Borja Sémper, de 35 años, presidente del PP de Gipuzkoa y parlamentario vasco, cuenta mucho mejor que yo, de forma mucho más cercana, lo que quise decir cuando escribí ‘El fin de ETA. Emoción y tristeza‘.
El fin de la violencia no es un momento de ETA. Es el momento de todos los que hemos luchado y aguantado para que llegara. No es su momento. Es nuestro.
He leído su artículo en el diario El País. Se lo recomiendo:
Ya, pero, ¿y si es mentira? Con las toneladas de fanatismo que aún guardan, su odio a la libertad y a la democracia y una lista de sinónimos de «definitivo» para adjetivizar la tregua del momento (irrevocable, indefinido, concluyente, terminante, final, etc.) ETA puede seguir utilizando la ilusión de paz, que tan convincente parece cada vez, para reorganizar su estrategia terrorista. Igual que siempre.
Por cierto, un adiós a las armas interesante de recordar es el de los polimilis. Para compararlo con lo que tenemos ahora, digo.
Víctor, Borja Sémper da una respuesta:
«Ni les dimos nada cuando nos mataban ni les daremos nada porque no nos vayan a matar. Y si todo esto se cierra mal, si la torpeza de algunos políticos o la miseria de algunos intereses permite que la cultura de violencia no se apague, aquí seguiré, aquí seguiremos. Porque si fuimos una vez capaces de anteponer la dignidad al miedo nunca más el miedo nos afectará.»
A mí el miedo sí me afectará, pero no me impedirá seguir luchando para que en el País Vasco se pueda seguir viviendo con libertad. Queda mucho camino por recorrer.
Fernando Savater escribía el otro día un artículo, también en El País, que no podemos olvidar: Los imprescindibles:
http://politica.elpais.com/politica/2011/10/25/actualidad/1319567711_823180.html
Borja «tuvo suerte».
Perfectamente pudo morir.
Su caso concreto y su enorme valentía no cambian en nada, absolutamente en nada, la percepción que de estas alimañas tenemos quienes vivimos la opresión y las armas con nauseas.
No se puede consentir que estos miserables se vayan de rositas.
Por oposición cito ahora el caso de Ernest Lluch al que aludia Vd. el otro día, como se podrían citar tantos otros, para júbilo de quienes ahora reclaman comprensión y altura de miras.
Gritad, que mientras gritais no matais.
Ahora estan gritando. Como siempre.
¿Qué coño se supone que debemos hacer, escucharles?
Pues que resuciten a los muertos.
Vuelvo a pensar los mismo
3 idiotas encapuchados diciendo tonterías NO MANDAN EN MI VIDA, ni me hacen sentir feliz, ni infeliz. Me da igual que anuncien el fin de la violencia como si mañana anuncian que van a montar una nueva marca de venta de bragas por internet, siento indiferencia por ambos comunicados. No es su momento, no es el nuestro, ni es el de nadie, porque no han hecho nada relevante digno de mención.
– Que pidan perdon
– Que se entreguen
– Que ayuden a las fuerzas de seguridad a exclarecer todos y cada uno de sus crímenes
El resto son ganas de perder el tiempo
Marcos, lo que dice me suena ligeramente contradictorio. Voy a intentar explicarme.
Usted dice «tres idiotas encapuchados diciendo tonterías no mandan en mi vida»
Estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación que hago mía.
Pero fíjese lo que exige a continuación. Exige que esos tres idiotas encapuchados digan cosas que a usted no le parecen tonterías y, si las dicen, entonces esas cosas sí supondrán algo importante para usted.
¿Cómo es posible que le dé tanta importancia a lo que digan tres personas a las que considera idiotas y que tenga alguna esperanza de que vayan a hacer algo que a usted le parezca satisfactorio?
¿No le parece que sería más sensato no esperar nada de ellos?
Efectivamente, nuestra vida no puede depender de lo que digan estas personas. A mí me basta con que dejen de interferir en nuestras vidas con violencia.
A mí sí me parece nuestro momento, porque con el Estado de Derecho hemos conseguido que hayan dejado de matar sin darles nada a cambio. Lo hemos conseguido nosotros o estamos más cerca de conseguirlo.
Cada día más que no extorsionan es relevante. Porque cada uno de esos días lo hemos ganado nosotros.
Me niego a quitarle mérito a todo el trabajo realizado por «los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado». Es un trabajo ingente, con mucho valor y me niego a olvidar el sufrimiento de todas las víctimas. Gracias a ese trabajo del Estado está más cercano el día en que no haya sufrimiento de más víctimas.
Estoy de acuerdo con usted. Sus palabras no pueden hacernos felices. Digan las que digan. Por eso me da igual lo que digan. Me basta con que les hayamos obligado a dejar de matar.
Sólo un comentario: gracias por compartir el enlace.
«Pero fíjese lo que exige a continuación. Exige que esos tres idiotas encapuchados digan cosas que a usted no le parecen tonterías y, si las dicen, entonces esas cosas sí supondrán algo importante para usted.»
