuando por delante va uno más despacio. Como lo quería probar bien, lo dejé conectado al salir de la autopista, al llegar a un semáforo. es una prueba difícil de hacer, porque te tienes que fiar del sistema para probarlo. Ves a los coches parados en el semáforo y que tu coche se acerca a ellos. Al final frena…» Fernando Alonso lo contaba con cara de atención y tensión, con la mano derecha levantada, como si la tuviera , encima del pedal del freno para darle un zapatazo si al final no frena. En esa misma circunstancia me he encontrado yo muchas veces al probar estos sistemas. (Alguna vez no frenan, por ejemplo si se te cruza un coche de improviso por delante. Suerte que tenía el pie derecho atento).
Sebastián Salvadó, presidente del RACC, ha mencionado la realidad más sorprendente: «La laguna que existe entre las múltiples ventajas que aportan los dispositivos electrónicos de ayuda a la conducción y el conocimiento de ellos que existe entre los conductores».
A mi juicio, uno de los motivos de esa laguna es la sopa de siglas que envuelve a cada uno de estos sistemas. El sistema de control de estabilidad, por ejemplo, ha recibido 27 nombres diferentes según me ha contado Emilio Dávila, jefe de proyecto de tecnologías de la información para el transporte. «Uno de nuestros propósitos es que sólo se utilice un nombre y desde el principio hemos propuesto ESC para todos» (ESC es el nombre que proponen para el sistema de control de estabilidad, que si no me equivoco tiene como nombre más común ESP, entre quienes lo conocen). También le he preguntado a Emilio Dávila si la Comisión Europea no puede hacer una recomendación para que se supriman los impuestos sobre algunos elementos de seguridad de los vehículos para estimular su implantación. «La Comisión no tiene competencias sobre la fiscalidad» ha sido su respuesta (aunque eso no le impide hacer una recomendación a los Estados miembros, digo yo