Volkswagen España me ha invitado a correr el IV Eco Rallye de la Comunitat Valenciana en la categoría de coches híbridos. Esta es la tercera prueba del año de la Copa de España de Rallyes de Energías Alternativas.
Como en Ibil me invitaron a correr la primera prueba del año, el IX Eco Rallye Vasco Navarro, para esta prueba yo ya sabía un poco más sobre regularidad y a través de Corsario [Lector y comentarista de este blog, al que sigo sin conocer personalmente (gracias, gracias gracias y mil veces gracias)] entré en contacto con Txema Foronda, a quien fastidiamos la victoria en el Vasco Navarro a causa de nuestro pinchazo, y que lo sabe todo sobre los rallyes de regularidad o casi todo. Tiene victorias y más victorias en esta especialidad y muy amablemente accedió a ayudarnos. (Gracias, gracias gracias y un millón de veces gracias, Txema).
Esta crónica, de hecho iba a titularla «Gracias, gracias, gracias y n veces gracias». Porque además de a Corsario y a Txema Foronda, tengo que darle las gracias a Volkswagen España por invitarme, a mi copiloto por aceptar acompañar a un piloto novato, con el que no se había subido nunca, para enseñarme, para corregirme y para soportar mis errores. (Gracias A. O. Askondo).
También tengo que dar las gracias a Fernando Lobón y a Mª Carmen Ocaña, de Action Press, entidad organizadora del Rallye, por cuidarme tanto y tan bien. Por preocuparse de mis hoteles, de mi inscripción y de que me sintiera cómodo.
Y gracias también al resto de participantes en el rallye que me han acogido como a uno más, en mi primer rally en serio. Por último, gracias a ti, Pilar, por sacarme a bailar y enseñarme 1,2,3 y 1,2,3.
Me quedaría dando las gracias uno a uno, pero a otros que también se merecen que les dé las gracias los felicitaré por sus resultados.
La cuestión es que me invitaron a participar y esta vez he decidido que quería participar en serio. Que quería aprender, que quería ir con los intrumentos que llevan los primeros para aprender y con el objetivo de analizar si tengo posibilidades de participar seriamente en el futuro, de competir con un nivel mínimo y de divertirme. Una vez decidido que quería participar en serio, mi única posibilidad era contactar con Corsario para que me echara una mano, porque no tengo ni idea de esto.
Corsario (no me cansaré de darle las gracias) se ha desvivido y se ha preocupado por buscarme copiloto, por hablar con Txema Foronda para que me prestara un Blunik (aparato de medida que permite afinar mucho la velocidad para recorrer el tramo de forma regular) y para todo lo que necesitara.
Así las cosas, el jueves por la mañana, estábamos Txema Foronda, mi copiloto A.O. Askondo y yo en Marzá, el concesionario Volkswagen de Castellón. Aquí tengo que dar también las gracias al gerente del concesionario por dejarnos meter el coche en un elevador de su taller sin haber avisado previamente, al jefe de taller por no poner ni una mala cara mientras estábamos allí metidos y a todos los mecánicos que nos ayudaron en cada ocasión que se lo pedimos. Qué gustazo de amabilidad.
En fin, que el jueves estábamos en el concesionario para instalar la sonda que mide por impulsos las vueltas de la rueda posterior para conocer con precisión los metros recorridos. Nos costó más de lo previsto instalar la sonda, por lo que estuvimos pidiendo favores en el taller más tiempo del que nos hubiera gustado. Pero lo malo no fue eso.
Lo malo fue que por la tarde, cuando fuimos a calibrar y a probar cómo funcionaba el Blunik en una carretera de curvas confirmamos nuestras sospechas. En los apoyos fuertes el sistema medía mal.
Ese medir mal casi nos cuesta un disgusto serio. Era mi primera vez en la vida con un Blunik. Lo ideal sería que el aparato te soplara al oído, por lo bajini o no, si vas bien de volocidad, si vas un metro atrasado o si vas adelantado. Pero no. Es un sistema visual, por lo que hay que mirar la pantalla del Blunik para saber si vas adelantado y atrasado y a la vez hay que mirar a la carretera.
Como el nuestro medía mal, pero nosotros no lo sabíamos, en las primeras curvas, en las que en teoría había que ir a 50 km/h de promedio, rápidamente me quedé descolgado. Durante dos o tres curvas fui a velocidades de espanto y aún así el aparato me decía que iba muy por detrás de lo que en teoría tenía que ir. Ni mi copiloto ni yo achacamos el error al Blunik, sino a mi torpeza. Debía de ocurrir que yo frenaba demasiado a la entrada de las curvas y aunque después aceleraba como un poseso, ya no recuperaba el tiempo perdido. Eso pensaba yo.
