No existe ninguna Ley Natural que obligue a que exista el Derecho a propiedad intelectual. Igual que no existe ninguna obligación de que exista el Derecho a propiedad privada. Los humanos, en nuestro acuerdo social, tenemos capacidad para decidir si deben o no existir estos Derechos, como el resto de Derechos. Que un creador sea el autor de una música o de una novela no tiene por qué otorgarle ningún derecho sobre ella. Lo mismo sirve para una empresa de la industria farmacéutica. Que Fleming descubriera la penicilina no supone que adquiriera de forma automática derechos sobre su producción y venta.
Como no existe el Derecho Natural sobre propiedad, ni física ni intelectual, las sociedades tenemos que decidir de qué forma nos conviene regular estos asuntos y establecer si otorgamos derechos a los creadores sobre su obra y a los inquilinos sobre las casas en las que habitan.
La propiedad privada de elementos físicos tiene una larga tradición en la historia de la humanidad, incluso en la de las especies no humanas. Los elementos físicos se han defendido desde siempre por la fuerza, porque como escribía Javier Pérez Royo recientemente «La ley del más fuerte es insuprimible (…) Ahora bien (…) La convivencia humana, a diferencia de la pura coexistencia animal, sólo es posible si se establece algún tipo de control sobre la acción de la ley del más fuerte». Los leones defienden sus territorio con la fuerza. La evolución de las sociedades y el acuerdo social establece controles sobre esa ley del más fuerte.
Otra de las características del elemento físico es que tiene valor para su creador aunque no se comparta. La casa que uno construye, aunque a veces adquiera valor adicional cuando aparece en el ¡HOLA!, y el Ferrari que uno pudiera construir, aunque a veces adquiera valor adicional cuando lo ven los vecinos, tienen valor por si mismos, para cobijarse cuando llueve y para desplazarse de un lugar a otro. La comida es el ejemplo indiscutible. Tiene el valor de la energía que te permite vivir.
Las creaciones intelectuales, en cambio, como las ideas y los conceptos, adquieren valor especial cuando se comparten. Cuando Arquímedes descubrió la ley de la palanca, pudo aprovecharse de ella para mejorar su jardín. Pero a él no le perjudicaba en nada, al contrario, probablemente le beneficiaba, que su vecino también utilizara su descubrimiento para mejorar el suyo. Fleming, supongamos, podía no haber informado a nadie el descubrimiento de la penicilina. Se lo podía haber quedado sólo para él, para curar sus infecciones. No le hubiera beneficiado en nada. La propiedad intelectual adquiere valor cuando se comparte, a diferencia de la casa, el coche y la pluma.
¿De quién son las ideas? Que cuando atacamos una idea, cuando intentamos demostrar que un proposición es falsa, no faltamos el respeto a nadie. Las ideas no nos pertenecen a las personas, aunque las personas estemos formadas en parte por ideas. La discusión sobre la propiedad intelectual trata de saber a quién pertenecen las ideas. Y un paso más allá, en el caso de que pertenezcan a alguien, qué precio tienen en la compra-venta. ¿Puede el mercado fijar ese precio?
Para gestionar todos estos asuntos, en los últimos siglos los seres civilizados hemos creado patentes, derechos de autor y otros instrumentos para gestionar el mercado de las ideas. Cada vez que abrimos una puerta con facilidad le debemos algo a Arquímedes. En lugar de eso, hemos pagado por un picaporte, cuyo fabricante está utilizando la idea de Arquímedes. Si Arquímedes hubiera cobrado a todos sus vecinos por conocer la Ley de la Palanca, hoy, probablemente, tendríamos un mundo menos evolucionado. Probablemente, Arquímedes se hubiera hecho inmensamente rico, pero la civilización hubiera evolucionado más despacio.
También es cierto que el incentivo económico puede ser un estímulo para crear ideas. Es posible que sin incentivo económico sea más difícil encontrar una vacuna contra el SIDA que con incentivo económico. Es posible que si hubiera existido un mercado para las ideas, hubiera existido un Arquímedes anterior al que conocemos, que hubiera escubierto la Ley de la palanca años o siglos antes.
