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!Qué lindo es ganar!

Nuestro equipo se llama «Los Penúltimos». El nombre nos define perfectamente. Tenemos aspiraciones. No sé quién puso el nombre, cuando yo llegué ya estaba puesto. Me pareció perfecto. Probablemente sea autoría de José Luis, el más socarrón de todos. Ha sido mi segunda carrera con Los Penúltimos. En la primera quedamos octavos.

Las carreras, de momento, son carreras de tres horas de resistencia en karts, en el circuito de Los Santos de la Humosa un circuito para karts en la forntera entre Madrid y Guadalajara. La cita es a las nueve, pero yo llego tarde, porque en la carrera anterior llegué a las nueve y media y sólo estaba José Luis, que además de ser el más socarrón es el alma del equipo, el que nos inscribe, el que nos envía mails, el que se preocupa y el que intenta marcar siempre la vuelta rápida del equipo.

El mínimo de participantes del equipo es de tres y el máximo de seis. Los equipos que tienen el objetivo de ganar van con sólo tres conductores, porque así sólo se hacen dos cambios de conductor y se pierde menos tiempo. Nosotros, que somos Los Penúltimos, vamos cuatro o cinco, porque somos un equipo en el que cabemos todos.

Cuando llego, a las nueve y veinte, esta vez ya están todos mis compañeros esperando y me riñen. En mi ausencia han decidido que sea yo el primero en salir «Tú que eres el más agresivo», me dicen con sorna. No me parece mal salir el primero, aunque yo no sea agresivo. Pero como alguien tiene que salir primero y yo soy ligero, es posible que el peso sea una ventaja en los primeros metros con la salida a kart parado.

Como salgo el primero, también soy el primero en salir a la tanda de entrenamientos. Por sorteo nos ha tocado el kart número once, de 25 o 26 inscritos. Podía haber sido mucho peor. Salgo a las vueltas de entrenamiento y rápidamente veo que el kart va muy bien. Hago algunas pruebas, poquitas vueltas porque no tengo más de siete minutos y los neumáticos están muy fríos, pero todo va bien. Hago un trompo en una zona lenta. Ningún problema.

Me bajo del kart contento, veo que va bien, me da la impresión de que la mayoría de los que tengo delante son algo más lentos que yo. Se lo digo a mis compañeros de equipo, mientras, Juanjo, que sale por detrás de mí, da sus vueltas de entrenamiento. Todos nos bajamos contentos.

Me empieza un hormigueo en el estómago. «Creo que podemos quedar entre los cinco primeros. Salgo el once. Creo que os puedo dejar el kart, al acabar el relevo, entre los cinco primeros».

La salida se realiza con los karts aparcados en batería, con el motor en marcha, a un lado de la pista y con los conductores al otro lado. Cuando dan el banderazo de salida tengo que correr saltar sobre el kart, sentarme e intentar acelerar antes que el resto.

Todos corren lo mismo y no consigo adelantar ni un puesto. al contrario, el kart que sale por detrás de mi se me pone en paralelo en los primeros metros. Tengo que entrenar las salidas.

Paso la primera curva en el puesto decimoprimero y cuando llego a la salida de la segunda curva se produce un amontonamiento de karts. Intento esquivarlo pero no tengo hueco, Los karts que hay por mi izquierda se están moviendo, me desplazan hacia la derecha y el que viene por detrás me da un golpe que me hace salir volando. Aterrizo con mucha suerte, con el kart medio encarado y aunque me han pasado varios no he perdido mucho tiempo. Acelero con miedo, porque me da miedo que se haya roto algo pero paso la primera curva, lenta, y todo parece en su sitio. Segunda curva, lenta, y también todo parece en sus sitio. Tercera curva rápida y… levanto de más para entrar despacio porque no tengo ganas de matarme.  Todo parece en su sitio. Empiezo a olvidarme del kart. Todo parece en su sitio. No sé cuántos tengo por delante, pero tengo cuarenta y cinco minutos para remontar.

Debo ir el noveno o el décimo. He adelantado a varios en la montonera, pero me han adelantado algunos. en las primeras vueltas no miro al box. Me da igual saber si soy el ocho o el doce. Empiezo a apretar. Adelanto a varios, alguno se atropolla y hace un trompo, veo que voy rápido. Ya no veo a los primeros, pero veo toda la fila por delante de mí y sé que tengo muchos.

Miro hacia el box en la cuarta o quinta vuelta. Voy el octavo. El atasco me ha retrasado más de lo que pensaba. Sigo apretando. Adelanto a uno y veo un grupo de tres a unos cincuenta metros por delante de mí. me acerco despacio. Pasan las vueltas y ya voy al rebufo del último del grupo. Dos de ellos se ponen en paralelo en una frenada. Yo me pongo en paralelo al de atrás. Vamos de dos en dos. Freno pronto porque voy por fuera, porque he salido por dentro en la curva anterior. no tengo nada que hacer. El que va por fuera de la pareja de delante hace un trompo, quizá tocado ligeramente por el que llevaba por dentro: Yo que he frenado pronto puedo trazar mejor la curva y adelanto al que iba a mi lado a la salida de la curva. Dos menos, pero no me acuerdo de mi posición. Miro a boxes y me lo dicen. ahora voy sexto. Tengo cuatro o cinco coches por delante. Los adelantamientos me hacen perder tiempo, aunque gane posiciones. No adelantar  me haría perder más tiempo, ya, pero los de cabeza se me escapan. Voy a por ellos.