A mitad de tramo paramos y nos encontramos tan campante a Txema Foronda, echando un vistazo por el mirador en el que habíamos quedado. Le cuento lo que me ha ocurrido, que me he quedado muy descolgado y él cuenta que no, que era fácil. Cada vez me sentía más pequeño. Como era novato perdido, la cabeza no me permitía pensar que el Blunik daba error, que no leía bien la sonda, sino que yo era un paquete infinito y que no iba a ser capaz de correr con un poco de dignidad en el resto de mi vida.
Para colmo, las ruedas del Golf GTE, un coche de 204 caballos de potencia, que vuela por las curvas, que permite pasar a velocidades endiabladas, estaban muy infladas. Yo las había inflado mucho, antes de calibrar, porque además de la regularidad también hay una clasificación de consumo y yo llevaba las ruedas en su límite superior para que el consumo fuera lo menor posible. Pues bien, cuanto más aceleraba yo como un poseso en esas curvas para correr más que el Blunik (que cuanto más aceleraba yo más corría él, porque daba más error cuanto más apoyado estaba el coche) y con la presiones a tope, el eje delantero se me escapaba de las manos. No pasamos peligro porque ya tengo unos años y a pesar de mi locura soy prudente, pero que la presión de las ruedas no era compatible con las velocidades que nos exigía el Blunik también es cierto.
Se lo decía mi copiloto a Txema Foronda.
— En las primeras curvas no éramos capaces de mantener la media.
—¿No?— contestaba Txema —Pues nosotros hemos ido a cero todo el rato.
Ir a cero significa mantener la velocidad media con precisión durante todo el recorrido. Con el agravante de que su Hyundai Ioniq híbrido enchufable da 141 caballos de potencia máxima y mi Golf GTE 204 caballos.
A esas alturas de la tarde ya estaba convencido de que lo mejor que podía hacer era volver al hotel a retirarme discretamente. Pero como soy un cabezota, decidí seguir entrenando. Y gracias a que seguimos entrenando vimos que el Blunik daba error. La longitud total del trayecto que teníamos que hacer no coincidía ni por asomo con la distancia que nos indicaba el Blunik. Algo fallaba. Después, en las curvas, vi que si entraba a una curva a 60 km/h según el marcador del coche, a la salida de la curva íbamos más lejos de lo que nos exigía el Blunik que a la entrada. Eso no podía ser, porque la medida de velocidad establecida era de 49,9 km/h.
Habíamos instalado mal la sonda. En los apoyos, el sensor no detectaba el paso del imán y para el medidor era como si la rueda no girara. Si para el sistema la rueda no giraba, de nada servía que yo acelerara sin medida para pasar la curva más rápido. Cuanto más rápido pasaba yo, más despacio lo registraba el Blunik. Fue una suerte descubrirlo, aunque fuera ya casi de noche. No quedaba más remedio que repostar gasolina y volver a la mañana siguiente al concesionario a cambiar la posición del sensor.
A la mañana siguiente nos plantamos de nuevo en el concesionario, también sin avisar, y colocamos una sonda diferente en una posición diferente. Ya sin fotos, porque íbamos a contrarreloj. Digo colocamos pero es mentira. Quienes hacen todo el trabajo son Txema Foronda y mi copiloto. Yo no sé lo que hay que hacer (ya he aprendido) y sólo sirvo de pinche de cocina. Para poner la rueda, para quitar tornillos, para quitar la rueda… Después de dos horas de trabajo, salimos del concesionario y… la nueva sonda también da error. Vamos a calibrar y sólo mide la mitad del recorrido. De los dos impulsos que debe contar por cada vuelta de la rueda, sólo cuenta uno. Cada vez nos queda menos margen para ajustar la sonda, para calibrar y para llegar a tiempo a las 13:30, hora límite para que nos llenen el depósito de combustible antes de precintar el coche.
El día interior, cuando vimos que la sonda fallaba, intenté ajustarla cambiando los imanes de sitio sentado en plena calle junto a nuestro hotel. Hoy, sentado en el suelo del parque cerrado, después de pasar la verificación técnica, ajusto la distancia de la sonda a la llanta haciendo filigranas bajo el coche (no me queda espacio para moverme) o a través de la llanta. Finalmente consigo ajustar la sonda (he hecho un máster en sondas). Nos vamos a calibrar (la organización da una distancia en un tramo de una carretera, que dice que mide 3810 metros según sus aparatos de medida y tú tienes que ir y ajustar tu sistema de medida a esa distancia, para que tus mediciones sean equiparables a las de quien ha medido todo el rally).