Si una empresa farmaceútica descubre la vacuna o el remedio perfecto contra el SIDA, ¿Debe estar autorizada a ponerle el precio que ella quiera, el que maximice su beneficio? ¿Puede una empresa, sólo por el hecho de haber descubierto una vacuna tres meses antes que otra, cerrar el paso a la competencia mediante una patente? La farmacéutica argumentará que tiene que amortizar los gastos de inversión y que tiene que tener estímulos para seguir invirtiendo. Difícilmente nos podremos oponer a esos argumentos. Sin embargo, estamos obligados a preguntarnos a cambio de qué. ¿Llegar primero a la meta es motivo suficiente como para impedir que todos los demás lleguen a la meta? ¿Llegar primero a la meta es motivo suficiente como para actuar monopolísticamente en el mercado? Dado que hasta el fútbol puede ser considerado de interés general y el Estado puede decidir que se emita en abierto ¿qué no deberían hacer los Estados para conseguir que las medicinas contra el SIDA llegaran de forma inmediata y «en abierto» a todos los ciudadanos que las necesitaran?
En España, el debate de lo que nos conviene hacer con la propiedad intelectual no ha existido nunca. Este debate deberíamos haberlo tenido aunque no existiera internet. Que ahora pueda uno bajarse la música gratis y copiarla miles de millones de veces no es más que una contingencia. La llegada de los discos fue otra contingencia. Son contingencias que afectan al precio, pero no al valor de la propiedad intelectual como concepto. Para poder fijar el precio, primero tenemos que determinar si consideramos que la propiedad intelectual tiene más valor cuanto más se comparte o si tiene más valor cuando se restringe su utilización. También tendremos que valorar si el incentivo económico estimula más la creación, qué interés tienes esa creación para la sociedad, o si la estimula más la competencia entre autores u otros factores.
Me parece dificilísimo regular la propiedad intelectual. ¿Cuánto tendría que cobrar quien nos iluminara con la ley perfecta para regular la propiedad intelectual? ¿Lo tendría que cobrar sólo esa persona o tendría que repartirlo con todos los que debatimos y pensamos para encontrar esa solución? ¿No aportamos todos un poquito de esa idea final? ¿No sucede lo mismo con todas las creaciones intelectuales? ¿Cuántas canciones y películas que no existen echamos de menos? ¿Se mide la cultura por el número de canciones y películas que aparecen cada año? ¿Por el número de las que tienen éxito?
Aprobar una ley para regular las descargas por internet antes de debatir y tener claro cómo debemos regular la propiedad intelectual es un fracaso seguro. Las leyes deben utilizarse para alcanzar objetivos generales claros, no para proteger a unos y a otros de algo que ni siquiera sabemos si queremos proteger ni cómo.
Los argumentos de la ministra de que la ley es urgente porque las descargas ponen en peligro la cultura es insignificante (no significa nada) ¿Qué significa poner en peligro la cultura? ¿Poner en peligro la denominada industria cultural? Voltaire, Freud, Thomas Mann nunca oyeron hablar de los creadores que se pretende proteger ahora para defender la cultura. A la cultura no le pasaría nada porque todos estos creadores dejaran de crear. ¿Cuántos creadores desconocidos dejan de crear todos los días porque tienen otro trabajo? ¿Cómo se mide ese coste de oportunidad?
Dicho esto, a mí la cultura me parece importante, pero no estoy seguro de cómo se defiende la cultura que a mí me parece importante y ni siquiera si nos beneficia más defender la cultura o la limpieza, o la educación sanitaria, o la medicina, o el conocimiento del derecho, o de medicina od e física.
Con relación a la industria cultural que la ministra quiere proteger, ¿no le parece que era tan urgente o más proteger a los ciudadanos de unos precios desmedidos? Me río de que se critique la tecnología de internet. Antes, los discos de vinilo y otras tecnologías permitieron enriquecerse a unos cuantos como nunca antes hubiera podido soñar ningún músico de la mejor calidad. Lo mismo sucede con los libros y la película de fotografía y cine. Antes de que llegaran los libros, las cámaras de fotos y la película de cine nadie se había enriquecido con la escritura, la pintura y el teatro como se han enriquecido algunos durante el último siglo con sus equivalentes en los libros, la fotografía y el cine. Los soportes físicos para algunas artes son un accidente en la historia. Que los músicos y los actores hayan podido vivir durante unos años de la venta de soportes físicos es un hecho extraño de la historia. Durante un tiempo, muchos de ellos pudieron vivir holgadamente gracias a esa extrañeza.