Adelanto a uno más, en curvas lentas y ya voy quinto. En el box han dejado de utilizar los dedos de las dos manos para decirme la posición. ¡Quinto! Me animan y me dicen que corra, que vamos muy bien. Lo hago lo mejor que sé, pero no siempre lo hago todo lo bien que sé. Varias veces cometo errores, me cuesta que me salgan vueltas perfectas, pero ahora tengo espacio por delante de nuevo y empiezo a afinar y a mejorar mis trazadas. Noto que voy rápido, que el coche va rápido que todo va bien. Me lo estoy pasando muy bien.

Me acerco a tres coches que tengo por delante. No le saco mucho en cada vuelta, pero cada vez estoy más cerca y tengo tiempo. Me duele la mano izquierda. Lo noto, pero me olvido. Adelanto al cuarto. el segundo y el tercero se medio tocan. Uno hace un trompo y el otro sale lento de la curva. En cien metros los he adelantado a los tres. Paso por box y miro. No sé si voy primero o segundo. Me marcan dos dedos. Voy segundo. ¿A cuánto irá el primero? ¿Tengo que arriesgar? ¿Puedo intentar cogerle o me saca medio segundo por vuelta?

Llamarse «Los Penúltimos» implica escasez de medios y de preparación. No tenemos pizarra y nuestra batería de signos se agota rápidamente. Los dedos la posición y el puño levantado y agitado significa lo que quieras entender.

Adelanto a otros coches, alguno que va rápido y al que me cuesta acercarme. ¿Será el primero o será un doblado? Paso por box. Eran todos doblados. Sigo segundo. Una mano abierta con los cinco dedos extendidos y un signo de rotación con la otra mano me indican que sólo me quedan cinco vueltas. Ya han pasado cuarenta minutos. Estoy contento. Voy segundo. No tengo a nadie por detrás. Me concentro para hacer las vueltas con rapidez y seguridad. Este kart avisa muy bien. Te deja apurar y hasta equivocarte, porque puedes corregir. Afino para ir rápido. Me equivoco más de lo que quisiera. Entro despacio en boxes. Me están esperando para hacer el cambio con la mayor rapidez posible.

Me bajo del kart y todos me felicitan. Todos menos Juanjo, que ya está en la pista y que con la parada, somos los únicos que paramos tan pronto entre el grupo de cabeza, ha salido quinto. En el box me animan. «¡Qué bien lo has hecho, con todos los tiempos clavados. Perfecto!» Estoy muy contento. Me lo he pasado muy bien. He hecho la segunda mejor vuelta rápida. El primero tiene una vuelta rápida más lenta que la mía. Si no hubiera tenido el atasco en la segunda curva y todos los adelantamientos lentos de después estaría más cerca. Dejo el kart a trece segundos del primero, que salía en la posición vigésimo primera. Está claro que ha arrancado mejor que yo. No sé cuándo me ha adelantado, porque estaba pendiente para seguirle porque estaba seguro de que me iba a adelantar. Lo había visto en los entrenamientos que iba más rápido que yo. Pero al seguirle en los entrenamientos una vuelta he aprendido de sus trazados y los he copiado bien, porque al final he marcado mejor tiempo que él. Seguro que mi kart iba mejor, porque él iba muy bien cuando yo lo he visto y todavía me queda mucho que aprender de este circuito, pero estoy muy contento.

Juanjo empieza dubitativo. Hace un par de trompos y baja hasta la séptima posición. Pide excusas al pasar por boxes con la mano abierta, pero todos le animamos, porque vamos muy bien y queda mucho por delante. Empieza a coger confianza, a mejorar sus tiempos y a no cometer ni un error más. Empieza a adelantar a algún equipo en pista y a otros cuando paran a cambiar de piloto. Recuperamos posiciones de nuevo. Somos terceros otra vez. Juanjo afianza su posición y salvo por las primeras vueltas, hace un relevo magnífico. Yo no estoy pendiente todo el tiempo, porque voy a cambiarme de ropa, pero ha acabado su turno feliz, como todos nosotros. Eso es exactamente ir de menos a más.

José Luis se sube al kart en tercera posición y somos otra vez de los primeros que hacemos el segundo relevo. Sale de nuevo retrasado y pocas vueltas después tiene que parar a repostar. Todos paramos a repostar y aquí no hay diferencia de tiempos, pero como se para a repostar por orden de dorsal, las clasificaciones se lían durante varias vueltas.

A partir de ese momento, José Luis empieza el recital. Empieza a conducir con finura y una velocidad endiablada. Marca cronos sensacionales y la vuelta rápida absoluta de todos los participantes. Empieza a remontar, recupera la segunda posición y se acerca paulatinamente al coche de cabeza. En la cabeza han parado solo una vez para cambiar de piloto y nosotros hemos cambiado dos.