Vamos a calibrar. Es la una del mediodía. Nos quedan treinta minutos para llegar al repostaje. Primera pasada por el tramo de calibración y mi copiloto me confirma a mitad de tramo que parece que ahora la cosa sí mide bien. Lo confirmamos al final del tramo y hacemos otra pasada para ajustar mejor. Nos quedan quince minutos para llegar a la gasolinera de BP en la que tenemos que hacer el llenado oficial del depósito antes de que nos lo precinten. Está a la otra punta de la ciudad. Estamos obligados a cruzar todo Castellón. Las ruedas delanteras siguen a presión alta. No me ha dado tiempo a cambiar las presiones antes de la calibración. No me importa. Ponemos las coordenadas de la gasolinera en el navegador del coche y vamos hacia allá. Cuando estamos a 500 metros nos quedan tres minutos de margen. Ya llegamos sin problemas.
¡¡No!! La gasolinera está en el otro lado de la autovía. Pasamos por delante de ella y nos quedan dos minutos. Necesitamos un cambio de sentido. No se ve ninguna rotonda. Sólo hay un semáforo, pero aparentemente no hay raqueta para dar la vuelta. En el último segundo antes de pasarnos de largo, A.O. (mi copiloto) ve una suerte de camino que pasa por detrás de una parcela que desemboca en la perpendicular a la carretera por la que vamos. Es un camino que ejerce de raqueta. Nos queda un minuto para llegar.
—Llegar en el minuto no penaliza— me asegura.
Tenemos minuto y poco. El semáforo se pone verde, salimos deprisa (a velocidades legales en todo momento, pero despepitados) y llegamos a la estación de servicio justo a tiempo. Nos reciben con una sonrisa.
—¿Ya habéis solucionado todos vuestros problemas?— Txema y Pilar, que van de avanzadilla, nos cuidan y han avisado de que vamos con el tiempo pegado. Nadie pone ni una mala cara por llegar tan justo y por hacerles trabajar fuera de hora. Nos rellenan el coche con mimo. Lo agradezco, aunque en este rallye no me precupe nada el consumo. Sólo quiero aprender algo de regularidad.
Con el coche lleno regresamos al parque de salida. Dentro de unas horas empezará el rallye. Finalmente el coche mide bien. Ahora ya no le puedo echar la culpa al coche. Si no soy capaz de hacerlo bien no tendré excusas.
Aparco el coche, como algo y voy a la habitación del hotel para dormir un rato antes de la salida. La primera etapa va a ser toda de noche y hay riesgo de lluvia. Me gusta conducir de noche y me gusta mucho conducir bajo el agua. Sea lo que sea, vamos a disfrutar.
(Continúa aquí)
Buffff. Unos comentarios rápidos:
Primero, dudo mucho que contactar conmigo fuera su única posibilidad, pero agradezco el cumplido.
Segundo, de nada, de nada, de nada, aunque no ha sido para tanto, ha sido una «gestión en remoto» entre mails, llamadas, y guasaps.. y tampoco tantas jajaja.
Tercero, en lo que sí ha tenido suerte es en contactar con ese equipo humano. Txema se encuentra en el top en cuanto a regularidad se refiere en España… y además siempre está dispuesto a ayudar a quien sea, y sobre todo a enseñar. De Pilar y de Askondo sólo decir que no le van a la zaga a Txema, y que además son un encanto (Txema es un poco cascarrabias, ahora que no nos oye :-)).
Por último, qué estrés joderrrrr. Pero esto de las carreras es así, hay que hacer muchas cosas, todo tiene que estar preparado, y suele haber tiempos límites… buf. Tampoco es el mejor estado de ánimo para empezar la prueba propiamente dicha… pero de eso nos enteraremos más adelante, ¿verdad?
A título personal diré, que me dio mucha pena su participación anterior en los 2 Eco Rallies Vasco Navarros. Sin experiencia, sin saber lo que es la regularidad, con un copiloto también inexperto, y además exponiendo «voy a ir a ganar» impúdicamente :-)… De ahí mi empeño en que de volver a hacer algo de regularidad lo hiciese con un mínimo de garantías para vivir de verdad, y entender, lo que significa «ir a cero». Pero esta vez, el empeño nació en usted, yo sólo tuve que canalizar un poco las energías, ¡jajaja!
Encantado de haberle echado un cable, y ¡saludos!
PD. Espero que guarde un párrafo final para explicar el Karaoke, el 1,2,3 con Pilar, etc.