Algunos (pocos) actores, músicos, artistas y creadores afirman que quienes bajan gratuitamente sus creaciones por internet pretenden dejarles en el paro. No sé si es cierto, pero es un argumento irrelevante. Las leyes se tienen que concebir para favorecer el bien común, no para favorecer el trabajo y el sueldo de grupos de presión. Los creadores podrán o no irse al paro, pero su situación laboral no debería afectar a la ley que regule la propiedad intelectual en beneficio del conjunto de la sociedad.
Abro paréntesis
En una regulación económica perfecta, las empresas no deberían obtener beneficios desmedidos con relación a sus inversiones. Una economía perfecta permite regular esos precios mediante la competencia y la información. De esta forma, el reparto de riqueza se produciría naturalmente de forma estable.
En algunos sectores, la economía perfecta es imposible, porque no hay forma de establecer competencia real. Uno de estos sectores es la banca. Por muchos bancos que haya, los ciudadanos sólo se fían de algunas entidades y no confían su dinero a cualquiera. Por este motivo, es imprescindible regular la actividad de los bancos, porque la competencia no es real. Los grandes beneficios de algunos bancos son síntoma de un fallo de la economía de mercado, que requiere por tanto de la mano reguladora.
Los grandes beneficios de una empresa, de algunos altos directivos, de los futbolistas, los actores, músicos y directores de cine son un síntoma de una mala regulación económica de esas industrias. Algo falla en la regulación económica cuando un compositor puede vivir toda la vida de una sola canción.
Es imposible competir con un gran actor y un gran futbolista, pero si su actividad es de interés general (ellos mismos dicen que la cultura que producen lo es y que por eso hay que defenderla), tendremos que diseñar alguna forma para limitar sus ingresos, mediante una rebaja del precio que pagan los consumidores.
Estoy seguro de que los forofos del fútbol pagarán lo que sea para que las estrellas jueguen en su equipo y lo gane todo. Eso mismo podría pasar con los forofos de la música y el cine. Si sus forofos quieren que sigan actuando o componiendo, les pagarán lo que sea para que lo hagan.
Cierro paréntesis
No tengo ninguna solución para regular la propiedad intelectual. Para legislar en beneficio de la mayoría de ciudadanos, tenemos que aportar ideas, compartirlas y debatirlas, en beneficio de todos. Ése es el mayor valor de las creaciones intelectuales. Que de una forma u otra nos pertenecen a todos, porque todas las ideas que tenemos se conforman gracias a las ideas de los demás y a las ideas que existieron antes.
A mí tampoco se me ocurre mucho. Lo que sí tengo claro es que no pienso pagar 20 euros por un CD del que, con suerte, me gustarán 2 canciones. Y que conste que me sigo dejando mi dinero en comprar música.
Dígame Javier, ¿nunca ha pensado en ser Presidente del Gobierno?. No digo ya presidente de su comunidad, eso es mucho más duro, en cualquier caso le pega a usted vivir de alquiler.
Me gusta la forma que tiene para transmitir sus ideas, simples y directas, siempre argumentadas por ejemplos clarificadores. Muchas de ellas, las ideas, no sé si son o no ciertas. Me ayuda, usted, a pararme a pensar. A veces el límite entre la demagogia y el realismo es muy tenue. No creo que sea usted demagogo si no más bien vehemente. En cualquier caso aprendo mucho con su blog, aunque solo sea por como escribe.
