¿Cómo las llaman ustedes, ruedas o neumáticos, «la Pirelli Snowcontrol Serie II» o «el Pirelli Snowcontrol Serie II»?
En italiano hablado llaman a estas ruedas «Pirelli Snowcontrol Serie due». En español supongo que debiéramos llamarlas «Serie dos». Estos nombres compuestos en varios idiomas me dejan perplejo.
La Pirelli Snowcontrol Serie II es un nuevo neumático de invierno (qué lío de géneros), fabricado por Pirelli, destinado a coches de tamaño medio y pequeño, no muy potentes. En 2010 habrá 34 medidas para este neumático (en 2009 hay 10), de momento con un código de velocidad T como máximo para llantas de 14, 15 y 16 pulgadas de diámetro.
No tengo los precios todavía. Espero tenerlos muy pronto.
Tres cosas que he aprendido antes de conducir un coche con estos neumáticos.
1) Las laminillas de los neumáticos de nieve sirven para que la nieve se quede aferrada. El agarre de nieve con nieve es mayor que el agarre goma con nieve. En los neumáticos de invierno, se trata de «forrar» el neumático con una capa de nieve. Me sorprendió cuando me lo contó la Jefa de Prensa de Pirelli España.
2) En las fotos que se hacen para ver la huella de un neumático se utiliza leche. También me lo dijo Arantxa, la Jefa de Prensa. Para realizar esta foto, en el centro de pruebas de Vizzola Ticino, propiedad de Pirelli, tienen un cristal en el suelo, no perfectamente enrasado con el asfalto. El hueco que forma lo rellenan con leche. Cuando pasa la rueda, realizan las fotos necesarias para captar la huella.
Cuando bajamos al zulo situado bajo el asfalto, donde tienen las cámaras fotográficas y los ordenadores para realizar las fotos, tenían un cartón de cajas de leche semidesnatada de Carrefour. Les hice una foto para dejar constancia de que Arantxa no me mentía.
3) En el primer contacto con un coche calzado con neumáticos Pirelli Snowcontrol Serie II, me llevaron a una recta con una película de agua de suficiente espesor como para que se produjera aquaplaning. Avanzamos con el coche recto por el carril encharcado y, llegado un punto, el probador giró el volante enérgicamente a un lado y a otro y el coche siguió perfectamente recto. La teoría dice que tiene que ser así. Pero yo nunca había vivido esa experiencia. Nunca había ido tan recto, durante tantos metros, con el volante torcido. Daba respeto.