No les pongo estas fotos porque sean buenas. Es imposible que lo sean porque las hago yo y porque las hago en automático con la camarita. No son buenas, pero son fotos de una puesta de sol en el Pacífico.
Las puestas de sol me privan. Gracias a ese sol que se va, quienes vemos, vemos todos los días. Gracias a eses sol que se esconde, tenemos la energía para vivir. Y hoy, especialmente hoy, gracias a ese sol que se ha ido, he podido viajar por una de las carreteras más bonitas por las que he viajado nunca. Es la Cabrillo Highway 1, en su recorrido entre Santa Cruz y Cayucos, al sur de San Francisco.
Ustedes me la recomendaron y hoy he pasado por ella. Es un bellezón de carretera. Deliciosa de conducir y, si tienes la suerte de verla con el sol en poniente como he tenido yo hoy, deliciosa de ver.
Este sol, al que le hago un largo homenaje con muchas fotos de despedida, se ha puesto más al oeste que nunca para mí. Nunca había visto una puesta de sol tan desde el oeste como hoy. Tampoco había visto nunca una puesta de sol sobre el Océano Pacífico. Hoy se ha juntado todo. Ha sido una día de mojar pan, que ha terminado así.