Por cierto ¿y lo de Presidente? Preséntese ande…
Simplemente perfecta su reflexión y la comparto al 100%. Esta claro que las leyes que salgan de este «lio» que hay montado va destinado a la «industria cultural». Es patético que los artistas defiendan un modelo que les quita más de lo que les da pese a que, algunos pocos, ganen mucho. Hay modelos de negocio como Spotify que ofrece música gratis en streaming pagando a los autores mediante publicidad o si el cliente no quiere escuchar publicidad pagando entre 5 y 10€ al mes. Hoy he visto una alternativa similar para libros y Netflix lo hace ya en EEUU con las películas. Alternativas hay, lo que pasa es que la pesada industria intermediaria entre autor y consumidor va a perder mucho o casi todo el poder, no se han sabido adaptar a la realidad y ahora presionan a los gobiernos para mantener el sistema decadente del que se han beneficiado en las últimas décadas.
Respecto a este tema, creo que la mayoría de la gente tiene claro que la ley trata de proteger los intereses de unos grupos de presión, sobre todo del cine y la música, cuyo modelo de negocio ha cambiado. Igual que en un momento dado la tecnología les permitió enriquecerse de forma extraordinaria con la venta individual de copias, ahora la tecnología les ha vuelto a quitar ese enriquecimiento extra.
Entiendo que se resistan, pero creo que es una lucha perdida. A la larga, si quieren más ingresos, tendrán que buscar otra forma de conseguirlos. Evidentemente casi todas las personas que trabajan en el sector de las copias físicas, tendrán que buscarse otros trabajos, pero igual que lo hicieron antes los herradores de caballos o los segadores con sus guadañas.
De hecho, ya lo están haciendo, puesto que los músicos que quieren vender CDs les dan un valor añadido que antes no tenían, y la industria del cine ya saca más dinero con las versiones de sus películas en video juego que con la recaudación de las propias películas.
En cuanto a la excusa (porque me parece una mera excusa) de que tratan de proteger la cultura, nunca he escuchado tanta música como durante estos últimos años, y no porque me la haya bajado de internet (alguna me la han pasado, como las cintas de hace veinte años), si no porque un montón de grupos de música la ponen a disposición en la red. Es decir, gracias a la tecnología, muchos grupos que nunca podrían haber dado a conocer su música, lo hacen, puesto que si dependiese de las casas discográficas, nunca lo habrían hecho. Y estos grupos puede que no tengan publicado un disco, pero dan sus conciertos aquí y allá para ir tirando. Y lo que tu decías antes, si a la gente le gusta, pagarán e irán donde sea para verlos tocar, todo fuera del circuito de las grandes empresas de la música (grupos de presión).
Esta facilidad para que la gente tenga acceso a la cultura, ha supuesto que en la actualidad haya más conciertos y actuaciones en directo de las que ha habido nunca (por lo que tengo entendido). La diversidad y cantidad de eventos culturales que hay ahora mismo creo que ha estado muy influenciado por la gran cantidad de información que nos brinda la tecnología y por la facilidad en el trasporte privado y público. Un ejemplo: hace un mes, más o menos, tenía planes para un domingo por la mañana, pero no salieron. Me encontré a las diez de la mañana en casa sin saber qué hacer. En media hora estaba saliendo por la puerta para ver un par de exposiciones (tuve que elegir pues había muchas más. Por cierto, por si no lo sabéis, por la tarde se puede visitar gratis la exposición permanente del Prado, y si estáis en paro a cualquier hora). Tan solo tuve que encender el ordenador.
Por lo tanto, en cuanto a la música, mientras no encuentren otro tipo de ingresos, pues como toda la vida, actuaciones en directo. Por otro lado, veo mucho más complicado los ingresos futuros de los escritores con los libros electrónicos y de estos no habla mucho la ministra (parece ser que estos grupos de presión no son tan fuertes).
Sr. Moltó he interrumpido mi cena por un texto, este, que llegado a mi teléfono he leído asombrado, sin poder remediar encender el ordenador para comentar tranquilamente. No me suelo dejar caer mucho por aquí, y de sus conjeturas creo que sólo he aparecido para criticarle. Bien pues lo que acaba de escribir usted aquí es excelente. Puede que muchos no logren entender, pues es un texto profundo, pero ya se lo digo yo, EX-CE-LEN-TE. Puede dejar que se le hinche el ego tranquilamente, un día es un día.