Cuando ellos hacen el cambio de piloto, José Luis va claramente más rápido que su último piloto y reduce la distancia vuelta a vuelta. Cuando entra a cambiar, ha pasado por meta a solo nueve segundos de los primeros. Cuando sale Paco pasamos a 21 segundos por línea de meta y nos quedan unas cuarenta vueltas. Tenemos que ganar medio segundo por vuelta, una diferencia imposible.

Sabemos que es imposible, pero queremos ganar. Paco va más rápido que nuestro rival. No sabemos cuánto, porque es muy difícil saberlo debido a que hay mucho tráfico en la pista y en cada vuelta hay doblados. Nos vamos acercando. Cuando los dos dan vueltas limpias buenas, la diferencia puede ser de unas tres o cuatro décimas a favor de Paco, pero la diferencia es que las vueltas buenas de Paco son mucho más regulares. Paco se lo cree. Lo vemos pasar por meta y se lo cree. Conduce como nadie, los piques entre José Luis y él son eternos. ¿Cuál de los dos será más rápido y más bueno? No lo sé. Son brutales los dos.

A falta de media hora, Paco está metido en un barullo de doblados que parece imposible de superar. Aquí no se saca bandera azul para los doblados porque las banderas azules debieran estar alrededor de toda la pista. Todos los pilotos se encuentran con los mismos doblados si hay poca diferencia entre ellos.

Quedan quince minutos y la diferencia se ha reducido hasta los diez segundos. Paco vuelve a volar cuando se quita de en medio a los doblados.

En nuestro equipo no tenemos medios, pero tenemos un gran telemetrista. Durante toda la carrera ha estado con nosotros un compañero de trabajo de José Luis, Maikel, que ha marcado los tiempos vuelta a vuelta. En estas vueltas finales su trabajo es frenético.

Nuestro rival, el que va primero, tiene un problema con algunos doblados y pierde cuatro segundos, nos ponemos a seis. Tres vueltas más tarde ya estamos a cuatro. Paco ve el casco de nuestro competidor. Lo conoce bien porque lo ha visto antes de subirse al kart. Sea cerca y hay esperanzas. Nuestro competidor está en mitad de un grupo de doblados y Paco se acerca por detrás. Desde nuestra posición no vemos qué pasa, pero se cruzan y pierden mucho tiempo los dos, pero nosotros tres segundos más que ellos. Quedan siete segundos y siete vueltas. Es imposible. Paco se queja mucho al pasar por meta, discute con los demás, discute con él dentro de su casco. Pero acelera a tope y vuelve a recuperar. Sabemos que no hay nada que hacer. Quedan cuatro vueltas y la distancia se ha reducido a cinco segundos. Imposible.

En la siguiente vuelta, Paco pasa por delante con el índice levantado. ¿qué significa el índice levantado? Pocos metros por detrás de él pasa nuestro rival. ¡Vamos primeros! Quedan tres vueltas. ¡Vamos primeros! No sabemos qué ha pasado, pero vamos primero. No sabemos si ha sido un doblado o un error yendo solo. Quedan solo tres vueltas, Paco se distancia en la primera vuelta. En la segunda tiene delante a un grupo de doblados. Nuestro ribval está a dos segundos y medio. Es mucho tiempo sin doblados pero muy poco si alguien te hace una jugarreta. Paco lo gestiona con mucha solvencia. Último paso por meta, la distancia parece irrecuperable. Paco ha adelantado a los dos que iban por delante, pone siempre un doblado entre él y el segundo. Penúltimo paso por delante de nosotros (la meta está en el otro extremo del circuito) Paco pasa levantando el puño. Nada parece que vaya a interrumpirnos. Pasa por meta a unos tres segundos. Última vuelta. Tenemos un doblado que nos hace de escudo y a nadie por delante. Paco va mirando el reloj. Sabe que tiene que pasar justo después de la hora, porque si pasa antes le quedará un vuelta más. «Es imposible que pase antes», nos lo dice José Luis. Ha pasado por meta a poco más de un minuto. Menudos dos monstruos. Por si acaso, Paco también mira el reloj. Ahueca ligeramente en la última curva, para asegurar porque tiene espacio de sobra. Cruzamos la meta tres segundos después de las tres horas y dos y medio por delante de todos los demás.

¡Hemos ganado! ¡Menudo equipazo! Los nombre son: Francisco Pino, el gran Paco, Juanjo Ibañez (han tenido que suspender una carrera porque él no podía participar), José Luis Fernández, el infalible, que organiza y corre que se la pela, Maikel Quintana, telemetrista hoy y futuro conductor y Javier Moltó, el cronista preferido del equipo.

Con los cinco en podio y nuestras copas, ha sonado el himno nacional. El 14 de abril, nada menos.

 

PD. Ganar es muy lindo. Llevo levitando desde ayer. Hoy me parecía mentira tener que trabajar. ¿Cómo es posible que tenga que trabajar? ¿Pero nadie se ha dado cuenta de que ayer ganamos?. Lindo viene de lindurri, como todo el mundo sabe.

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