Me he expresado mal, o me has entendido mal. NO exigo a esos tres idiotas encapuchados, exito a ETA, que si es verdad que quiere abandonar, lo haga a las claras, y no se esconda, no se tape detrás de capuchas o mande a 3 secuaces desconocidos a leer 2 tonterías. Después de lo que ha hecho, para mi lo único que tendrá validez sería que pidieran perdón, que se entregaran y que ayudaran a exclarecer sus crímenes.
«¿No le parece que sería más sensato no esperar nada de ellos?»
Tienes razón, no lo espero, y como no lo espero, por eso cada movimiento que dan, como este que han dado (¿realmente esos encapuchados representan a ETA?, ¿nos lo creemos?), no le doy la más mínima importancia, por ello no puedo sentir la emoción que sienten algunos, o incluso estar contento, porque para mi no significa nada. Mañana hacen un atentado y a los 5 días anuncian que han vuelto con la lucha armada. Recordemos: siguen teniendo armas y son asesinos que siguen en la calle, mientras no se entreguen el peligro continúa.
«con el Estado de Derecho hemos conseguido que hayan dejado de matar sin darles nada a cambio.»
Ójala tengas razón, y ojalá pidan perdón por lo que han hecho.
#7 Marcos Truchado
Para mi lo más importante es «siguen teniendo armas y son asesinos que siguen en la calle, mientras no se entreguen el peligro continúa». Es la síntesis de la realidad.
Luego, se puede confiar en ellos o no. Se puede uno alegrar o no, es personal y depende de cómo se quiera mirar. Yo también creo que mienten, aunque deseo que estén diciendo la verdad. No puedo decir que el comunicado me haya dejado indiferente, no puedo evitar que influyan en mi vida esos asesinos. Cualquiera puede acabar siendo víctima de ellos o «daño colateral». Tampoco me son indiferentes los que les dan soporte y los que tratan de aprovecharse de su existencia. Me repugnan. Discuto con los que creen su comunicado, deseo que estén en lo cierto, pero dudo mucho de ello.
Les creería más y posiblemente me alegraría si entregan las armas y también a los que hayan cometido delitos, asesinos o no, a la justicia. No espero nada de ellos, tampoco que pidan perdón. Pero si lo hacen, creería que renuncian a la violencia. Lejos de ello, veneran la memoria de sus asesinos mayores como héroes de una guerra imaginaria y asumen sus crímenes como bagaje histórico que les ha permitido llegar a su declaración.
Alegrarse por un comunicado es muy legítimo y sobre todo, una decisión personal. Alegrarse de cada día que no hay asesinatos o secuestros, también. Como cuando sale el sol. Porque es lo normal.
Gracias Javier por acercarnos ese artículo de Savater, que siempre son tan interesantes. Si a él le parece raro que se den expresiones de triunfalismo entre los amigos de los terroristas y no entre los que han padecido la violencia es por algo. Yo lo achaco a que los amigos de los terroristas tienen, simple y llanamente, ganas de chulearse ante la sociedad que han convertido en víctima, y los que han sido víctimas del terror y del miedo no confían en ETA, no se lo tragan, y no se apuntan a esa carrera de lloros, de alegría y de emociones.
El fenómeno que sucede en el País Vasco es muy curioso. La gente ha estado mucho tiempo viviendo aplicándose el «como si…»: como si ETA no existiese, como si esas pancartas no tuviesen ningún significado, como si no fuese con ellos, como si lo que les pueda pasar a sus vecinos escalera no tuviese importancia. Lo sé porque yo he vivido ahí y me he portado así alguna vez. Borja Sémper ha escrito ese artículo como si ETA hubiese abandonado las armas. Dice que a partir de ahora, los terroristas, sin pistolas, no son nada, pero olvida que todavía tienen las pistolas y que los de la capucha y la boina no han dicho que las vayan a dejar.
Es muy divertido leer y escuchar a tanta, tantísima gente eso de que «hemos luchado» contra ETA. (Y contra Franco también, de risa).
Lo siento mucho, pero aquí los únicos que han luchado, han matado y, sobre todo, han muerto han sido los policías, sean de la Policía Nacional, de la Guardia Civil, la Ertaintza, la Gendarmería francesa, la Policía Foral de Navarra, las policías locales de no pocos municipios y hasta la policía portuguesa.
Los familiares de todos esos policías, además de los que fueron extorsionados o simplemente amenazados y de los infelices que a los que pillaron de por medio, han _sufrido_ que no combatido a ETA.
Y el resto no hemos estado más que de miranda en los telediarios. ¿O acaso alguno de ustedes ni tan siquiera denunció algo en relación a ETA?
Ahora que lo pienso: Yo sí. Cuando la bomba de al lado de casa.
Bueno, pues ni tan siquiera eso me hace pensar en ETA. Solo cuando pongo los telediarios y salen los politiquillos queriendo distraernos de «la crisis», de la ineptitud de los españoles (administraciones públicas, empresarios, trabajadores, consumidores) en cuanto al desarrollo de una actividad económica independiente.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/11/02/espana/1320203996.html
Una y otra vez.
Ala!, vamos a perdonar, que aquí no ha pasado nada.