Esa profundidad con la que ha querido atacar la cuestión, y que precisamente convierte lo escrito en más que muy bueno, quiero que sepa en primer lugar que la comparto y que, como quien se encuentra con un amigo, me alegra habérmela encontrado. Sin embargo, y aunque a Platón o a Ortega y Gasset le pesen, no existe una élite dirigente; el sentido necesario para querer y poder bucear hasta donde usted ha llegado y actuar acorde con lo observado no se puede esperar y es difícil de exigir. Le invito a que siga escribiendo para que disfrutemos todos de textos como este y de sus comentarios, pero no caigamos en frustraciones. Sobretodo con lo que encontramos en fondos oceánicos como el que ha querido explorar que no sólo atañen a la cuestión, ahora problema, de la propiedad intelectual, como su parántesis atestigua.
Dicho esto, afortunadamente el caso de la música se puede afrontar de una manera más sencilla, no así el cine o la literatura. En primer lugar, cuando un artista musical o un grupo de éstos empieza lo que desea es la difusión de su trabajo y punto; la red en libertad es el arma más poderosa, que incluso supone un ahorro económico a artistas y representantes (publicidad, abrir un concierto de telonero…). Pero, en definitiva, los artistas cobran más hoy gracias a la «piratería» http://www.elmundo.es/elmundo/2009/11/20/cultura/1258739927.html Yo mismo me he gastado cerca de 150€ este año en 2 grupos que conocí a través de la red. Tengo mayor acceso a la música, escucho en efecto más música, voy a más conciertos… Lo que está claro es que LA RED ME HA ECHO MÁS CULTO.
Madre mía qué tarde es, se acabó. Que tengan un buen día y a usted Sr. Moltó enhorabuena, de verdad.
@Casibiker: «Por otro lado, veo mucho más complicado los ingresos futuros de los escritores con los libros electrónicos y de estos no habla mucho la ministra (parece ser que estos grupos de presión no son tan fuertes).» Aunque no lo crea son muy muy fuertes, pero la cuestión de la literatura por ahora se queda en cuestión y no llega a problema. Aún no se han popularizado los libros electónicos.
Le dije que si quería hablábamos de propiedad intelectual, pero ¿Qué puedo decir ante esta exposición soberbia? Podría suscribir punto por punto todo lo que comenta.
Estos días ha estado muy vivo el debate especialmente porque se ha intentado aprobar la llamada ley Sinde en el congreso. Según Encinar (http://www.jesusencinar.com/2010/12/nos-jugamos-algo-mucho-mas-serio-que-los-derechos-de-autor.html) no es más que un movimiento de los lobbies para justificar sus facturas, aunque saben que no servirá para nada.
Si nos atenemos a la ley de la oferta y la demanda, debe existir una oferta si hay demanda y la realidad es que a día de hoy, hay una notable demanda de obras intelectuales (arte, cine, música o literatura). Estoy hablando de las personas que están dispuestas a pagar por el contenido, ya sea un contenido servido por la red o incrustado en un plástico o en un montón de papeles.
¿Hay algo de malo en que ese contenido se distribuya a cambio de un precio? No, claramente. El problema es mucho más simple: los intermediarios aseguran que pierden dinero con las descargas (hay estudios que demuestran que no es así) y solicitan ventajas en la libre competencia al gobierno en forma de canon así como la limitación del número de canales disponibles y de los emisores de dichos canales.
El gobierno, en su afán por satisfacer estos grupos de presión minoritarios (otro día podemos hablar de lo que yo llamo «crisis de la democracia» según la cual la clase política se ha convertido en una pseudo-nobleza a 4 años vista al más puro estilo de la edad media) saca una ley que está tan mal hecha que afecta a la misma libertad de expresión y le sirve para regular lo que los ciudadanos quieren transmitir porla red.
La solución lógica para satisfacer a los creadores habría sido retirar el derecho a copia privada, pero para ser coherentes deberían haber eliminado el canon compensatorio a la vez y eso no le interesa a nadie.
Pero volviendo a la idea que nos propone desde el principio, ¿Debería existir la propiedad de las ideas? Sí, debería, pero debería hacerlo en un entorno de libre competencia que sólo debería alterarse en condiciones muy especiales de desfavorecimiento ciudadano (el ejemplo que nos pone de la vacuna contra el SIDA es muy ilustrativo) y nunca se debería desnaturalizar en caso contrario obligando prácticamente al consumidor a adquirir el bien sufragándolo con impuestos.
Nada podemos hacer. El gobierno no escucha a sus ciudadanos y ya no lo hará más.
Un saludo.
Comparto su reflexión. Quien quiera vivir de su creatividad debe poder hacerlo si encuentra la manera de monetizar su trabajo sin intervención de los medios coercitivos del Estado.
Yo tampoco tengo una solución sobre cómo regular la propiedad intelectual. Entiendo que alguien inventará unos límites tan artificiales como los de velocidad en carreteras o como aquellos americanos que quisieron legislar sobre el número Pi. Siempre serán cuestionables.
Sí tengo una solución para la industria de la música, del cine y hasta de la literatura: que aprovechen los nuevos medios, que contraten a algún iluminado que sepa cómo ganar dinero en este ambiente nuevo como ya hicieron en los años 50. Y el que no se adapte tiene dos opciones: crear y controlar su mercado o desaparecer víctima de un mecanismo similar a la selección natural.
Estoy de acuerdo de principio a fin, tal y como Vd. lo explica parece obvio para todo el mundo. Bueno, para los que pretenden que les sigan llegando billetes a la cuenta mientras están vageando por ahí no esta tan claro. Y para la industria tampoco, no se ha sabido adaptar a la revolución de internet e intenta sacar tajada como puede.
Después de leer detenidamente su artículo, sólo (aunque ya no haga falta acentuarlo) hay una cosa la que no estoy de acuerdo, yo si soy de la opnión de que el creador de una obra intelectual sí tiene derecho sobre ella, al menos el derecho a que le sea reconocida como tal y el derecho a que se le pregunte que es lo que se va hacer con ella
Esta ley,como todas las leyes, no pretende si no contentar a una serie de «amiguitos» y a los cuatro peces gordos de la música, que vivieron una época dorada y que se niegan a reconocer su fecha de caducidad.
El panorama ha cambiado, grupos como Marea, gracias a Internet, pudieron hacer una gira por America Látina sin tener ningún disco editado en esos países, Fito sin Internet, no hubiese llenado todos los estadios que ha llenado, la misma Lady Gaga, debe gran parte de su éxito a la Red. Toco en conjunto de rock (sin niguna pretensión) y gracias a un concurso de grupos noveles (que se hacía a través de la red) pudimos salir a tocar a Alemania, y así cumplir al menos un pedacito de sueño (que era tocar en el extranjero … Mallorca es muy pequeña!!). En fin, como dicen los castellanos, no hay más ciego que el no quiere ver.
Salud y R’n’R!!!
Por si le apetece : http://www.myspace.com/hydexxi
Juanal
Buenas preguntas, Javier. Hay dos temas grandes: lo ideal y lo real. La realidad es que es tan fácil copiar ciertas obras artísticas que dudo que el estado pueda evitar que ocurra, pero también detectarlo y sancionarlo. Siguiendo con los ejemplos de dvd, legislar esto es como querer derogar la ley de la gravedad.
Lo ideal es más complicado. Si el objetivo supremo es que todos tengan acceso a la mayor cantidad de creaciones, liberar la circulación parecería la fórmula ideal. Pero los creadores tendrían menos incentivos que si tuvieran el control total sobre sus creaciones. Esa falta de control podría causar una menor producción, lo que en definitiva perjudicaría a los demás.
En Navidad lancé el primer demo de mi nuevo videojuego. Lo ofrezco gratuitamente a todo el mundo porque quiero. Me parece bien que otros prefieran cobrarles a los demás para acceder a sus obras. Pero controlar eso es casi imposible. ¿Cómo defender a esas personas?
Hola, gracias por sus comentarios y piropos. Guillermo, le soy sincero. Durante unos años pensé dedicarme a la política en serio. Era muy joven. Luego creé un partido que se llama Partido imaginario, cuando toda esperanza de que esto cambie se desvaneció. Algún día lo recuperaré, cuando tenga tiempo. Es imposible que yo fuera presidente del gobierno. ¿No se ha fijado que siempre digo lo que pienso? Los políticos no dicen lo que piensan, no vaya a ser que moleste a los que «piensan como ellos». Un disparate.
Naburu, he echado un vistazo a su juego. Le compadezco por el lío de servidores que tiene. Sé de lo que hablo.
Junal. yo no digo que el creador no deb tener derecho. Lo que digo es que no lo tiene sólo por el hecho de ser creador. Tendrá derecho, o no, si la sociedad en su conjunto le otorga ese derecho. Los derechos no caen de los árboles, ni del cielo, ni nacen junto a los humanos. Existen porque las sociedades, en su conjunto, se los otorgan, o no, a los individuos. Los artistas pueden tener derecho a la propiedad intelectual y pueden no tenerlo. Depende de lo que legislemos entre todos.
Paco Ros. Ya ve. Sus deseos son órdenes .-)
Es sorprendente lo acostumbrados que estamos a los grupos de presión. Su presencia se hace normal. Tenemos para todos los gustos.
Por cierto, sobre propiedad intelectual y el valor de la cultura (y esto no es una inocentada, que ya es 29/12):
¿sabían que el Estado ha privatizado la agencia española del ISBN? A partir de ahora, es la Federación de Gremios de Editores de España. Y el servicio, que hasta ahora costaba unos pocos sellos (los de la carta de respuesta de la agencia) ahora pasa a costar 3 €… por ahora. Pero, además, hay que comprar los ISBN de 10 en 10 (sí, como lo leen), en lugar de comprar un ISBN suelto como hasta ahora y aunque la intención sea la de publicar un único libro.
Fuente:
http://www.cincodias.com/articulo/empresas/discreta-privatizacion-ISBN/20101220cdscdiemp_9/
Un saludo
Un detalle: la frase completa es «A partir de ahora, es la Federación de Gremios de Editores de España quien controla la asignación de ISBN».
Felices fiestas
Llevo un tiempo pensando en una cosa. Y esta es que para músicos y para escritores es una injusticia que la gente disfrute de su arte sin pagarlo y que otros ganen dinero con su arte. Esto sólo pasa con músicos y con escritores.
Sin embargo ¿qué pasa con el resto de artistas?: pintores y escultores, los pobres no tiene la suerte de vender su arte como copias. Lo pueden hacer hasta cierto punto, pero no es lo mismo tener una obra auténtica que una litografía. Y no digamos de una escultura. Se hace la obra y alguien te la compra, o se le saca dinero con visitas para verla. Pero no se puede ganar dinero haciendo copias de ellas, para que todo el que quiera tenga una. Lo mismo les pasaba a los escritores antes de que se inventara la imprenta y a los músicos antes de que se inventaran los discos de vinilo (y sin embargo existió Beethoven y alguien componía la música de las fiestas de los pueblos).
Pintores y escultores no tienen la suerte de poder vivir de las copias. Y tampoco parece que esa parte de la cultura vaya a morir por eso. ¿O no es cultura?.
Hay varias cosas que siempre me han chocado en este asunto. La primera es la manía de los demás de imponer un modelo de negocio a un sector al que son ajenos. Modelo que consiste, según la mayoría de las opiniones que he leído ya en bastantes sitios, en que las copias del producto original (no sé a cuál se refieren) son gratuitas, y que los músicos y cineastas deben vivir de los conciertos y de las entradas del cine respectivamente.
A mí no se me ocurre imponerle a un tercero, sea un taxista, un hotel (del que voy a hablar muy bien) o el del kiosko que me vende una revista (cuya publicidad leo sí o sí) como débo, o si debo, pagarle.
Es evidente que un CD/DVD no es una escultura, así que #18, el modelo de negocio debe ser diferente, porque por el precio de un original (pongamos 20€) nadie se mete en un estudio de grabación.
Naturalmente cada autor es muy libre de comercializar su obra como le dé la gana. Igual que hay músicos que regalan su obra en los sitios creados a tal efecto, hay periódicos y revistas gratuitas, y de pago. Hay webs gratuitas y de pago, pero sin imposiciones, porfa.
Está claro que el modelo de «CD comprado en tienda» está anticuado, pero la alternativa no es la descarga gratuita. Hay sitios para descargas legales aptos para todos aquéllos que quieran pagar por lo que un par de webs más allá dan gratis. Y como todo el mundo puede imaginar, nada, ni lo muy barato, ni lo baratísimo, puede competir con lo gratis. Nada.
Que no se pueden poner puertas al campo es relativo. Tráfico no puede controlar que la velocidad de cada vehículo en cada tramo de carretera y en toda la red, como tampoco puede controlar los niveles de alcohol de cada conductor al volante en un momento específico. Pero existe un sistema de sanciones que para la mayoría de los conductores es disuasorio.
Angel, creo que usted y yo compartimos sector y le voy a decir una cosa que, de forma más extensa y prolija, ya dice el Sr. Moltó en su artículo: claro que los demás tienen derecho a imponer un modelo de negocio a nuestro sector. Tienen derecho desde el mismo momento en que ellos son los que consumen (o no) lo que nosotros producimos. Y si nosotros nos sentimos mal pagados, o despreciados, podemos hacer como el hipotético Arquímedes que describía unas líneas más arriba el autor y dedicarnos a otra cosa. O no. Eso dependerá de cada uno. Pero ningún sector tiene la capacidad de imponer al público el modelo de negocio que más le conviene. Los modelos de negocio se negocian (valga la redundancia) entre consumidores y productores. Y eso supone que nosotros, los productores, tenemos que pegar la oreja y tratar de entender qué pasa en lugar de clamar al cielo porque nadie nos entiende.
Y sí, yo sí le impongo a un taxista mi modelo de negocio. O él mantiene un modelo de negocio en el que yo creo, o no me subo al taxi. Lo que no es presentable es exigir que se subvencionen los taxis «porque son cultura» y que se mantenga el modelo de negocio actual «porque nos quieren mandar al paro».
Y sí, el día que alguien empiece a prestar servicios de Taxi gratuítos en el centro de Madrid los taxistas estarán jodidos, Angel, bien jodidos. Pero, de momento, los que tendríamos que emplear nuestras energías en pensar cómo replantear esto y no quejarnos tanto somos nosotros, los del sector 😉
Señor Moltó:
el día en que usted abra su casa para que entren a vivir los que quieran, o el día en que su coche pueda ser usado por cualquiera, o el día en que su sueldo o su ordenador pasen a ser propiedad compartida, ese dominio público que tanto le gusta, ese día le daré la razón. En tanto usted no ha hecho más que apelar a la anarquía. Las leyes vienen ya de antiguo a suplir ese dominio del más fuerte. Y derechos como la propiedad intelectual no son discutidos más que allá donde no existen otros derechos fundamentales de la persona. Un compositor también vive, paga hipoteca, el colegio y la gasolina: si su trabajo musical es según usted de todos, con esa pamplina de que la cultura es de todos, le recomiendo que se vaya a vivir a una comuna y renuncie a todos esos derechos (vivienda, propiedad, etc.) que usted muy tranquilito se arroga y mantiene para sí. Y mientras déjese de tonterías pseudointelectuales de tan bajo listón y escriba algo positivo, constructivo, alguna propuesta sobre cómo hacer convivir los nuevos medios de transmisión de la cultura con ese derecho inexorable que una sociedad moderna SÍ reconoce y debe amparar. ¿Desde cuándo se debe imponer a un creador que regale su trabajo, tiempo y dinero en aras del disfrute generalizado? Es tan absurdo como exigir que los taxistas trabajen gratis por el bien y facilidad de transporte de la comunidad, o que los carniceros regalen su material, tiempo y dinero en aras de paliar el hambre de otros. ESO LO HARÁ QUIEN QUIERA VOLUNTARIAMENTE SOLO, UN CREADOR, UN TAXISTA O UN CARNICERO. MIENTRAS SE RESPETARÁ EN TODA SOCIEDAD CULTA Y SERIA EL DERECHO A LA PROPIEDAD INTELECTUAL DE LOS CREADORES. Y déjese de mezclar este tema con las vacunas, los mercados y otros temas distintos.